Todavía es tiempo para que AMLO mande su manuscrito original al Horror Film Prince of Wallachia, que es un concurso de historias de horror que se celebra en Rumanía a mediados de marzo. Aunque tal vez prefiera no gastar tanto en el correo y se decida a mandar su guion a Martin Scorsesse en el país del norte. Aparentemente su historia es buena y podría ser un éxito de taquilla.
El coronavirus nos ha traído con el alma en un hilo y ya no sabemos a quién creerle. Lo cierto es que el suspenso nos ha obligado al desarrollo de varias vacunas y la mayoría de la gente cree que van a ser la cura de tan fatídica situación. Como es de esperarse, los laboratorios más importantes se han lanzado al desarrollo y la investigación de una vacuna rápida y eficiente que nos libre de todos los mutantes que están por aparecer. El proceso de la vacuna es un asunto tardado que requiere de mucho conocimiento, gran paciencia y una cantidad cuantiosa para solventar los gastos. Después, cuando se tienen los productos, también llamados principios activos hay que someter toda la información a la FDA (Food and Drug Administration) en EEUU o a la WHO/UNICEF en Solna (Suecia). La información es un documento extenso que describe todas las pruebas, ensayos, reacciones en animales y en humanos, cuantiosísimos análisis clínicos, toxicológicos, inmunológicos, etc. que se realizaron en diversas poblaciones de individuos de diferentes edades y sexos. Estos proyectos utilizan entre 35 000 y 42 000 voluntarios en buen estado de salud y todos son ampliamente examinados y monitoreados en todos los parámetros que los investigadores juzgan adecuados para el estudio. Todos los resultados experimentales son sometidos a extremos controles de calidad y rigurosos análisis estadísticos, para garantizar homogeneidad y la confianza.
La FDA y la WHO/UNICEF son las autoridades mundiales que por decreto reciben, estudian, cuestionan, dictaminan y al final, si todo marcha bien, conceden el registro de venta y uso de todas las medicinas patentadas en cualquier parte del mundo. El registro es una garantía de calidad y eficiencia. A la fecha, las vacunas de Pfizer- BioNtech, Astra-Zéneca Oxford y Moderna son las únicas que han tenido la certificación de los organismos reguladores. Todos los demás están en vías de cumplimiento y aunque podrían usarse, carecen de la garantía y la formalidad requerida en estos casos.
Se sabe que existen otras cinco o seis que están en el cumplimento de la Fase III, pero aún no la completan. Entre éstos están los laboratorios chinos con su producto CanSinoBio desarrollado por la compañía Sinopharm y el Instituto de Producción de Biológicos en Pekín y los rusos con su vacuna Sputnik V desarrollada por el Centro de Investigación Gamaleya en Moscú. Desafortunadamente, ambos han mantenido sus progresos y desarrollos en secreto. De acuerdo con un reporte de las autoridades europeas, ninguna de las dos compañías había sometido documentación alguna al 10 de diciembre del año pasado. Otras compañías continúan con sus proyectos, pero aún no hay nada claro.
Cuando Pfizer-BioNtech anunció la certificación, el gobierno mexicano entabló pláticas con ellos para supuestamente adquirir las vacunas necesarias. Posteriormente, altas autoridades mexicanas aseguraron la adquisición de las vacunas e inclusive dieron un calendario preliminar de entregas. Hace 2-3 semanas el aeropuerto de la Ciudad de México se vistió de gala con la presencia de cinco ministros, directores departamentales, burócratas de alto nivel, la plana mayor de los medios de comunicación, vehículos artillados del ejército, en fin, todo un carnaval atendió la llegada de las vacunas. El avión de DHL se posó en la pista y de él bajaron un gran huacal que pronto desapareció en los transportes militares. Mi sorpresa fue mayúscula, yo esperaba más carga, pero no la hubo, eso fue todo. Ese día se recibieron en total 42 900 dosis que se fletaron en un avión que literalmente vino vacío. De inmediato pensé que eso era una muestra porque las transnacionales como Pfizer no pierden el tiempo en esa forma. Mientras tanto, el Canciller Ebrard eufórico echaba las campanas al vuelo: ¡Misión Cumplida!
Siguieron los discursos, los planes, las felicitaciones, en fin, el festejo a la mexicana. Ahí mismo se mencionó que para el final de enero del 2021 recibiríamos 1 417 659 dosis que se distribuirían equitativamente a todos los estados para que se iniciara la primera fase de la vacunación.
Mientras tanto, habría que empezar a vacunar…. obviamente cualquiera pensaría que los primeros serían los médicos, las enfermeras y todo el personal auxiliar en contacto directo con los pacientes, pero no fue así. El megaproyecto de las vacunas, un problema indiscutible de salud pública se transformó diametralmente en una argucia política burda e increíble, salpicada con la diaria verborrea de las noticias confusas, el condicionamiento político de la vacunación, el cambio en las prioridades, el incremento irrestricto de las defunciones, en fin, todo fue un caos. En cuestión de unos días, lo poco positivo que había surgido se derrumbó estrepitosamente, aunque todavía no sabíamos que faltaba lo peor.
Cada mañana nos dan una versión diferente, más grosera, más vulgar. La semana pasada nos enteramos de la renuncia de la doctora Miriam Veras Godoy, Coordinadora de la Vacunación quien en un principio declaró que “todo era una falacia y una mentira de nuestro presidente” para después corregir y soslayar que renunciaba por “motivos de salud”, lo cual es muy comprensible.
Días después, alguien empezó a solicitar los contratos de la compra de las vacunas a Pfizer, nuevamente volvimos a la andanada de respuestas vagas e imprecisas y las descalificaciones de los preguntones. Los cuestionamientos siguieron tomando fuerza al grado de que se filtró el comentario de que no había existido ningún contrato de compra-venta entre Pfizer y México.
El asunto cobró mayor importancia y desconfianza cuando la supuesta entrega de vacunas Pfizer se retrasó, la nueva explicación fue que México había cedido fraternalmente su oportunidad de entrega para que otros países con recursos limitados pudieran obtener una dotación donada y vacunaran a una porción de su población. Naturalmente, existía la promesa de que Pfizer nos resarciría la entrega total a mediados de febrero.
Las mentes inquietas siguieron investigando y averiguaron que México había recibido una muestra o tal vez, una caridad; no existe claridad en este punto; lo que sí resulto cierto es que al parecer no ha existido ninguna relación comercial entre México y Pfizer. Ellos están muy ocupados haciendo negocio con otros países y no van a sacrificar sus utilidades ni sus relaciones con un país y una política tan indefinida y tan poco formal como la nuestra. Las transnacionales no son hermanas de la caridad, su poder, estabilidad e influencia son mucho mayores que los de muchos países, especialmente los latinoamericanos.
Ante esta disyuntiva, nuestro Subsecretario, el mayor inepto epidemiólogo que he conocido, viajó a Argentina para informarse acerca de la vacuna soviética, la Sputnik V. Para su desgracia, no hubo mucho que averiguar, prácticamente regreso con las manos vacías; sin embargo, existen los rumores de que existe un gran interés de un grupo de inversionistas mexicanos por las vacunas, inclusive se contempló un viaje a Moscú. Después surgieron una serie de comentarios y rumores difíciles de confirmar, la situación clásica de la transparencia oficial del régimen.
El viernes 22 de enero nuestro presidente informó estar infectado por el coronavirus, lo cual de inmediato fue rechazado por la gran mayoría de mexicanos, quienes cansados de sus mentiras no dieron ningún crédito a sus palabras ni a sus acciones. El sentir general es que él trata por todos los medios de encontrar vacunas con otro proveedor, inclusive ha considerado sus posibilidades con la compañía soviética. La situación es tan desesperada que justo ayer se comunicó con Vladimir Putin para negociar la adquisición de las vacunas.
Las vacunas Sputnik V tienen muy mala reputación, ni los mismos soviéticos están dispuestos a utilizarlas. Además, existen otros inconvenientes:
- No están certificadas, por lo que virtualmente carecen de la garantía de eficiencia y confiabilidad. Se ha mencionado el transporte de un volumen de 24 millones de dosis en fechas próximas, sin especificar mayores detalles.
- Obviamente los precios de las vacunas serán bastante más reducidos que las vacunas certificadas, esto es un gran atractivo para nuestro presidente quien siempre ha escatimado los gastos en proyectos que no son de su interés. Su administración está enfocada en el financiamiento de los sobornos a los votantes en las próximas elecciones.
- Esto tiene relación con el acercamiento de los ejecutivos de Moderna (compañía norteamericana productora de vacuna certificada) quienes ofrecieron su producto al Estado Mexicano, pero que fueron rechazados por su excesivo costo, según declaraciones de H. López-Gatell.
- A la fecha, solo países como Bielorusia, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Palestina, Venezuela y Rusia están interesados en utilizar la Sputnik V, ningún otro país del mundo ha mostrado interés en las vacunas chinas o soviéticas.
- Las vacunas chinas y soviéticas no han sido certificadas y por lo tanto no ofrecen ninguna garantía de eficiencia. Científicos y epidemiólogos de todo el mundo han manifestado el gran riesgo que significaría usarlos como elemento de contención de la brutal pandemia que ha azotado a todos los países.
- Sería ocioso recalcar la gran irresponsabilidad, el tremendo error y la estupidez que significaría decidirse por el uso de la vacuna rusa en México.
Una vez más, nuestro presidente, fiel a su peculiar característica maníaca absolutista, ha delineado la escenografía, la música, el reparto de actores, el presupuesto, las locaciones y, sobre todo, el guion para que Scorsesse simplemente dirija las acciones. Sinceramente, espero que no realice su cometido, traería muchas más lágrimas, dolor y desesperanza a nuestra gente, ya tuvimos bastante de eso, es suficiente.
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