Periodismo, García Márquez, Bolaño, Borges y Nietzsche

El periodismo comenta, desde todos sus géneros, el acontecer de la vida misma, por tanto, corre paralelo a ella.

7 de febrero, 2024

Ginés Sánchez

Periodismo, García Márquez, Bolaño, Borges y Nietzsche

Lo dijo, y no sin acierto, Gabriel García Márquez: el periodismo es el oficio más hermoso del mundo. Más allá de sus diversos formatos, confieso que mi preferido es el escrito y en papel, que se ha reducido (pero que no morirá nunca) en consecuencia a la irrupción del formato digital. El periodismo comenta, desde todos sus géneros, el acontecer de la vida misma, por tanto, corre paralelo a ella.

Decía el escritor y también periodista chileno Roberto Bolaño que su oficio (puntualmente el de escritor) estaba plagado de tontos, que estaban seguros de que su obra literaria tenía y tendría una influencia y fama que le aseguraban un permanencia a futuro en el tiempo que no podía ser más falsa, poniendo énfasis en lo fugaz y efímero de la gran mayoría de dichas obras; de soberbios por menos los tachaba y no sin razón.

Ahora, que en el periodismo esta aseveración (respecto a lo efímero) aumenta significativamente, dado la extrema fugacidad de los hechos cotidianos, así sean de lo más dramático, que trata el periodismo; el tiempo y la vida misma son a la par de pasajeros, frágiles y muy poco de una pieza periodística trascenderá el tiempo, ya no hablemos de años, sino de días o incluso horas.

Pero quizás la sentencia de García Márquez tenga que ver con un concepto del filósofo Friedrich Nietzsche, el de “EL ETERNO RETORNO”, que se refiere a una suerte de crítica a la concepción puramente lineal del tiempo del mundo “occidental”, de un pasado, presente y futuro, donde las más de las veces se sacrifica el momento presente en aras de expectativas futuras excedidas, que incluso pasan a lo religioso, al “más allá” según la concepción judeocristiana. En este caso en particular, esta percepción está bien tatuada en las mentes y espíritus del mundo de la modernidad y postmodernidad, a diferencia del concepto que han tendió y/o tienen otras culturas, como la antigua Grecia o algunas culturas orientales en el presente, en el cual se le ve al tiempo en perspectivas, se podría decir, “circulares”.

Nietzsche no sólo crítica sino que se atreve a proponer el concepto de percepción de vivir en el tiempo, el del eterno retorno, que no sería más que vivir el momento presente de la manera más plena, gozosa (dionisiaca incluso) posible de los acontecimientos, a grado tal que siempre se esté deseando volver a él, transcurriendo así la existencia presente del individuo en una mezcla de pasado y futuro, pero todo esto en torno a la única certeza de los tres: el PRESENTE.

De ahí quizás entonces, repito, eso del periodismo como el oficio más hermoso de todos, ya que el periodista vuelve a sus momentos efímeros y convierte al tiempo en un presente, feliz digamos, ¿por qué no?, perenne. Quizás entonces esta reflexión existencial de Nietzsche encuentre en el periodismo su versión mejor acabada.

Y para rematar, esto de la fugacidad del escritor y el periodismo, y de la vida misma, lo encierre un poema del argentino Jorge Luis Borges, que reza: “¿Dónde está la memoria de los días que fueron tuyos en la tierra y tejieron dicha y fueron para ti el universo? El río innumerable de los años los ha perdido; eres una palabra en un índice”.