La Generación Romántica del 98

Estimados lectores, el presente escrito no trata sobre esa  inmortal Generación del 98 española iniciada por Baroja, Azorín y Maeztu, sino de la escasamente conocida Generación del 98 moreliana, integrada por un grupo de jóvenes en su mayoría “nicolaitas”, como...

18 de agosto, 2021 Generación Romántica del 98

Estimados lectores, el presente escrito no trata sobre esa  inmortal Generación del 98 española iniciada por BarojaAzorín y Maeztu, sino de la escasamente conocida Generación del 98 moreliana, integrada por un grupo de jóvenes en su mayoría “nicolaitas”, como se les decía entonces a los estudiantes del colegio de San Nicolás. Eran un puñado de admiradores de la poesía romántica, especialmente influenciados por aquel ferviente enamorado de la bella Rosario de la Peña, o sea, el estudiante de medicina Manuel Acuña. 

Debo decir que, Alfredo Maillefert (1889-1941) estuvo emparentado con el iniciador del Modernismo mexicano, Manuel Gutiérrez Nájera, y que nació en Taretan, Michoacán, falleciendo en la ciudad de México. Escribió su mejor libro, Laudanza de Michoacán, y un volumen de crítica literaria, Los libros que leí (1942). También de su autoría son Ancla en el tiempo, Una historia que contar y, Velero romántico, que precisamente en el capítulo VII de esta última de sus obras nos narra la historia de tal Generación. 

En Morelia, estos nacientes poetas rentaban una de las celdas del ya en desuso convento de los Agustinos, donde realizaban sus sesiones y tertulias, ubicado junto a la iglesia de San Agustín de Hipona. Sabido es que a causa de las Leyes de Reforma tal edificio fue arrebatado al Clero y vendido a particulares. El autor de Velero romántico nos platica que fue a partir de los años 1898 o 1900 cuando el grupito de jóvenes soñadores empezó a reunirse, especialmente durante las noches de luna, contemplando a través de la única ventana del recinto de la planta alta, los plateados fulgores iluminando parte del sur de la ciudad. 

En esta celda también estuvo instalada la redacción de El correo michoacano, uno de los semanarios fundados por el grupo, que antes habían editado El bohemio y Crisantema.

Y añade Maillefert: “Ya hacía tiempo que había alboreado el modernismo en las ciudades de Hispanoamérica, pero acá, en Morelia, todavía alumbraba la pálida Selene y todavía estaban quebrándose sobre sus casas las últimas olas del mar romántico”.

Estos últimos románticos de Morelia fueron, entre otros: Luis Murguía Guillén, Alfonso Aranda y Contreras, José Ortiz Rico, Francisco de S. Menocal, Donato Arenas  López, José Ortiz Vidales, Alfredo Iturbide y Fidel Silva. Este último escribió lo siguiente: “Aquí se recibía a los bohemios que de fuera venían a visitarnos. Así fue como conocí a Benjamín Arredondo, quien una bella tarde nos recitó ‘Melancolía’, ‘Helado amor’ y parte de su ‘Poema negro’, que la muerte no le dejó publicar”.

El penúltimo de los nombrados, Alfredo Iturbide, compuso “Adoración”,  poema de acendrada inspiración romántica:

 

Todo por ti la tempestad rugía,

y en medio el oleaje vacilaba;

mas pronto apareciste, amada mía,

¡feliz quien encontró lo que soñaba!

 

Deja que el mundo me condene a gritos,

hay muchas flores que el turbión deshoja,

mas contigo y mis sueños infinitos

¿qué me importan el mundo y mi congoja?

 

Tu mano salvadora, que en mis noches

llenas de amor, y luz, y poesía,

he quemado entre halagos y reproches

con mis besos de fuego ¡vida mía!

 

Es forzoso pensar en que me quieres,

mas mi razón obscura ya no alcanza

a creer tanta dicha… si te mueres

¿qué haré sin ti, mi última esperanza?

 

Deja que nos insulten los blasfemos

y busca fe en mi corazón de lumbre.

Apóyate en mi brazo. Ven, tenemos

que descansar triunfantes en la cumbre.

 

Y así, en incontables y plácidas noches de bohemia peregrinaron varios años y, algunos de tales poetas, de manera simbólica o realmente, como don Quijote, “volvieron a su aldea”. Y ya en cada una de ellas, continúa Maillefert, murieron jóvenes o sobrevivieron aislados, envejecidos. 

Otros fueron hasta lo último. “Así el jefe del grupo, Donato Arenas López que el 19 de octubre de 1906, apuró ‘el último cáliz’, y así Alfredo Iturbide [autor del poema] que, pisando apenas el umbral de sus veinticinco años, se dio un tiro en el pecho”.

Concluyendo, en reconocimiento a este gran escritor existe el colegio Alfredo Maillefert, que es una escuela de preescolar situada en la localidad de Belisario Domínguez, donde se imparte educación básica [preescolar general], y en  Morelia existe la calzada Alfredo Maillefert, llamada también Calzada de los Poetas, es una vialidad peatonal y cultural que existe en la parte oriente de la manzana que en conjunto ocupan el Centro de Convenciones y Exposiciones, el Teatro Morelos, el Orquidario, el Planetario Lic. Felipe Rivera y la Biblioteca Pública Gral. Francisco J. Múgica; que dicho sea de paso, este militar fue un admirable e incorruptible Jefe Político y de las Armas, en el entonces Territorio de Baja California Sur durante los años 1940 a 1946. 

 

FUENTE

Maillefert, Alfredo. Velero romántico, FCE, México, 1967, 140 pp.

 

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