¡El Regreso del Cácaro!

“El cine debe ser instrumento de poesía, con todo lo que esta palabra pueda contener de sentido de liberación..."

21 de febrero, 2017

“El cine debe ser instrumento de poesía, con todo lo que esta palabra pueda contener de sentido de liberación, de subversión de la realidad, de umbral al mundo maravilloso del subconsciente, de inconformidad con la estrecha realidad que nos rodea.” – Luis Buñuel, 1959

En un momento de la historia en que la mirada colectiva se está volviendo hacia el interior para construir una especie de neo nacionalismos mediante el rescate de lo hecho en México, vale la pena revisar el camino que siguió el cine en nuestro país como resultado del periodo revolucionario y que significó la punta de lanza para alcanzar fama y reconocimiento internacional.

Al término de la Revolución Mexicana fue necesaria la construcción de una nación mexicana con una población homogeneizada y ordenada; en ese sentido, los discursos de la élite en el poder resaltaron esencialmente lo propio y la mexicanidad encontrando eco en diversos ámbitos, especialmente en las expresiones artísticas que completaron a la perfección los planes nacionalistas del entonces Secretario de Educación Pública, José Vasconcelos y el cine resultó determinante para el imaginario de nación pues fue el medio perfectamente dotado para transmitir las narrativas de naciones e imperios; todo esto, a pesar de que el cine alcanzó su máximo esplendor durante la llamada “Época de Oro” en la década de los 40. Carlos Monsiváis explica respecto a dicho fenómeno que el cine “Unifica en sus espectadores la idea básica que tienen de sí mismos y de sus comunidades, y consolida actitudes, géneros de canción, estilos de habla, lugares comunes del lirismo o la cursilería, las tradiciones a las que la tecnología lanza en vilo, ‘a todo lo que permite la pantalla’; en suma, todo lo que un amplio número de casos termina por institucionalizarse en la vida cotidiana.” Y va más allá todavía reuniendo en una especie de ritual a una comunidad que comparte lenguaje, cultura, región, etc. y que se equipara de forma simbólica a la reunión de nación.

La época dorada de nuestro cine tuvo su momento de máximo esplendor durante la Segunda Guerra Mundial aunque anteriormente ya había alcanzado un alto nivel técnico y artístico que le había ganado un mercado establecido el cual se extendió con el estreno del filme Allá en el Rancho Grande (1936) pionera de la comedia ranchera que alcanzó gran trascendencia: “Fue la primera cinta mexicana estrenada en mercados angloparlantes con subtítulos en inglés. Se presentó en Broadway (Nueva York) en el lanzamiento de su distribución nacional, en donde recibiría elogios de revistas como Newsweek. Este triunfo en particular provocó nuevas actividades comerciales del cine mexicano en Estados Unidos, en donde las empresas distribuidoras pronto establecieron múltiples sucursales: en San Antonio, El Paso y Nueva York y, por supuesto, Los Ángeles.” Fue también galardonada en el Festival de Venecia de 1938, con el premio a mejor fotografía otorgado a Gabriel Figueroa.

Cierto es que la identidad mexicana de hoy, dista mucho de los personajes que la época de oro nos heredó; sin embargo, el acto de mirarnos a través de los ojos de los demás e identificarnos es un fenómeno que ya no existe como tal pues si bien el cine mexicano sigue en pie de lucha tratando de hacerse un lugar en la industria, cierto es que sus pasos han sido más firmes en la realización de documentales que en largometrajes, sin contar que la falta de apoyos ha sido decisiva para la disminución en la producción. Tal vez desde “Amores Perros” (Alejandro González Iñárritu, 2000) en donde la selección de personajes e historias perfectamente dibujados contribuyó a la identificación del público con el filme no ha habido otro momento similar en la historia del “nuevo cine mexicano” quizá también por la heterogeneidad de la población mexicana en sus costumbres, tradiciones, cultura, preferencias, tendencias, afiliaciones políticas y religiosas, etc; sin duda, un gran reto para el cine de hoy.

Termino esta colaboración con las palabras de Alejandra Moreno Toscano, a propósito de la presentación del libro “Breve Historia del Cine Mexicano” de Emilio García Riera (1931 – 2002): “El gran invento del siglo es el más complejo de todos los inventos de un siglo que inventó muchas cosas, fue el de crear la ilusión de una imagen en movimiento. Cambió la percepción de lo real y lo ficticio, borró distancias, cambió la cultura al aficionar a las sociedades a mirarse, a sí mismas, a través de los ojos de otros. Ni siquiera los registros electrónicos de nuestros días, con su capacidad de transmitir imágenes en tiempo real, han revolucionado la percepción como lo hizo el cine. Las formas de comunicar historias podrán ser hoy más sofisticadas pero se mueven en los mismos terrenos emotivos desde su origen.”

El cine de la mitad del siglo pasado ganó un lugar en la percepción colectiva que hace falta rescatar desde una mirada que vuelva a dotar de identidad y que nos permita realmente decir: de México para el mundo sin limitarnos a la exportación de talentos únicamente.

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Fuentes

https://nuevomundo.revues.org/58346#ftn1

https://es.wikipedia.org/wiki/Cine_mexicano

Revista Tierra Adentro, Número 126, 2004.

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