Lewis Carroll y Tim Burton unidos por Alicia. (Tercera parte)

Lo que algunos llaman raro, yo lo llamo interesante. -Tim Burton

4 de septiembre, 2025

Diana Carrillo Liceaga

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Tim Burton en Alicia en el país de las maravillas, además de centrar la cámara en las penas que pasa el personaje principal, que se siente apartado de la sociedad, defiende la parte ingenua del protagonista. En su cine, señalan algunos críticos, reivindica la inocencia infantil, la imaginación como compañera y paliativo a esa soledad que se experimentará en la edad adulta. Con su discurso, nos remite a la infancia una y otra vez, al mundo perdido, olvidado y deseado. En sus películas, los protagonistas buscan una evolución frente a la comunidad o sociedad que es intolerante; así, de alguna manera la idea principal del director es que en la infancia se encuentra el verdadero paraíso.

En Alicia en el país de las maravillas, Burton recrea magistralmente el cuento de Carroll en donde el sueño de la infancia se sumerge en la fantasía y negación de la realidad, todo ello a través de un mundo cargado de seres imposibles: su protagonista es fugitiva de una sociedad y de las relaciones personales determinadas por ésta. Alicia encuentra en este mundo una salida a la cotidianeidad. Burton y su cine se sirven de Lewis Carroll para rechazar, a raíz de la transmutación de mundos que vive Alicia, confundida entre la realidad y la fantasía, el simulacro en el que viven y se desarrollan niños y jóvenes del siglo XXI. Cabe destacar que Burton encuentra en el cine de animación la posibilidad de recrear un universo que lo aleja de la imagen real y dolorosa, y así logra abundar en los paraísos perdidos de la infancia a través de cuerpos cinemáticos tan extravagantes como los espacios en los que se mueven, y que se insertan en la conciencia del espectador.

La adaptación de Alicia en el país de las maravillas, de Tim Burton, donde converge con efectos especiales, es una serie de reflexiones sobre la vida. En la película, Alicia debe tomar decisiones propias en un mundo donde impera la fantasía, donde tiene que desafiar a la reina y luchar contra un monstruo, y, del otro lado, en el mundo real, porque ella tiene que decidir qué es lo que quiere en su vida.

En Tim Burton, Genio y Obra de un Ícono del Cine, Anne Hathaway, quien interpretó a la Reina Blanca en la adaptación de Burton, señala que una de las razones por las que Alicia en el país de las maravillas y Tim forman tan buena pareja es porque nada es lo que parece en el país de las maravillas. En efecto, si se revisa con detenimiento la carrera del cineasta, nada es nunca lo que parece, o lo que debiera parecer. Asimismo, se afirma en dicho texto que el director quedó fascinado ante la posibilidad de explorar los sueños de Carroll a través de la animación digital; de ahí fluye ese surrealismo en el cine de Burton; así podemos encontrar algunos datos curiosos que se desprenden de Genio y Obra de un Ícono del Cine:

El genio de Burton encuentra su mejor expresión en algunos de los ciudadanos de Underland favoritos de Carroll. El director los clasificó todos en tres niveles de rareza. Hay actores reales en trajes ganadores de Óscar, desde la Alicia de Wasilowska hasta el Sombrerero Loco de Johnny Deep (aunque se le agrandaron los ojos digitalmente). Después se agregaron las criaturas creadas totalmente por ordenador, sólo dobladas por actores, como Lirona (Barbara Windsor) o el Conejo Blanco (Michael Sheen). Y entre ambos extremos se encuentran los “híbridos”, actores reales brutalmente alterados digitalmente (“mutados” fue el término empleado por Burton) y parcialmente interpretados mediante capturas en movimiento, como los de Crispin Glover para la alargada Jota de Corazones; un hinchado Matt Lucas interpretaba tanto a Tweedledum como a Tweedledee, y Helena Bonham Carter era la Reina Roja, con una cabeza bulbosa a juego con sus rabietas.

Ésta fue la primera vez que Tim Burton utilizó a una figura femenina como protagonista; ella trata de descubrirse a sí misma. Quizá Burton deseaba identificarse con su personaje: silenciosa, introspectiva, que no sabe a ciencia cierta cómo afrontar las cosas al ser una persona joven con alma vieja; otro guiño a ese devenir niño en el que, inexorablemente, siempre fluye la magia.

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