Elecciones

El pasado cinco de junio se llevaron a cabo votaciones en 12 estados de la República para gubernaturas y en la Ciudad de México para...

14 de junio, 2016

El pasado cinco de junio se llevaron a cabo votaciones en 12 estados de la República para gubernaturas y en la Ciudad de México para elegir a los integrantes de la Asamblea Constituyente. Una semana no ha sido suficiente para que analistas, comentaristas, comunicadores, periodistas, caricaturistas y memes aborden el tema desde diversas posturas y yo sólo tengo una pregunta: ¿Una jornada electoral con el 70% de abstencionismo no es un foco rojo para la clase política de la megalópolis?

Lo alarmante son las triquiñuelas de las que se valen ciertos políticos y partidos para conseguir votos, parece increíble que en pleno siglo XXI nos sigan ofreciendo estímulos económicos o pintura o despensas pero lo verdaderamente lamentable es que exista todavía quien se deje llevar por fanatismo o ignorancia o ¿de veras necesidad? En Facebook circularon dos post en el grupo creado por el comité vecinal donde vivo en los cuales se hizo evidente por un lado, el ofrecimiento económico del PRI para conseguir votos cuyos conejillos de indias se amotinaron por la noche del domingo afuera del domicilio de la persona que les prometió el dinero para reclamar su pago. Por otro lado, circuló también una invitación a votar por el PRD que es el partido del Delegado en turno, ya que se están ocupando de la recuperación de espacios públicos y donarán pintura para bardas y fachadas.

No me constan ni una ni otras situaciones porque no las viví, las leí solamente junto con algunos comentarios vecinales y tampoco les di seguimiento porque no planeo hacer una nota en este espacio al respecto, lo menciono porque al igual que escribió el señor Ruiz-Healy en su columna del día lunes, lo que vimos y vivimos el pasado domingo fue un acto más de la democracia circense que “gobierna” nuestro país y me parece que parte de eso tiene que ver con nuestra pobre capacidad de elección a nivel personal porque no nos informamos, porque somos apáticos, porque no tenemos una cultura política, porque terminamos siendo corruptos o parte del sistema o manipulando al sistema o viviendo del sistema porque somos como borregos y caminamos con la manada y así nos ven los políticos desde su esfera, por eso nos siguen dando “pan y circo” pero ¿qué tal los eventos masivos en el Zócalo?

Digo que no tenemos capacidad de elección porque nadie nos enseña que somos libres y que podemos elegir, que todos los días tomamos pequeñas decisiones y eso va forjando el carácter y la capacidad de elección en la vida pero si nos da igual vestirnos con jeans o con traje sastre, viajar en microbús (que por cierto, según el Jefe de Gobierno de la Megálopolis ahora sí los va a sacar de circulación) o en metro, asistir o no a clases, si vivimos en medio de un gran sentimiento de apatía hasta en los asuntos personales ¿de verdad creemos que nuestro voto cuenta para los políticos?, ¿cuántos realmente nos informamos de las propuestas de los candidatos a cualquier cargo público y cuántos seguimos de cerca el cumplimiento de las mismas? Vaya, ¿cuántos ejercemos nuestro derecho a la información pública por parte de los funcionarios e instituciones públicas?, ¿cuántos saben de la Ley 3de3?, ¿cuántos tenemos un verdadero sentido de preocupación (y ocupación) por lo que pasa en nuestro país?

El asunto de las elecciones va más allá de asistir a la urna para ejercer nuestro voto pues se trata de un derecho del cual deberíamos estar completamente informados (que no manipulados) para elegir con verdadera convicción o para no elegir y reservarnos el derecho a votar pero seguido de una acción para presionar a los de arriba, a los que desde sus tribunas y curules se divierten a nuestras costillas. Ya no somos el mismo pueblo de la época de la Revolución y las batallas no se ganan con rifles sino con información, con preparación, con sentido de responsabilidad cívica y utilizando los mecanismos indicados para denunciar, exigir y recibir transparencia por parte de los funcionarios.

Sí, el abstencionismo es un indicador pero al igual que en los temas de calidad total cuando se aplica una auditoría y no se realizan acciones correctivas para los indicadores que salen mal evaluados, de nada sirve conocerlos y tenerlos a la vista si “nadie hace nada” o como solemos escuchar “aquí no pasa nada”.

¡Se los dejo de tarea!

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