La crisis de la democracia mexicana

El porvenir de la democracia mexicana no es halagueño; particularmente porque la administración Sheinbaum deberá actuar en un ambiente de negocios hipotecado por la gran incertidumbre que acarreará la reforma judicial morenista; tanto si el parlamento aprueba la propuesta presidencial, como si no lo hace y sigue vigente el aparato jurídico establecido.

Todo parece indicar que, a partir del mes próximo, la aplanadora populista franqueará el paso a la dictadura casi perfecta de color moreno. El paisaje futuro de la democracia mexicana no tiene ningún arcoiris; sino tempestades de diversas intensidades cayendo sobre el pluralismo. 

El triunfalismo de los ganadores se internalizó de tal manera en su pensamiento que los lleva a creerse gobernantes de México eternamente, dejando en el olvido que la historia nos enseña cómo es ilusoria esta pretensión de triunfo duradero. ¿Cómo? Como lo causan los escenarios conflictivos y contradictorios de los gobiernos; por ejemplo: el correspondiente a 2024/2030. 

AMLO decretó la pausa de la democracia liberal, pero también el rol protagónico del autoritarismo neo priista; es decir: que le dijo stop al liberalismo social mexicano de centro derecha para cederle el paso a la gobernanza de partido único legataria del estalinismo; por esto es una pausa muy peligrosa para la democracia mexicana, porque presagia “lo que se nos viene”, dijo Jorge Castañeda después de ser despido.

Ignorando que la única política de Estado que no hay que instrumentar, es la que tuvo éxito en el pasado; AMLO/Sheinbaum imprimirán su gestión 2018 a 2030 con la tinta y el papel del retorno a la economía petrolizada de los 1930.  Retorno desubicado porque estamos en el umbral de la economía numérica basada en los servicios; pero no en el apogeo del modelo entrópico de crecimiento basado en la industria. Retorno desubicado porque el escenario mundial de preguerra del presente difiere substancialmente del similar de los 1930; particularmente en los aspectos tecnológicos y organizativos no solamente de la economía, sino también de la política y de la sociedad. Retorno desubicado, porque, probablemente, AMLO no entendió que hoy en día domina el complejo empresarial digital /servicios; pero no el militar/industrial.

El dominio de este último tuvo lugar en el último tercio del siglo 20 preludiando a la Incertidumbre 21 donde prolifera el djiadismo, los ciberataques, el conflicto militar duradero y en Medio Oriente, el boom africano de la demografía y su repercusión en la migración, la rivalidad chino-norteamericana en el Pacífico, y la Rusia extraviada en resucitar al imperio zarista. Claudia Sheinbaum tendrá que vérselas con esta conflictualidad importada, la cual enmarcará en acero a su gestión de las controversias internas con respecto a la sepultura de la joven democracia mexicana.

Muerta a temprana edad , esta democracia mestiza estuvo en la corriente  de un capitalismo universal  que no derivó en una implantación sólida en el territorio de los aztecas; por lo que muy bien puede proyectarse  en su economía  sumergida  por el bajísimo crecimiento del producto nacional  y susceptible  de  celebrar un acuerdo institucional  autoritario influenciada  por la propaganda  china  de su modelo anti democrático y autócrata , pero muy eficiente  en el desarrollo de su competitividad nacional.

AMLO condujo una democracia iliberal a la mexicana porque la remitió a las elecciones y los referéndums a la medida de la oportunidad circunstancial. Surfeando en la oleada populista, usufructuó a la cultura priista impresa en el modelo mental compartido y dominante del Nacionalismo Revolucionario. Tuvo mucho éxito en institucionalizar la dictadura de las mayorías desterrando a la democracia dialogística mediante la represión del periodismo opositor y el hecho de otorgar todo el poder a los ganadores eliminando el control cruzado de las distintas esferas gubernamentales que permiten los poderes y los contra poderes.

Recientemente y en el escenario de la crisis democrática de México, apareció la bombera Claudia diciéndoles a los diputados morenistas que “no deben precipitarse”; así como que sí debían “respetar todos los procedimientos”. Ojalá que esta instrucción a los parlamentarios sea el anuncio de un proceso social conciliador; pero no polarizante.

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