El plan de Estados Unidos para sustituir los vehículos que consumen gasolina por vehículos eléctricos (EVs) en 2030, parece haber estado condenado al fracaso desde el principio. Se suponía que los EVs serían “inevitables”. Cómo olvidar cuando el presidente Joe Biden se puso al volante de una Hummer eléctrica blanca para promocionar su plan para acelerar la transición a los EVs (que la mitad de todos los autos nuevos vendidos fueran eléctricos para 2030), para reducir significativamente la contaminación y combatir el calentamiento global. Pero desde su origen, las ambiciosas reglas propuestas por Biden implicaron varios desafíos económicos, logísticos y legales.
La Ley de Reducción de la Inflación en EEUU creó una serie de incentivos para que los conductores compraran EVs y para que los fabricantes de automóviles invirtieran en estos. Se desencadenó una avalancha de nuevos proyectos: empezaron a aparecer plantas de EVs, instalaciones de fabricación de baterías y operaciones mineras.
A finales de 2022, cada vez más estadounidenses adquirían EVs. La transición a un futuro totalmente eléctrico parecía un éxito seguro. El gobierno demostraba de manera visible que estaba luchando contra la crisis climática, y que impulsaría la economía a través de nuevos empleos e inversiones. Pero la adquisición de EVs se ha topado con serios obstáculos.
Aunque las ventas de EVs siguen creciendo, el ritmo se ha desacelerado notablemente y el consenso de los analistas sugiere que EEUU no alcanzará los objetivos del gobierno.
Objetivos de ventas
Son varios los efectos por la disminución de la demanda: 1.- El inventario de EVs se ha ido acumulando en los concesionarios, incluso cuando los fabricantes han reducido los precios para tratar de atraer clientes. 2.- Los fabricantes han retrasado sus planes de inversión en EVs: Ford retrasó 12 mil millones de dólares de su inversión planificada de 15 mil millones de dólares, mientras que General Motors retrasó la producción de modelos clave, y descartó una asociación de 5 mil millones de dólares con Honda, para fabricar EVs más baratos. Incluso Tesla anunció que retrasaría la construcción de su fábrica en México. Los ejecutivos automotrices que alguna vez pregonaron el potencial de los EVs reconocen ahora públicamente todos sus contratiempos.
Los analistas de la industria señalan varias razones para la desaceleración, incluida una infraestructura de carga insuficiente y la falta de opciones asequibles de EVs. Pero son síntoma de un problema mayor: las fallas de origen del plan. En lugar de ver los EVs como parte de una estrategia para lograr un transporte más sostenible, EEUU buscó utilizarlos como reemplazo individual de los autos de combustión. Según Edward Niedermeyer, analista del sector, “el mito en el corazón de toda esta transición es que el automóvil de batería encajaría perfectamente en el espacio del de gasolina, y no es así.”
El mito de los vehículos eléctricos
La misión de sustituir los coches de gasolina por EVs ha dado lugar a una serie de errores de cálculo importantes:
1.- Tamaño. – En las últimas décadas, la industria automotriz estadounidense se centró en los autos de gran tamaño porque los conductores querían autos más grandes para sentirse más seguros. Los fabricantes redujeron la producción de modelos pequeños e hicieron los existentes más grandes. Pero no solo no eran más seguros, sino que los autos más grandes y menos eficientes eliminaron los beneficios ambientales derivados de normas de emisiones más estrictas.
Cuando los fabricantes pasaron a los EVs, se centraron en los tipos de automóviles que ya eran populares, lo que significó una avalancha de grandes SUV y camionetas electrificadas. Pero los EVs más grandes requieren baterías más grandes, lo que implica más materias primas para su fabricación, que obliga a los productores a aumentar sus operaciones mineras destructoras del medio ambiente. Si bien las baterías más grandes permiten a los conductores viajar más lejos entre cargas, también hacen que los autos sean más pesados, más peligrosos, más caros y peores para el planeta.
2.- “Ansiedad por la autonomía” que ha resultado en baterías masivas. – Si bien un EV puede satisfacer las necesidades de conducción de la mayoría de las personas, tiene problemas en los viajes por carretera debido a la necesidad de recargar; se esperaría que un EV rindiera al menos como un coche de gasolina. La mayoría de estadounidenses (según Ipsos, 73%), tienen preocupaciones sobre la autonomía de los EVs.
3.- Precios altos. – Aumentar la autonomía de los EVs implica mayores precios. Los automóviles con baterías grandes y autonomías más largas han dominado el mercado, lo que ha resultado en precios muy altos. Un análisis de CarGurus señala que los precios de los EVs en 2023 seguían siendo en promedio un 28% mayores que los de gasolina.
Además, dado el ambiente inflacionario, hay un límite natural para el número de estadounidenses que desean y pueden hacer el cambio a EVs. Se estimó que entre el 8% y el 9% de las ventas de vehículos nuevos en EEUU en 2023 serían eléctricos, pero está siendo difícil superar ese umbral.
La administración Biden apuesta a que los costos de los EVs bajarán con la producción en masa, pero la dificultad de conseguir materiales va en contra de eso. Según Carlos Tavares, CEO de Stellantis, “La asequibilidad no existe porque las materias primas son escasas, muy caras, y muy volátiles”.
El modelo noruego
Noruega introdujo subsidios para la adquisición de EVs y las ventas se dispararon, ahora prácticamente dominan las carreteras. Pero los analistas señalan que los desafíos noruegos son un mal augurio para el impulso de EVs en EEUU.
Noruega introdujo fuertes incentivos para conductores de EVs a partir de 2010: estacionamiento gratuito, permiso para conducir en carriles para autobuses y, lo más importante, exenciones de impuestos y tarifas para generarles ahorros. En 2023, el 87% de las ventas EVs fueron vehículos totalmente eléctricos. Aunque la cifra de ventas de EVs es alta, los datos de Estadísticas de Noruega indican que la proporción total de EVs en sus carreteras en 2022 fue solo de alrededor del 20%.
Incluso con este cambio, Noruega no está en camino de cumplir sus objetivos de reducción de emisiones para 2030, ya que hay más autos en circulación. Según el investigador Benjamin Sovacool, al igual que en EEUU, los compradores de EVs en Noruega “tienden a pertenecer a niveles de ingresos más altos y a menudo utilizan su EV como segundo coche”.
Además, han tenido muchas consecuencias no deseadas. Noruega muestra que si EEUU se apega al modelo actual de transición, el camino será difícil.
¿Habría que repensarlo?
En EEUU se discute que si el gobierno y los fabricantes de automóviles realmente quieren hacer que el transporte sea más sostenible, deberían incentivar los vehículos más pequeños, los autos híbridos, y el transporte público, como trenes y autobuses.
Los analistas de la industria señalan que los EVs deben centrarse en lo que hacen bien: viajes diarios cortos que se pueden realizar en autos pequeños y asequibles; para viajes largos, vehículos híbridos. Y un mejor transporte público y trenes interurbanos más rápidos podrían marcar una gran diferencia para las personas y el planeta.
EEUU, China y México
En su reciente visita a China con el primer ministro chino Li Qiang, Janet Yellen, secretaria del Tesoro de EEUU, reveló que la principal preocupación sobre el plan de EVs es que los autos chinos están inundando el mercado global. Yellen le dijo a Li que espera que “China considere la cuestión de la capacidad de producción objetivamente, desde una perspectiva global y orientada al mercado.” Y es que el exceso de capacidad instalada y los subsidios otorgan una amplia ventaja de costo (que consideran injusta) a las armadoras chinas que han salido a buscar mercados a nivel mundial.
En EEUU algunos reclaman que “hay que prohibir los EVs chinos ya” (senador Sherrod Brown), porque son “una amenaza existencial” para la industria automotriz estadounidense. Ven a los aranceles insuficientes.
México representa un reto para los planes de EEUU. El que en México se hayan disparado las importaciones de EVs chinos, les preocupa. Por ejemplo, BYD recientemente presentó un EV de menos de 10.000 dólares y está buscando una fábrica en nuestro país que le permitiría fabricar automóviles para el mercado estadounidense.
Según un estudio del Baker Institute, también hay riesgos de seguridad nacional: los EVs chinos “altamente conectados” son capaces de recopilar y transmitir datos sensibles sobre infraestructura y actividades que se llevan a cabo en EEUU.
Así las cosas, la industria de EVs parece estar presentando mayores desafíos que los que se calcularon en un principio. El éxito o fracaso de esta industria dependerá de la manera en que se implementen ajustes a los planes iniciales, atendiendo a la experiencia obtenida.
México es un jugador estratégico para China y EEUU. Se debe buscar balancear nuestros intereses económicos y políticos con estas dos potencias, sin perder de vista que lo más conveniente es mantener nuestra posición de socio estratégico comercial con EEUU.
(Con información de Business Insider y el Baker Institute).
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