El presidente Andrés Manuel López Obrador presentó ayer los avances de la Estrategia Nacional de Prevención de Adicciones Juntos por la Paz. Para ampliar su explicación lo acompañaron subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud Hugo López-Gattel, el subsecretario de Seguridad Ricardo Mejía, y la secretaria técnica del Consejo Nacional de Salud Mental, Lorena Rodríguez.
Como alguien que ha perdido un ser querido a causa de una adicción, deseo de todo corazón que la estrategia sirva para prevenir que cientos de miles de personas, si es que no millones, adquieran cualquier adicción o que ayude a los adictos a superar su terrible enfermedad.
Andrés Manuel dijo: “he dado la instrucción que no vamos a transmitir durante algún tiempo mensajes sobre lo que estamos haciendo en el gobierno más que la campaña en contra de las adicciones. Eso es lo que se va a estar escuchando y viendo en radio, en televisión, en los periódicos… todo el apoyo del Estado para el plan de difusión, tanto por los convenios de publicidad que se tienen, como el uso de los tiempos oficiales, todo destinado a este propósito; porque si no detenemos el consumo, es muy difícil enfrentar el problema de la inseguridad y de la violencia …”.
Es indudable que la intención del presidente es loable. Sin embargo, ¿son efectivas las campañas que para desestimular el consumo de las drogas se difunden a través de los medios de comunicación y las redes sociales?
Los estudios que detecté sobre la materia indican que no.
Uno de ellos, realizado en 2008 por el National Institutes of Health, la principal agencia del gobierno estadounidense responsable de la investigación biomédica y de salud pública, determinó que “no tuvo efectos favorables en el comportamiento de los jóvenes” la campaña que ese gobierno realizó entre 1998 y 2004 con el propósito de desalentar el uso de drogas ilegales entre los jóvenes. Y no solo eso, a pesar de que en esa campaña se gastaron mil millones de dólares, “puede haber llevado a algunos a experimentar con drogas, un efecto boomerang no deseado”.
Keith Humphreys, profesor de psiquiatría en la Universidad de Stanford y ex asesor de políticas de drogas de los presidentes Bush y Obama, sugiere que en vez de que se le diga a un joven que las drogas son dañinas, se le diga que “si realmente quiere demostrar que es libre, que no fume… si quieres ser un niño genial, independiente y libre, tienes el poder de elegir otra cosa” según él, eso parece funcionar un poco mejor.
Para Humphreys, mejor que las campañas publicitarias es “enseñarles a los jóvenes habilidades de regulación emocional, ayudarlos a conectarse socialmente con otras personas y con otras cosas que son divertidas… las drogas producen, a corto plazo, recompensas. A largo plazo, son destructivas. Por lo tanto, los jóvenes deben participar en eventos comunitarios o religiosos o cualquier cosa que los atraiga y los haga felices, sin drogas”.
La Estrategia Nacional de Prevención de Adicciones Juntos por la Paz incluye muchas acciones, además de la campaña en medios. Ojalá funcione.
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