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¿Por qué leer? Porque es fascinante cómo la tradición literaria nos sugiere una evolución y por supuesto que las expectativas de los lectores como individuos libres está también en constante evolución. Leer una novela, por ejemplo, permite gozar con esa plena libertad y dejar entrar a todos los seres animados o inanimados en cualquier momento; y, como nos sugiere Italo Calvino en “Por qué leer los clásicos”, releer esa misma novela puede cambiar tanto como el lector haya evolucionado con el paso de los años.
¿Por qué leer?, porque gracias a la lectura nos cambia la vida, cargar con ligereza y enamorarnos de aquellos textos que han sellado un sentimiento que causó el placer más grande, o nos da la opción de echar a un lado aquellos otros textos que creemos ociosos, frívolos; sin embargo, cabe señalar que al final somos la suma de todas esas lecturas. La experiencia de haber leído de todo un poco (o mucho) permite ser más cautelosos y selectivos dentro de ese universo de alternativas literarias. Así, como Italo Calvino plantea, una biblioteca no necesariamente debe contener esos libros “clásicos”, sino todos aquellos que queramos leer, releer.
¿Por qué leer?, también por el romanticismo, por esa quimera romántica que nos permite vivir otras vidas. Por la palabra que va cargada de historia. Por conocer la propuesta sobre el mundo que nos quiere transmitir el escritor. Por interactuar con los distintos géneros que nos conectan y atraen sutil o apasionadamente. Porque la literatura nos revela verdades en sus mentiras, como lo explica con gran ingenio Vargas Llosa en la introducción de su libro “La verdad de las mentiras”.
¿Acaso esta reflexión se aplica a la lectura de la literatura contemporánea o de la creciente literatura creativa?, esa literatura que va cargada de discursos sociales, de protesta y que por efecto de la globalización su lectura tiene un eco instantáneo en la colectividad; esa literatura que está atrayendo a más y más lectores tanto por lo que se cuenta como por la manera de contarlo.
¿Por qué leer?, porque el diálogo entre escritor y lector se envuelve de manera misteriosa. Lectores acérrimos los ha habido desde hace siglos a pesar de que la difusión de escritos era escasa. Con el surgimiento de las revistas y los periódicos, que se da entre los siglos XVII y XVIII, empieza a consolidarse el tan mencionado diálogo con el lector. Del siglo XVIII evoluciona hacia el XIX cuando los lectores reaccionan y se expresan frente a la sociedad que los rodea. Las primeras décadas del siglo XX fueron un verdadero encadenamiento de sentimientos que se asoman desde las esferas artísticas literarias, sociales y culturales hasta las políticas. La sociedad se replantea discursos y reflexiones. Los lectores críticos se preguntan sobre un nuevo compromiso social. El escritor urge ser leído, profundiza en el mundo a través de lo que escribe y demanda a un lector atento y responsable, quien ya vanguardista busca una solución, autonomía e identidad. El lector reconsidera y vibra al ritmo que los cambios se apoderan del siglo XX. El siglo XXI nos trae recursos que han trascendido como el internet y los blogs, entre otros, que dotan de posibilidades a los amantes de las letras para leer de una manera distinta o encontrar otras expresiones dentro de la literatura. ¡Toda una historia gracias a la lectura!
¿Por qué leer?, porque la lectura nos privilegia con su atemporalidad, vincula al ser humano con espacios y características propias. Porque leer es una invitación infinita a la disertación, a la empatía, al amor, al odio, a la compasión, al erotismo. Porque el lector es un aventurero que se ayuda de su actividad mental y pasión por asumir identidades o despreciarlas. La lectura nos enseña a vivir en mundos multifacéticos, lineales o alterados.
¿Por qué leer?, porque un lector se niega al anquilosamiento de ideas, de su potencial para sentir y pensar.
¿Por qué leer?, ¡pues! Yo, porque gracias a lo que leo me lanzo al precipicio trasgresor del ensayo libre. Mi intención es ser reflexiva. Desde la apreciación de la lectura que me abandona en mis pensamientos, en sentimientos que quebrantan la más estricta de las pasiones para volcarse en un espacio sin ventanas, sin paredes, sin techo, sin nada que me limite. Un espacio que me deja ser yo y todos, y según me lo dicte la lectura en mano, transportarme a todos los mundos posibles. Leer me individualiza. Inquieta. Encoleriza. Me da paz.
¿Por qué leer?, irreverente y simplemente, ahora para mí, por el mero placer.
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