Ciegos, Sordos y Locos

2018, año complicado por el contexto político en que vivimos los mexicanos pues en seis meses estaremos votando para elegir al próximo presidente y el...

16 de enero, 2018

2018, año complicado por el contexto político en que vivimos los mexicanos pues en seis meses estaremos votando para elegir al próximo presidente y el panorama no augura nada bueno. Para empezar, ya hemos tenido noticia de muertes entre candidatos, asaltos en tiendas departamentales, saqueos y cambios en el actual gabinete. En lo privado, entre las calles, ahí donde ningún político de altos vuelos pone un pie, los ciudadanos padecemos la inseguridad todos los días porque pareciera que existe una encomienda entre la fuerza policial para no actuar, para no vigilar, para no hacer notar que existen.

Me refiero al alto, altísimo número de asaltos de autopartes y que pese a ser denunciado, haber dado cuenta en asamblea vecinal de la problemática a las autoridades delegacionales, territoriales y policiales no se obtiene ninguna respuesta porque la policía nada puede hacer, porque es muy difícil lograr que exista patrullaje en la zona, rondines policiacos o que acudan de forma inmediata ante la llamada de emergencia.

Los ciudadanos no podemos gozar de seguridad casi en ningún lugar: ni en la carreteras, ni en los restaurantes, ni en los bancos, ni en las tiendas, ni en el alto de un semáforo, vaya ¡Ni en casa propia! Porque los amantes de lo ajeno hoy tienen más trabajo que nunca pues a río revuelto, ganancia de pescadores y eso es justo lo que pasa en temporada electoral, ya que la existencia de problemáticas sociales asegura la llegada de un súper héroe que con falsas promesas y triquiñuelas, gana la elección porque así conviene a quienes ostentan el poder, más allá de partidos y candidatos de pacotilla.

Es fácil darse cuenta de que México necesita más que una elección para cambiar el rumbo político, la corrupción ha llegado hasta niveles vergonzosos y la credibilidad en las instituciones es nula. Los ciudadanos estamos cansados del protagonismo y el cinismo de los actores políticos, porque al margen de aplicar la conocida sentencia de que “tenemos el gobierno que merecemos” es cierto que el sistema político ya no funciona, nadie cree en ellos, no los queremos gobernando y el saqueo al país es de pena.

Lo notable es que ante los altos índices de violencia se atrevan a declarar que todo está bajo control, que no pasa nada y nos obliguen a levantar denuncias que no prosperan, que son engorrosas, que carecen de seguimiento, que no son más que una estadística que no es utilizad para la toma de decisiones; es decir, que todo está mal y nada funciona como debe. Los asaltos están a la orden del día, a plena luz y a veces, con una patrulla estacionada a la vuelta de la esquina. ¿No sería más fácil si en lugar de llenar archivos enteros con expedientes de denuncias que no prosperan y hacer largas filas para un trámite tan burocrático, existiera (y se aplicara) una verdadera estrategia de vigilancia y seguridad? Las posibles respuestas usted y yo las conocemos: falta de presupuesto, falta de personal en las filas policiacas, falta de todo diría yo. Y lo más importante, falta de voluntad porque la seguridad es para los políticos de altas esferas y para quien tiene la solvencia para pagar seguridad privada, mientras que a los demás nos “lleve Pifas”, total, somos simples mortales. Los asaltos en transporte colectivo no son nada nuevo pero el colmo es que se presenten hechos delictivos en la red del Metrobús, un servicio concesionado que debería asignar buena parte de su presupuesto a la seguridad de los pasajeros y que sin embargo, no sucede pues el personal que vigila las estaciones no está capacitado ni siquiera para asegurar que se respete el espacio exclusivo para mujeres, niños y ancianos, ya no digamos para dar información o atender un ilícito.

En México, nos gobiernan ciegos que viven en su esfera de cristal con relojes carísimos, viajes de lujo aunque no cumplan con sus funciones a cabalidad, sordos que no escuchan las inconformidades y protestas de quienes los eligen para cumplir y hacer cumplir la ley y locos porque en cuanto ponen un pie en las filas de la clase política, pierden la cordura y se sienten hijos de Zeus.

No nos queda más que reforzar medidas de autocuidado y seguridad, mantenernos alertas y seleccionar la información que recibimos por aquello de las fake news, tan de moda en los últimos tiempos, aunque esa, es otra historia.

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