Hace tiempo quería abordar un tema que me parece ambiguo: la compensación de un servicio a través de una propina, no me refiero al marco jurídico, financiero o económico sino a las implicaciones para el que la otorga y para el que la recibe. Dícese del servicio (del latín servitium “esclavitud, servidumbre”) acción y efecto de servir (del latín serviré) estar al servicio de alguien. Mientras que de la propina se dice que es la gratificación pequeña con que se recompensa un servicio eventual como muestra de satisfacción y es posible que el término nos remita de inmediato a la figura del mesero (mesera), el botones o el valet parking; aunque también se ha extendido a otras actividades como el “viene, viene”, el limpiaparabrisas, el empacador del supermercado, el taquero, el mensajero, el repartidor, el lavacoches, la camarista y el despachador de gasolina sólo por mencionar algunas. El asunto es que aunque se ha convertido en una práctica común y de todos los días, me parece que hemos caído en un exceso y hemos creado un monstruo.
En materia legal, no existe obligación a pagar propina a quien nos brinda un servicio aunque sí es un término que se considera en la Ley Federal del Trabajo desde hace más de 40 años en la que se estipula que “las propinas son parte del salario y que los patrones no podrán reservarse ni participar de ellas” lo cual aplica para comercios como hoteles, restaurantes, bares y otros similares y eso nos lleva al primer asunto: en algunos restaurantes, los patrones se reservan el derecho de pagar un salario mínimo argumentando que se compensa con lo que perciben los empleados por concepto de propinas pero no es mi interés profundizar en el tema laboral sino en la toma de conciencia de por qué sí o por qué no deberíamos dar una propina.
En primer lugar, ya sabemos que no estamos obligados a hacerlo y en segundo lugar, conocemos que existen empleos cuyo único ingreso es esa “compensación extraordinaria” pero además, según el estudio Una propina: las gratificaciones se relacionan con la corrupción, los países en que la costumbre de dar propina está más arraigada, existe una tasa más alta de corrupción. En Japón, las propinas no existen porque la paga es buena en todos los niveles de empleo y el servicio es perfecto pero sabemos que la filosofía japonesa es hacer las cosas bien, a la primera y es parte de su cultura, lo cual no sucede en México.
Así que podemos preguntarnos ¿qué es primero: el servicio o la propina? Todo esto viene a cuento porque frecuentemente leo en Twitter sobre las quejas respecto al mal servicio que reciben a diario los usuarios de diversos comercios independientemente de que las funciones de los empleados ameriten o no un pago de propina pero lo que percibo es que se les olvida a los grandes consorcios y cadenas comerciales que su función es brindar un servicio al cliente y que su único objetivo debe (o debería) ser superar sus expectativas y crear una experiencia agradable, cosa que ya no vemos en tiendas departamentales, restaurantes, cines y otros; bueno, hay lugares en los que ni siquiera se dignan a responder el saludo ni se atreven a dar opciones si es que no tienen lo que se busca pero el colmo es en los nuevos conceptos de restaurantes en donde usted paga primero y después recibe su pedido en la barra y muy lindos colocan una linda alcancía con la leyenda: “Agradecemos su propina” ¿a cambio de qué?
La propina ha generado abuso por parte de los empleadores y apatía en quienes brindan el servicio; total, la propina está asegurada porque es costumbre o porque está mal visto no dejarla o no cargarla a la cuenta a la hora de pagar. Sinceramente y aunque me consta que muchos viven de ella, sí me cuestiono cada vez que se trata de gratificar a alguien porque me parece que estamos pagando a cambio de un mal servicio pero además, haciendo cuentas (y esto lo escuché en un curso de Finanzas) al día aportamos una suma considerable de propinas porque se ha vuelto una práctica común y todo eso, multiplicado por el número de veces que hacemos uso de un servicio que implique “dar propina” o dígame si no le ha ocurrido que llega al estacionamiento de un centro comercial y nadie aparece pero ¿qué tal a la hora de retirarse?. Creo que no debería darnos remordimiento pedir la cuenta cerrada y aplicar algo así como: propina al que propina merece porque en todo caso, ya pagamos por un servicio y el resto, es algo extraordinario que otorgamos a cambio de un plus que pocos muy pocos hoy día están dispuestos a dar.
¡Se los dejo de tarea!
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Fuentes
http://www.eluniversal.com.mx/articulo/cartera/finanzas/2016/07/14/el-peso-de-la-propina
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