Twitter: 91 millones; Facebook: 35 millones; Instagram: 24.6 millones; YouTube: 2.74 millones; Twitch: 152 100.
Los de arriba son los números de seguidores que hasta hace unos días tenía Donald Trump en cada una de estas redes sociales. A través de ellas, desde antes de ser candidato y hasta el viernes de la semana pasada, cuando sus cuentas fueron canceladas por las empresas propietarias de estas plataformas, el casi expresidente estadounidense insultó y humilló a sus adversarios, se mofó de diversos países (entre ellos México), distorsionó mil hechos, mintió una y mil veces (casi 25 mil desde que asumió la presidencia), promovió teorías conspirativas, difundió sus ideas racistas, sexistas y xenofóbicas, lanzó amenazas a diestra y siniestra, promovió el odio contra el islam, y explotó en su beneficio las profundas divisiones que existen en su país sin que le importara que, al hacerlo, contribuía a ahondarlas aún más.
Estoy seguro de que nadie, incluyendo el mismo Trump, jamás imaginó que las empresas tecnológicas se atreverían a cancelarle sus cuentas con el objeto de aislarlo de sus seguidores.
Pero lo hicieron.
Y fue el propio chiflado que dentro de ocho días desocupará la Casa Blanca quien les dio el pretexto y la justificación para hacerlo: el ataque contra el Capitolo en Washington, el miércoles pasado, que se dio después de que Trump le pidiera a sus seguidores que marcharan a la sede del poder legislativo para impedir que los senadores y representantes avalaran la elección presidencial de noviembre pasado que por poco más de siete millones de votos ganó el demócrata Joe Biden.
Ese día, Trump no solo les pidió que marcharan sino que les aseguró que él mismo iría al frente de ellos, lo cual fue una más de sus mentiras porque al terminar su discurso se subió a su camioneta blindada y se fue a la Casa Blanca, desde donde vio por la tele los hechos violentos que coronaron sus esfuerzos para invalidar la elección y quedarse otros cuatro años en el poder.
Además de cancelarle sus cuentas a Trump, las diferentes redes sociales están cancelándoselas a aquellos que defiendan sus falsedades, difundan mensajes de odio similares a los del presidente o amenacen de cualquier manera a los senadores, congresistas y demás políticos, sean demócratas o republicanos, que perciban como sus enemigos.
Nadie puede decir que Trump no se la buscó, porque desde hace meses arremetió, sin lograrlo, dañar y debilitar a las empresas tecnológicas, sobre todo a Twitter y a Facebook, después de que estas decidieran calificar sus mensajes que a su juicio eran mentirosos o manipuladores. Ahora, al verlo debilitado como consecuencia de sus propios errores y excesos, decidieron impedir los medios para comunicarse con sus millones de seguidores.
Después de lo que le ocurrió a Trump, cualquier gobernante alrededor del mundo debe ponerse a pensar dos veces la manera en que utilizará sus redes sociales porque si a través de ellas miente, desinforma, promueve la satanización de sus adversarios, manipula la realidad y abusa de cualquier maneras de su libertad de expresión para causarle un daño a otros, corre el riesgo de que sus cuentas sean canceladas.
Twitter: @ruizhealy
Facebook: Eduardo J Ruiz-Healy
Instagram: ruizhealy
Sitio: ruizhealytimes.com
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