Ganderkesee-Stenum, Alemania.- Después de la balacera del jueves pasado entre marinos y delincuentes pertenecientes al autodenominado cártel de Tláhuac, en el que perdieron la vida ocho de los últimos, incluido El Ojos, que supuestamente era el jefe de la organización, el delgado morenista en Tláhuac, Rigoberto Salgado Vázquez, declaró en un noticiero radiofónico que él desconocía que delincuentes tan bien organizados estuvieran operando en la delegación que aparentemente gobierna.
El que Rigoberto dijera desconocer la presencia del cártel de Tláhuac en la delegación del mismo nombre no se justifica para nada y más si tomamos en cuenta de que en una época no muy lejana fue director de seguridad pública delegacional y luego, antes de ser electo jefe delegacional, fue diputado federal representando a esa zona de la Ciudad de México. Es decir, que sí alguien sabe lo que ocurre en Tláhuac, es él.
Para corregir el error de Rigoberto, que fue resultado de su gran capacidad de mentira o alto grado de estupidez, el líder de los diputados locales de Morena, César Cravioto, quien cobró fama por ser el responsable de llevar a la mesa de cientos de miles de personas una leche artificial de marca Betty, que lo único natural que tenía eran las materias fecales que contenía, declaró ayer que Rigoberto sí sabía que El Ojos y su banda representaban un peligro para Tláhuac y que varias veces reportó su presencia y actividades a las autoridades correspondientes de la jefatura de gobierno de la CDMX.
Si es cierto lo que dice Cravioto, ¿Por qué no lo dijo Rigoberto el día en que fue entrevistado al respecto? ¿No lo dijo porque prefirió mentir o de plano es un estúpido?
La verdad es que está difícil creerles al delegado y al diputado. Es imposible aceptar que el primero ignorara presencia del citado cártel después de los diversos cargos que ha ocupado en Tláhuac. Tampoco es posible creerle a quién no se tentó el corazón para venderle leche de mentiras con caca de verdad a los pobres de la CDMX durante el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas.
El hecho es que en Tláhuac operaba el Cártel de Tláhuac, muy posiblemente bajo la mirada complaciente de Rigoberto Salgado. Y tal vez siga operando, porque las bandas delincuenciales tienen una extraordinaria capacidad de sobrevivir y adaptarse a la nueva realidad; se reinventan para seguir generando muerte y destrucción. Muerto El Ojos algún otro como él ocupará su lugar, ya sea pacíficamente o después de que quienes aspiren al cargo se maten los unos a los otros hasta que solo uno quede vivo.
Después de escuchar a Rigoberto y Cravioto, me preocupa que este par y otros parecidos a ellos creen que pueden gobernar al país.
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