¿Se siente usted agobiado? ¿Se siente usted oprimido por su trabajo? ¿Se ha sentido desesperado por las condiciones del mundo actual? ¿Se siente mangoneado y utilizado y siente que su jefe no lo pela?
¡No desespere más! Hoy vengo a hablarle, nuevamente, de los beneficios de la lectura y de la escritura. Ya sé que parezco disco rayado con estos temas, pero en verdad son herramientas que, sabiéndolas usar, producen magia en nuestras vidas. Más aún en los tiempos actuales, en el que los países y sus ciudadanos se acercan peligrosamente a tendencias cada vez más autoritarias, es un momento perfecto para que nos volvamos a empoderar mediante la literatura.
La escritura creativa, por ejemplo, es un medio de empoderarnos en este mundo hostil de una manera low cost: únicamente se necesita un cuaderno y una pluma o un lápiz; o bien, podemos usar la misma computadora que utilizamos para nuestro trabajo. Intentaré explicarme de la manera más sencilla qué rayos quiero decir con esto.
Muchos de los más grandes escritores de la historia (como George Orwell, Philip Roth y Ernest Hemingway, por mencionar solamente a algunos) han escrito ensayos acerca de las motivaciones para escribir. Incluso es frecuente encontrar a escritores nuevos dando su opinión acerca del oficio y sus motivaciones para sentarse durante una cantidad ingente de horas enfrente de una hoja en blanco (ya sea de un documento virtual o a la vieja usanza) y llenarlo con tinta. Sin embargo, y a pesar de que todos tienen puntos muy válidos, pocas veces he leído acerca de lo que le voy a decir:
Escribir es una de las pocas cosas en las que podemos ser totalmente libres.
¿Qué relevancia tiene lo que acabo de decir? Verá: es probable que usted, quien amablemente lee esto, haya sido empleado en algún momento de su vida o incluso ahora mismo lo sea. Tal vez ahora usted ya tenga su propia empresa o negocio y es, como decimos comúnmente, “su propio jefe”. Lo cual está muy bien, pero, ya sea de una forma u otra, siempre debemos ceñirnos a ciertas reglas: al pago de impuestos, a los horarios de trabajo, a las órdenes de mandos superiores y un larguísimo etcétera. A veces, lo hacemos tan mecánicamente, que perdemos el punto de las órdenes que seguimos y comenzamos a obedecer por el gusto de obedecer. En este momento, me di cuenta del poder liberador de la escritura creativa, especialmente para la estirpe a la que he pertenecido en muchas ocasiones: la de los Godínez. Al escribir, únicamente hay que obedecer las reglas gramaticales y de ortografía.
¿Ha pensado acaso cómo sería una historia acerca de un extraterrestre que puede ver en cuatro dimensiones? ¿O acaso ha imaginado cómo sonaría la voz de un perro o un gato? ¿Ha imaginado cómo sería el planeta más bello del universo y cómo serían los habitantes de ese lugar? Usted puede crear muchos mundos en donde usted será amo y dueño de lo que ahí ocurra, en donde será el creador de seres que ni siquiera creía que fuesen posibles. ¿Es usted fanático de los finales felices, en donde el protagonista obtiene lo que siempre deseó? ¿O es más de los finales abiertos, que dejen al lector imaginando qué fue lo que ocurrió al final?
Escribir no tiene por qué ser una tarea solitaria. Existen muchos espacios y talleres de creación literaria en donde podrá usted compartir sus creaciones y leer la de los demás.
Por “escribir” no me refiero necesariamente a que sienta usted la obligación de volverse un autor de best sellers o que haya que aspirar a ser el próximo premio Nobel. A lo que me refiero es que, ante las salvajes planicies inexploradas de una hoja en blanco, usted puede encontrar e imaginar lo que desee.
Usted y solamente usted.
Debemos reconocer y sentir que, en las historias que usted haya creado, fruto de su imaginación, no manda el SAT, ni su jefe, ni sus amigos, ni su familia, ni el gobierno. Únicamente usted podrá mandar en él.
¿Aún no le he convencido de comenzar a escribir? Bueno, he aquí unas palabras de Kurt Vonnegut, quien nos dejó esta perla de sabiduría acerca del arte en general en su libro Un hombre sin patria:
“El arte no es una forma de ganarse la vida. Es más bien una forma muy humana de hacer la vida más soportable. Practicar un arte, bien o mal, es una forma de hacer crecer el alma. Por el amor de Dios, canten en la ducha. Escriban un poema para un amigo o para una amiga, aunque sea pésimo. Háganlo tan bien como sepan y obtendrán una enorme recompensa. Habrán creado algo”.
Además de hacer crecer nuestras almas, escribir lo que se nos venga en gana (a reserva de que deseemos compartirlo o no con el mundo) es uno de los pocos reductos que quedan para ejercer nuestra libertad, para liberarnos, empoderarnos y acercarnos a nuestra humanidad. Especialmente en estos tiempos, en donde estamos tan obsesionados por los likes en nuestros posts, a pesar de la impermanencia de éstos. Quién sabe, tal vez, algún día, resulte que usted ya creó decenas de cuentos y una que otra novela, cuyo mérito nadie le podrá arrebatar.
Así que, ¡a crear se ha dicho!
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