Escribí ayer sobre el tema de la muy probable intervención rusa en la elección presidencial de 2018. Al redactar mi texto ignoraba que se había cometido un ciberataque contra decenas de miles de computadoras alrededor del mundo, entre ellas las de la petrolera rusa Rosneft, las del gobierno y la banca ucranianos, y las varias empresas multinacionales en el Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Polonia y Estados Unidos.
El de ayer fue similar al ataque de marzo pasado, cuando un virus extorsionador (ramsomware, en inglés) infectó a más de 300,000 computadoras. Quienes esparcieron el virus amenazaron con destruir la información que contenían sus discos duros si sus dueños no pagaban un rescate equivalente a 300 dólares en bitcoins. Según se sabe, 30 empresas depositaron ese monto a la cuenta de bitcoins asociada con el ataque.
El de ayer fuer uno más de los muchos ataques perpetrados este año por hackers, terroristas y gobiernos contra computadoras localizadas en más de 100 países, entre ellos México.
Ante los hackeos y ciberataques perpetrados cada vez con mayor frecuencia, todas las organizaciones públicas y privadas del mundo, así como los particulares que navegan la red deben preocuparse por lo que ocurre actualmente en el ciberespacio.
El riesgo de ser víctima de un ciberataque aumentará exponencialmente en el futuro cercano. De acuerdo con Microsoft, el ciberespacio susceptible de ataque se está expandiendo con rapidez y en 2020 unas 4,000 millones de personas estarán en línea, manejando volúmenes de datos “50 veces mayores que los de hoy”.
Los hackers que trabajan por su cuenta o para alguna agencia gubernamental de un país pueden causar daños terribles a una persona, empresa o una nación. Si el ciberataque es exitoso puede inutilizar los sistemas de transmisión de datos que permiten que una organización moderna funcione eficaz y eficientemente.
No hay que ser muy creativo para imaginar como un particular o un gobierno pudieran afectar a México mediante diversos ciberataques. La lista del padrón nominal de electores que está en la memoria de las computadoras del Instituto Nacional Electoral pudiera ser manipulada para darle una ventaja a un partido o candidato, un hackeo exitoso pudiera obtener la información que hay dentro de la computadora de un candidato para después diseminarla públicamente, como le ocurrió a la del coordinador de la campaña electoral de Hillary Clinton. Los daños al sistema económico y político pudieran ser graves.
Si la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA) pudo ser exitosamente hackeada hace poco tiempo, es lógico suponer que lo mismo le sucederá a cualquier entidad pública y privada de nuestro país. Ojalá se estén tomando las precauciones necesarias y los encargados de la ciberseguridad no se sientan muy confiados.
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