Este México nuestro

“Quiero morir siendo esclavo de los principios, no de los hombres.” -Emiliano Zapata

21 de noviembre, 2023

Maria del Carmen Maqueo Garza

Es la mañana del 20 de noviembre en Piedras Negras, Coahuila, frontera que tuvo un papel preponderante en el logro de los objetivos de la Revolución Mexicana, consolidada en la Constitución de 1917 que nos rige como un país democrático, de instituciones. Una Carta Magna que contempla las situaciones que puede enfrentar el ciudadano, para prevenirlas y resolverlas en un clima de orden y de respeto. Cierto, hay que decirlo, con relativa frecuencia se violentan nuestros principios magnos, lamentable reconocerlo, con aquella máxima popular que dice que las leyes se hicieron para romperse.

Volviendo a las escenas que viví esta mañana en mi recorrido rumbo al supermercado, a primera hora de la mañana ya se había señalizado con cintas amarillas el trayecto que habría de seguir el contingente de grupos a desfilar, encabezados por nuestras autoridades. Como cada año, los tripulantes de diversos vehículos buscan la manera de rodear para cruzar la ciudad de un lado al otro y llegar a su destino. Por calles y avenidas avanzan a pie grupos familiares, desde niños pequeños en carriola hasta adultos mayores, lo que da cuenta que el entusiasmo patrio está ahí, en todos nosotros, nada más con que le den una raspadita a la costra de la indiferencia que a ratos nos invade, emerge alegre y festiva. Algo hay que decir, no siempre se sabe bien a bien lo que se celebra este día, pero el entusiasmo está ahí. Ya corresponde a los que hemos tenido mayores oportunidades de acercamiento a la historia de México, transmitir esos conocimientos a las nuevas generaciones.

Como madre de dos hijos adultos e independientes, cada ocasión como esta me recuerda las primeras experiencias con ellos, primero como espectadores del desfile. Sus primeros contactos con los caballos y su deslumbramiento frente a los carros alegóricos. Como cada año, es un deleite alegrar la vista observando la diversidad de artículos tricolores que venden en puestos ambulantes con motivo de la fecha. Ya más adelante revivo la emoción como madre de ir a dejarlos a la hora indicada con su grupo escolar, buscar una posición estratégica para verlos desfilar, y luego transportarme a toda velocidad para llegar al punto donde el contingente se disolvía para recogerlos. Así cada año, viviendo un par de horas que nos llevan a sentirnos orgullosos de nuestro origen y afortunados herederos de aquellos que dieron todo, hasta la vida, por un México justo y en paz.

El espíritu de Francisco I. Madero debe hacerse presente hoy en el Puente Internacional Número 1, por donde entró a México proveniente de San Antonio un 20 de noviembre, aunque las condiciones de inestabilidad no le permitieron el avance al interior del país. A la vez aparecerá el espíritu de Don Venustiano Carranza en el balcón del bello edificio de cantera de la Aduana Fronteriza, en 1913, durante el tiempo que estuvo aquí para redactar el Plan de Guadalupe. Y en todos los mexicanos aflora el espíritu de esa nación que ha sabido luchar por defender sus ideales revolucionarios, comprendidos en la Carta Magna que nos rige y que ha permitido que se den las condiciones para el florecimiento del país en sus diversas esferas del quehacer de hombres y mujeres hechos de barro y un destello de ingenio, creatividad y calidez humana.

Hoy por hoy, a disfrutar las fiestas con la familia. Cada día, a seguir luchando con inteligencia, sensatez y visión de futuro, por ese México que padres y abuelos soñaron para nosotros con su entusiasmo, su bravo arrojo y hasta con la vida. Retribuyamos su entrega patria con lealtad y patriotismo.