El cine nunca volvió a tener el mismo significado en mi vida que después de haber cursado la materia de lenguaje cinematográfico y un taller de apreciación cinematográfica en la universidad, además de haber organizado algunas actividades de cine: funciones de premiere, presentaciones, festivales, etc. Fue el tiempo del boom y del “nuevo cine mexicano” cuyo telón abrió Alejandro González Iñarritu con el filme “Amores Perros”, fue también la época en la que leer a Rafael Aviña en el suplemento Primera Fila del diario Reforma, era cosa obligada para una estudiante universitaria como yo. Leer crítica cinematográfica me sedujo y me obligaba a mirar el cine desde una perspectiva diferente aunque siempre veía primero y leía después, a veces coincidía y otras no, pero aprendí cosas que en las clases no se decían. El tiempo pasó, me gradué, tomé con seriedad el camino laboral y dejé la pasión y la teoría cinematográfica para un mejor momento.
Este año, motivada por la inmediatez de las redes sociales y en el afán de encontrar una rendija por la cual “colarme” en temas casi inexplorados, la vida me regresó al tema cinematográfico y fue que encontré a Sergio Huidobro, crítico de cine, licenciado en Comunicación y maestro en Letras Latinoamericanas, ambas por la UNAM. En 2014 formó parte del Jurado Joven de la Semana de la Crítica del Festival de Cannes y, recientemente, del programa Berlinale Talents Press del Festival de Cine de Berlín, sus textos pueden leerse en Revista Premiere y La Tempestad, además de su participación en el programa Mi cine, tu cine de Canal Once. Contactarlo no fue sencillo, pero tampoco imposible y con una gentileza poco común, accedió a concederme unos minutos vía telefónica para poder hacerle algunas preguntas y preparar la presente colaboración.
De Dr. Jekyll a Mr. Hyde
En una conversación de tan sólo veinte minutos, Sergio me explicó con lujo de detalle que el aquí y el ahora del cine mexicano “no difiere mucho del contexto de la década de los noventa pues sigue dependiendo en gran parte del estado, lo cual no es bueno para ninguna industria aunque hay muchas más producciones independientes que son la única vía que hace posible dar vida a los proyectos”; por otro lado, las producciones siguen enfrentando el tema de la distribución “pues el tiempo de programación y proyección es mínimo en comparación al otorgado a las grandes producciones, lo cual obedece también al esquema de la oferta y la demanda”.
En ese sentido y una vez establecido el momento para el cine en México, me explicó que la crítica cinematográfica no pasa por un mejor momento pues el público no está preparado para leer crítica (de la formal y no de la que solo coloca estrellas) pero además (y aquí es donde Huidobro pone el dedo en la llaga) las preferencias indican que “somos fácilmente atrapados por el exceso de estímulos audiovisuales, sin lograr profundizar en el lenguaje cinematográfico como tal: el valor de una imagen, la edición del sonido, los diálogos, las tomas, etc.”
Pero ¿por qué hablar de crítica cinematográfica? ¿a quién le interesa? Y eso lo explica muy bien Sergio en una colaboración para la revista Cuadrivio: “La mejor relación posible entre un crítico y un cineasta, Ayala Blanco dixit, es no tener relación; éste es un chiste a medias, que apunta hacia las camarillas y los vicios de compadrazgo que históricamente han viciado o condicionado a la crítica cinematográfica mexicana. Más dañina aún resulta la eficacia con la que opera una crítica desligada del periodismo de investigación, que se acerca a su objeto de forma intuitiva o improvisada, que se alimenta de lugares comunes o que prioriza la mediación de terceros –entrevistas anteriores, crítica de otros festivales– antes que el acercamiento a la fuente directa. Se trata de una crítica que, reacia a definirse como ensayo, o como periodismo, o como texto de opinión, evade las responsabilidades y las tradiciones inherentes a los tres.”
Y es por eso que Sergio encuentra en la crítica de cine, una forma de acercarse al lenguaje cinematográfico desde una visión que permita una experiencia más profunda, al margen del gusto del espectador: “puede que no todos terminen adorando a Truffaut o Bergman pero al menos, tendrán los elementos para no quedarse a nivel del estímulo inmediato”. Es por ello que se define como un Dr. Jekyll y Mr. Hyde del cine pues tiene la posibilidad de acercar al público a un cine más artístico y de autor, al cine documental, al cine independiente, les brinda otras posibilidades que provocan el sentido crítico del espectador como una forma de crear público que cada vez demande más cine de calidad y de manufactura mexicana aunque no niega ni discrimina a los blockbuster de la industria siempre insistiendo en dar los fundamentos necesarios para consumir otros productos cinematográficos al tiempo que despertar el interés y la preparación para leer crítica.
Finalmente, Sergio me platica que a partir del próximo 9 de agosto y hasta el 6 de septiembre, impartirá el taller de “Apreciación y Crítica Cinematográficas” en Casa Tomada, una propuesta independiente en colaboración con la revista La Tempestad que imparte una vez al año. Es así que el cine mexicano y la crítica de cine se abren brecha en un mundo que pareciera dejar de lado el fondo y la forma de lo que consume.
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