Kapuściński y La familia humana

La semana anterior hablábamos de La familia humana, una exposición fotográfica curada por Edward Steichen, y que tenía como propósito mostrarnos que los seres humanos, más allá de nuestras diferencias superficiales, somos los mismos en cada rincón...

21 de noviembre, 2025

La semana anterior hablábamos de La familia humana, una exposición fotográfica curada por Edward Steichen, y que tenía como propósito mostrarnos que los seres humanos, más allá de nuestras diferencias superficiales, somos los mismos en cada rincón del mundo. Hoy iremos un poco más allá al respecto, tomando la opinión de un referente del periodismo.

Acerca de esta exposición, el célebre Ryszard Kapuściński explicaba que las quinientas tres fotografías escogidas por Edward Steichen y su equipo, tomadas en todas las longitudes y latitudes geográficas posibles, ilustran, no sólo la vida de los habitantes de nuestro planeta, sino “la comunidad de nuestro destino; una comunión de signos y sentimientos, de vivencias y experiencias, viviesen donde viviesen nuestros hermanos y hermanas retratados. No hay más que un solo ser humano, decían los autores de la exposición, como tampoco hay más que un solo mundo. Mundo somos todos” (1).

Como muy bien explica el mismo Kapuściński, el mundo tiene un aspecto diferente y se comprende de manera distinta, dependiendo desde el lugar de la Tierra que se mira al otro. Las diferencias, entonces, no son sustanciales sino apenas de carácter superficial. “Si no partimos de esta simple verdad, – explica Kapuściński– nos resultará difícil comprender el comportamiento de otros, los motivos y los objetivos que los llevan a comportarse de ésta y no de otra manera”(2).

En esa descarnada y aparente conjunto de diferencias, que no es otra cosa que una forma diversa de manifestar lo mismo, “cada individuo tiene su propio mapa del mundo. El del niño no se parece al del adulto. El del tibetano que jamás ha abandonado su montaña nada tiene que ver con el de un habitante de Manhattan, encerrado en los desfiladeros de su ciudad. De ahí la dificultad de comprensión mutua. Al hablar del mundo cada cual tiene su propio mapa, su propia visión, su propia imagen”(3).

Por eso, para el célebre periodista polaco, la idea de conocer el mundo es una ilusión, porque entre más se le recorre, entre más de sus rincones se visitan, “tanto más aumenta en nosotros la sensación de desconocerlo y la convicción de que somos incapaces de abarcarlo”(4).

Y reitera que “después de viajar por todos sus continentes a lo largo de más de cuarenta y cinco intensos años, tengo la impresión de no saber casi nada del mundo, a pesar de conocerlo bastante mejor que los que han viajado poco. Sé que el acervo de mis conocimientos es muy, pero que muy limitado”(5).

Sin embargo Kapuściński acierta cuando asegura que los seres humanos somos, en conjunto, un organismo cultural extremadamente complejo, que es sólo en su articulación total donde la magia de nuestra especie emerge de forma plena.

Lo que es un hecho es que esta exposición, convertida en libro, y célebre por la vuelta que le dio al mundo con su mensaje de unidad, es un proyecto de enorme ambición que habla de forma gráfica e inapelable de las semejanzas que dominan el género humano y que superan en todos los sentidos a aquello que nos separa y nos diferencia. Es una necedad, también muy propia de nuestra especie, centrarnos en lo que nos separa en vez de poner el énfasis en lo que compartimos. Quizá algún día consigamos entender el mensaje evidente que esas quinientas tres imágenes nos envían.

Web: www.juancarlosaldir.com

Instagram:  jcaldir

Twitter:   @jcaldir  

Facebook:  Juan Carlos Aldir

(1) Kapuściński, Ryszard, El mundo de hoy. Autorretrato de un reportero, Séptima Edición, España, Anagrama-Compactos, 2023, Pág. 102

(2) Íbidem, Pág. 103

(3) Íbidem, Pág. 104

(4) Ídem

(5) Ídem

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