“Para todo existe remedio, menos la muerte.” – Ladrones de Bicicletas / 1948
Nadie nos prepara para bien morir y menos aún, para aceptar la muerte como un momento al que deberemos enfrentarnos tarde o temprano en primera, segunda o tercera persona. El vacío, el miedo, el dolor, la tristeza, la melancolía, la pena y la soledad que sentimos ante la muerte de quienes amamos es indescriptible y aunque tiene fecha de caducidad para no convertirlo en sufrimiento crónico, el paso para superarlo y seguir el día a día no es cosa sencilla pues hay que aprender a vivir sin la existencia de la otra persona.
El cine nos enfrenta a la muerte de diversas formas: a veces con humor, otras a través de historias de guerra o terror, o simplemente en filmes que mueven fibras sensibles en nosotros y nos hacen reflexionar sobre ese binomio inseparable que es la vida – muerte, como el caso de Dulce Noviembre (Estados Unidos, 2001) que relata la historia de Nelson Moss, un ejecutivo exitoso, escrupuloso y un tanto egoísta que conoce por casualidad a Sara, una mujer hermosa interna y externamente que le enseña a desapegarse de la vida rutinaria y normal que todos siguen. En un principio, Nelson no entiende los motivos que Sara tiene para comportarse tan extrañamente pues ella le pide que se convierta en su “chico de noviembre” y a pesar de que él le pide matrimonio, Sara se niega y es entonces que descubre que ella tiene cáncer y ha decidido dejar los tratamientos hasta que llegue su momento final y en tanto, disfrutar la vida al máximo y para ello elige a un chico diferente cada mes con quien pueda vivir al extremo. Dulce Noviembre es una historia que debe verse con un sentido filosófico sobre la vida; de lo contrario, resulta un discurso extraño y difícil de comprender pues los personajes principales están acompañados de un vagabundo, un niño sin padre y un par de hombres que durante la noche cambian totalmente su apariencia al convertirse en mujeres y que suman sus historias a la de los personajes principales para mostrarnos que la vida es más que el deber ser y la monotonía de la vida diaria.
Elegí este filme para la presente colaboración con el fin de cerrar el mes de agosto con un tema cinematográfico y porque en mi vida se cruzó la muerte irremediablemente hace unos días, después de que un ataque cerebral dejara en coma inducido a una tía materna a quien he amado profundamente y que falleció tras nueve días de estancia hospitalaria hasta que un fulminante paro cardíaco se presentó. Y es que uno no recibe lecciones sobre bien morir porque no sabemos si seremos presa de una terrible enfermedad que nos aqueje durante años y nos conduzca a la muerte, pero cierto es que sí podemos hacer todo lo posible por prevenir ciertos malestares a través de hábitos saludables; sin embargo, las costumbres y las creencias de cada uno pueden jugarnos en contra si nos negamos a someternos a un digno tratamiento médico para sanar, y es en este punto que el filme Dulce Noviembre hace su aparición, pues ante un diagnóstico de cáncer y la posibilidad de tratamientos Sara opta por la vida, libre de cosas artificiales y decide vivir disfrutando al máximo el tiempo de vida que le queda pero del otro lado, deja un sentimiento de frustración y tristeza en Nelson, quien se enamoró de ella y no alcanza a entender su despedida. Es pertinente recordar que la vida y la muerte son así: inesperadas y no podemos controlar a una ni a otra porque nunca estamos lo suficientemente preparados, lo único que podemos hacer es evitar tener saldos pendientes en las relaciones con los demás, disfrutar cada instante, agradecer por todo lo que tenemos y aprender a observar los milagros que nos rodean cada día; el resto, sólo sucede.
“Mira Nelson. Eso es la vida. Está pasando a nuestro alrededor todo el tiempo. Me parece tan hermoso…”
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Fuentes
https://es.wikipedia.org/wiki/Sweet_November
Frases de Película para la Vida Real. Lectorum. Cinefilia Colección. 2012
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