En la anterior Cápsula del Tiempo me referí al juguete tradicional mexicano como punto de partida para entrar a la ruta de las artesanías y en la presente colaboración daremos un vistazo a la indumentaria mexicana.
La Real Academia Española de la Lengua define la palabra artesanía como arte u obra de los artesanos y a estos como personas que ejercitan un arte u oficio meramente mecánico y es así que entramos en el debate: ¿Son artesanías o arte todos aquéllos objetos elaborados a mano con técnicas ancestrales y materiales que la naturaleza aporta? Adentrarnos en las definiciones nos tomaría más de una colaboración porque bien puede ser una línea de investigación propia de una tesis y para fines prácticos tomaremos como referencia al diccionario el cual nos dice que arte es la manifestación de la actividad humana mediante la cual se interpreta lo real o se plasma lo imaginado con recursos plásticos, lingüísticos o sonoros.
Algunos quisquillosos en el mundo de la mercadotecnia impiden que aquéllos objetos actuales que fusionan lo típico y tradicional con lo moderno se denominen artesanías porque pierden el estatus y la relación con el glamour de las grandes marcas y por lo tanto, no son vendibles pero esa es otra historia.
“El arte de tejer es un don que los dioses mesoamericanos le dieron a las manos indígenas de nuestro país, dedicadas por años a tramar y urdir su entorno, su historia y visión del mundo. Hoy los textiles, más que una artesanía, son un patrimonio cultural que nos define e identifica como mexicanos” (Marta Turok W. – Antropóloga. Coordinadora de Investigación en la Escuela de Artesanías/INBA y del Centro de Investigación de Arte Popular Ruth D. Lechuga del Museo Franz Mayer)
Que los textiles sean considerados patrimonio cultural no significa que todos debamos colgar nuestro atuendo diario en el clóset y vestir un traje tradicional elaborado en telar pero tampoco me parece que sea argumento suficiente para encarecer su precio como sucede en algunos casos; sin embargo, sí considero que debe ser revalorizado, traído a valor presente y comercializado de una forma justa para el artesano y no para el intermediario o distribuidor final como ocurre con todo lo hecho a mano y en México.
Profundizar en el tema de los textiles es apasionante porque es como abrir una caja mágica donde está guardado no sólo un legado cultural sino toda una cosmovisión que ha evolucionado y que parece estar tomando cierto lugar privilegiado en el mundo de la moda y para muestra la exposición que el Fomento Cultural Banamex, la Secretaría de Cultura, el Palacio de Hierro y Vogue realizan en diferentes sedes de la Ciudad de México “Indumentaria y Moda en México. 1940 – 2015” que revisa 75 años de historia y reúne dos líneas de investigación: diseño de moda y arte popular.
Ya hemos hablado en este mismo espacio del rebozo ( https://www.ruizhealytimes.com/cultura-para-todos/el-ropero-de-la-abuelita ) el cual empieza a ganar terreno como accesorio y también ha sido adoptado por las mamás contemporáneas para cargar a sus bebés pero otras prendas de uso prehispánico fueron el huipil (lienzo de tela doblado con tres aperturas para introducir la cabeza y los brazos elaborado en telar de cintura y a mano) y el quexquemitl (una ingeniosa “capa” realizada con dos lienzos rectangulares unidos en forma de “L”, prenda reservada para las diosas y las nobles) que en su momento se referían a la etnia, edad, estatus, uso ceremonial, etc. y que poco a poco fueron cambiando con la llegada de los españoles y la influencia de la moda europea hasta lo que hoy podemos ver en los aparadores de las tiendas.
En lo particular, me declaro fan de la influencia prehispánica por lo que me parece genial que la tendencia hacia lo mexicano esté tomando nuevamente el lugar que merece como riqueza cultural y cada uno es libre de elegir cómo se viste o dónde comprar aunque no estaría mal que si no queremos vestir al estilo purépecha, tzotzil, mixteco, zapoteco o nahua al menos aprendamos un poco del legado que nuestros ancestros nos dejaron como parte de nuestra identidad, que apoyemos lo realmente hecho en México (y no imitaciones chinas) que paguemos lo justo por el trabajo y el tiempo que implica un textil o una vasija y que nos aseguremos de que el dinero llegue a los artesanos y no se quede únicamente como ganancia de intermediarios o comercializadores y de paso, si nos encontramos alguna artesanía en el ropero de nuestra abuelita pues ¡Démosle valor presente!
Si bien una artesanía o un textil no significan que no hayamos evolucionado como cultura también es cierto que se trata de objetos con una herencia ancestral que nos define y nos hace recordar el origen del lugar que hoy habitamos como mexicanos además del valor que tienen como parte de nuestra historia, la elección de adoptarlo como identidad propia es otro asunto.
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Fuente
Revista Mexicanísimo. Revista mensual No. 96. Abril 2016 “Tejiendo tradiciones. Moda y arte textil en el México indígena” Turok W., Martha. pp. 24-34
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