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Regular la inteligencia artificial

Precisamente porque el hombre contemporáneo no se siente seguro de nada ni de nadie, se ha convertido en un extraviado existencial.

8 de noviembre, 2023

Fernando Jeannot

En su versión neoclásica, la regulación consiste en la apertura a la competencia de antiguos monopolios públicos, generalmente por medio de organismos independientes del poder político; porque considera a la libre competencia como sinónimo de competitividad estructural. En su acepción institucionalista, se refiere al funcionamiento de un conjunto económico de acuerdo a instituciones formales o informales, las cuales reproducen a la organización capitalista por medio de un régimen competitivo o rentista. Tanto en el enfoque neoclásico como en el institucionalista, corresponde a la forma de compatibilizar las distintas ramas de la política económica gubernamental, tanto en términos coyunturales como estructurales.

Antes de 1989 se consideraban dos formas esenciales de regulación claramente diversas: el plan como instrumento de administración estatal del excedente económico; o el mercado como administración privada del mismo excedente nacional. Actualmente, las dos formas de administrar la economía tienden a converger, porque están acotadas por el funcionamiento privado basado en la planeación estratégica y el de Estado promotor de la economía de mercado.

La escuela neoclásica escribió (Stigler), la teoría donde la autoridad regulatoria es venal y está sometida a la influencia de los grupos de presión, por lo que no es garante del interés general. La regulación y su reglamentación son servicios que intercambian; por una parte, los políticos y funcionarios que toman decisiones de oferta y, por la otra parte, los empresarios que organizados en grupos de presión configuran a la demanda. Los oferentes buscan rentas de regulación maximizando oportunidades de reelección mediante financiamiento privado, u ocupando puestos directivos en las empresas estatales, o comprando espacios periodísticos, o tiempo de televisión. Los demandantes buscan rentas protegiéndose de la competencia, particularmente extranjera.

El regulador y el reglamentador devienen agentes que procuran el interés sectorial de los empresarios privados, el cual daña sensiblemente al interés general de la colectividad nacional. Como remedio de tal perjuicio general, el nobelizado Thaler propuso a los codazos amistosos (nudge) para convocar un comportamiento que conjuga el interés personal con el bien común mediante la empatía (Smith como continuador de otros utilitaristas) y evitando el autoritarismo de toda regulación gubernamental. Sin embargo, los antipáticos banqueros estadounidenses sepultaron a la teoría del empujoncito según el paternalismo neoliberal de Thaler y repetidores, para recuperar el valor funcional de la regulación.

La escuela institucionalista escribió la teoría de la regulación del crecimiento (enfoque francés de la regulación), la cual analiza a los regímenes institucionales de crecimiento en función de la estructura de la oferta y la demanda. La oferta depende de la eficiencia económica (innovación, organización del trabajo y las empresas, grado de mecanización y digitalización donde se encuentra la IA), dirigiéndose hacia las ganancias de productividad. La demanda depende del reparto de las ganancias de productividad entre salarios, rentas, beneficios del capital (Aglietta, Boyer, Bénassy, Mistral, Bernard Billaudot, Alain Lipietz). El enfoque metodológico de esta Escuela Francesa converge con el del Old Institutionalism o institucionalismo tradicional. Al costado de la Escuela Francesa de la Regulación el enfoque de Jean Tirole como representante de la Toulouse School of Economics se concentra en el estudio de los mercados no regulados y, en general, a las condiciones concretas de una regulación eficaz. El enfoque de Tirole y la Toulouse School of Economics converge con el de New Institutional Economics.

Aún en los EEUU, territorio de la aversión visceral a toda regulación de los mercados privados, el tiempo de esta fobia parece haberse agotado, porque Biden rodeado de los tops managers de Amazon, Anthropic, Google, Inflection AI, Meta, Microsoft et OpenAI dijo que este equipo utilizador de la IA será estratégico para encauzar esta innovación con responsabilidad y seguridad. Estos desarrolladores de la IA se han obligado a compartir los resultados de sus test y toda información capaz de tener consecuencias sobre la seguridad nacional, o la estabilidad económica o la salud pública. Esos test permitirán comprender los prejuicios sociales ante los peligros ciertos de los sistemas de IA, los cuales pueden tomar el control de los regímenes físicos o auto replicarse copiándose a sí mismos.

Inicialmente, el National Institute of Standards and Technology será el encargado de despuntar la regulación de la IA; mientras que, en seguida, los ministerios de la seguridad interior y de la energía asumirán la protección de las infraestructuras nacionales sea estas energéticas, químicas o nucleares. En vez de ser un acompañante pasivo de los mercados, el gobierno estadounidense deviene un gestor pro activo de la ciberseguridad utilizando a la IA para precaverse de la vulnerabilidad de los programas más estratégicos ante armas biológicas o bacteriológicas. Igualmente, de las falsas noticias o de las imágenes y palabras falsas creadas por la IA. Es que la IA puede cambiar nuestra cotidianeidad. El cambio institucional y organizativo es inapelable en la salud pública, el medioambiente, el mercado de trabajo, las ciudades, las noticias, la educación, la gobernanza pública o privada. En la próxima decenia se registrarán cambios tecnológicos que no aparecieron en los últimos cincuenta años: la revolución económica permanente acorta las brechas de oleadas de innovaciones sucesivas.

Cambios que no escapan al riesgo sistémico correspondiente a toda la estructura artefactual de la nación; el cual deviene multinacional a causa de la mundialización basada en las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, la robotización y la IA. Hay que innovar antes de regular, porque matar a la gallina de los huevos de oro representa hacer involucionar a la economía nacional y a su zona de influencia. Ser aprendiz de brujo requiere calificación de la mano de obra, porque están despistados quienes pretenden regular a la IA sin conocer a fondo su tecnología.

Los que no han configurado ninguna gran empresa de internet campeona nacional, perderán el tren del progreso tecnológico porque la competitividad mundial comienza por configurar campeones nacionales desde el interior para poder competir en el exterior de las grandes ligas. La IA generativa es capaz de producir textos o imágenes; por ejemplo: ChatGPT, Bard o Midjourney; como respuesta a una simple demanda redactada en lenguaje coloquial. Cuando el programa de gobierno del candidato Massa en Argentina pretende cerrar esta brecha mediante una economía cerrada a la libertad de comercio exterior y derrochando una cuantiosa cantidad de recursos públicos para comprar el voto de los electores cínicos; constatamos el oportunismo desvergonzado del mencionado personaje. El respectivo programa de Milei no es mejor, porque también y con un desenfado sinvergüenza promete igualar el nivel de desarrollo económico de Francia en el año 2053 mediante un paquete de reformas económicas totum revolutum, el cual es inviable en cualquier economía nacional del planeta. Regular a la IA convoca a riesgos existenciales ; es cierto, porque la humanidad ha logrado superar una parte de su miedo ancestral, pero lo que cada vez menos consigue es convivir con su prójimo sin temor y sin desconfianza Precisamente porque el hombre contemporáneo no se siente seguro de nada ni de nadie, se ha convertido en un extraviado existencial, no sólo en sentido metafísico, sino también y sobre todo la aporía neoclásica del sosía perdido en la muchedumbre de sosías; quien no podrá regular a la IA.