Siendo gobernador de Oaxaca, Benito Juárez pronunció un discurso el 2 de julio de 1852 al abrir el primer periodo de las sesiones del congreso oaxaqueño. Destaca para mí algo que dijo: “Los funcionarios públicos no pueden disponer de las rentas sin responsabilidad; no pueden gobernar a impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes; no pueden improvisar fortunas ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, resignándose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que la ley haya señalado”.
Es más que obvio que las palabras de don Benito se las llevó el viento porque la realidad nos demuestra que desde 1821, año en que nuestro país adquirió su independencia, hasta nuestros días, la mayoría de los “funcionarios púbicos” de cierto nivel han actuado en sentido contrario a lo que pensaba el oaxaqueño.
Es innegable que durante los 55 años que transcurrieron desde la independencia hasta la llegada de Porfirio Díaz a la presidencia, los 34 años del porfiriato, los 10 años de la lucha armada revolucionaria y su subsecuente guerra civil, y los 97 años que han transcurrido desde el fin de la Revolución, México ha sido gobernado por muchos individuos que solo pueden ser calificados como rateros.
Durante los últimos meses han salido a la luz pública las supuestas raterías de varios ex gobernadores, de una candidata a una gubernatura y de una diputada local que fue ungida como candidata a presidenta municipal por el dueño de su partido.
La lista de rateros que han ocupado cargos públicos de toda índole durante los últimos 196 años es extensa y no cabría en este espacio. El 18 de abril pasado publiqué aquí los nombres de 32 gobernadores y ex gobernadores que dejaron hace poco sus cargos cuyas supuestas raterías han sido formal o informalmente denunciadas.
Y a esta interminable lista de quienes son o han sido funcionarios federales, estatales y municipales, juzgadores, legisladores o líderes sindicales, es necesario añadir los nombres de esposas, cuñados, padres, hijos, compadres y amigos que han sido los cómplices o beneficiarios de sus raterías.
Los nombres que ayer surgieron son los de Vanessa Guerrero y Cecilia Aguilar Morales, esposa y cuñada, respectivamente, del ex gobernador priista de Coahuila, Humberto Moreira. Según el diario Reforma de la CDMX, entre 2013 y 2016 ambas manejaron poco más de 62 millones de dólares en cuentas bancarias en Mónaco y las Islas Caimán. Dudo que tal fortuna fuera producto del trabajo de ambas, que nunca se destacaron en actividad o profesión alguna. Lo lógico es suponer que es el producto de algunas de las supuestas raterías de su pariente.
Nos han gobernado rateros (con sus excepciones, claro está). Por eso el país sigue sumido en el subdesarrollo, la violencia y el desorden.
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