La obesidad es tu responsabilidad

La televisión, el cine y la mayoría de los medios informativos y revistas se encargaban de hacernos notar que el sobrepeso era un gran “pecado social”.

18 de enero, 2024 La obesidad es tu responsabilidad

El desprecio por la obesidad tuvo su origen en Hollywood, antes todo el mundo vivía feliz y contento. Después de la guerra mundial, la sociedad empezó a reclamar una cierta silueta escuálida, un tono de cabello rubio, la tez blanca, ojos claros, etc. Lo demás era considerado como inaceptable. Con el tiempo el rechazo fue creciendo paulatinamente, apoyado por la televisión, el cine y la mayoría de los medios informativos y revistas que se encargaban de hacernos notar que el sobrepeso era un gran pecado social. Las modas, los estilos de vida y otras exigencias imponían sus mensajes con mayor fuerza y exhortaban efusivamente a la adopción de una dieta, la inscripción a un gimnasio y la cuenta de calorías, estos eran los temas y las intenciones de una fracción del público que tenía la motivación y el presupuesto para costearlos.

Después de algún tiempo las cosas cambiaron, el furor de la crítica se volvió más tolerable, surgieron algunos especialistas en nutrición que explicaron con cierto detalle algunas características acerca de la química de los alimentos, su energética, el balance nutricional, las deficiencias y los trastornos digestivos, etc. 

Mucho tiempo después, fue en Heidelberg en el 2011 cuando gastroenterólogos, microbiólogos y médicos internistas, etc., hicieron una serie de descubrimientos que causaron un gran cambio en el entendimiento de la obesidad. Establecieron sin lugar a duda que la causa fundamental tenía su origen en los millones y millones de bacterias que vivían en nuestro intestino grueso degradando los alimentos ingeridos y extrayéndoles la energía química necesaria para el desarrollo de nuestras funciones. Aún más, que existía una estrechísima relación e influencia de estas bacterias en el funcionamiento de nuestro cerebro; todos estos detalles y muchas otras evidencias ya han sido ampliamente descritas en los artículos: Microbioma I y II de esta colección. 

Sin embargo, la historia es compleja, el asunto no es tan simple como parece. En resumen, nosotros hemos heredado una cierta carga de microorganismos que han vivido y vivirán con nosotros por el resto de nuestras vidas; dichos microorganismos realizan sus funciones eficientemente y determinan nuestra propensión a la obesidad en forma indirecta. 

Son varios los grupos de bacterias que realizan estas funciones en forma muy selectiva y eficiente, de entre los cuales sobresalen tres grandes grupos que han sido clasificadas como familias: las Bacteroidetes, las Firmicutes y otros grupos que son familias pequeñas de menor importancia.  Sin embargo, los géneros Bacteroides, Prevotella y Ruminococcus son los más importantes y de mayor trascendencia ya que se encuentran en todos los intestinos de los individuos del mundo. Estos tres géneros funcionan coordinadamente en sus funciones degradativas, se reparten el trabajo, lo que uno no puede degradar, lo realiza otro para luego extraer la energía química necesaria para mantener nuestro metabolismo. 

Este gran complejo bacteriano no solo degrada la estructura química de los alimentos consumidos, sino que también transforma a muchos de ellos en vitaminas, neurotransmisores y otros metabolitos que nuestro organismo no es capaz de sintetizar. La gran diferencia en todo este asombroso y preciso proceso es que los números o sea las poblaciones bacterianas de cada género son variables en cada individuo, haciendo que los resultados sean diferentes. A grandes rasgos, podemos citar las siguientes características de cada uno de ellos, para entender mejor las discrepancias.

El género Bacteroides se caracteriza por ser la clase dominante en el intestino grueso, es capaz de sintetizar numerosas enzimas que le permiten degradar las estructuras moleculares de la mayoría de los alimentos. Además, extraen la energía química en forma de fosfatos y sintetizan los radicales de la biotina, que es una de las vitaminas principales del complejo B. Esta características tan especiales promueven que los individuos con numerosas poblaciones de este tipo tengan la capacidad de obtener las mayores concentraciones de energía, esta eficiencia en realidad es una desventaja, pues significa una altísima posibilidad para desarrollar un sobrepeso que se incrementará si el individuo no la ocupa en actividades físicas que le reajusten y le impidan el sobrepeso. Este es uno de los factores principales de este elaborado proceso, pero no es el único, como lo veremos más adelante.

En cambio, el otro género el Prevotella es un tipo de bacteria más característico y frecuente en los organismos herbívoros, los vegetarianos. Entre otras de sus funciones importantes, intervienen en la biosíntesis de la tiamina, otra de las vitaminas importantes para el sostenimiento del metabolismo animal. Resulta obvio que estas características de ninguna manera influyen en el sobrepeso. Los otros géneros bacterianos desarrollan funciones importantes, pero definitivamente no contribuyen al problema.1 

Luego, salta a la vista la gran importancia que tienen todas estas bacterias en nuestra existencia, nuestra conducta y nuestra apariencia corporal. La herencia materna es como una lotería con la cual tenemos que convivir toda nuestra vida a menos que estemos dispuestos a someternos a cualquiera de los siguientes tratamientos:

  • Un tratamiento con nuevas drogas que la mayoría de las compañías farmacéuticas están investigando activamente, su objetivo fundamental es inhibir la sensación del hambre en nuestro cerebro. Esta manipulación es muy riesgosa ya que involucra modificaciones en nuestros circuitos neuronales con inhibiciones o inducciones de intermediarios neurotransmisores que pudieran ser contraproducentes o nocivos para muchos usuarios.
  •  La inducción de trasplantes fecales que no requieren más explicación, sino el minucioso recuento y el tipo de bacterias necesarias para ajustar el nivel de energía en cada organismo y la dieta más conveniente para reforzar los efectos del trasplante. Este es un procedimiento antiguo y rutinario en China y la India; existen comentarios positivos que aseguran que los resultados son muy eficientes. Varios laboratorios europeos están trabajando activamente en esta metodología. 

Existe otra posibilidad más económica y menos riesgosa para quienes quieran evitar o aminorar este problema. Esta metodología es eminentemente personal y requiere constancia y gran concentración del individuo; la metodología requiere lo siguiente:

  • Conocer nuestro sistema digestivo al grado de saber el tipo de alimento y los tamaños de las raciones que más perjudican a nuestro intestino grueso, desde luego; modificarlos o evitarlos.
  • Evitar a toda costa los alimentos procesados empacados en plásticos, de apariencia artificial, de fácil y rápida preparación, y obviamente elaborados con ingredientes de dudosa calidad. Es obvio que será difícil evitarlos totalmente, sin embargo, nuestro intestino estará mejor si reducimos significativamente el consumo.
  • Preferir a toda costa los alimentos e ingredientes naturales y de buena calidad sobre los paquetes de alimentos procesados y prefabricados en forma artificiosa. En cuanto a las frituras, evitarlas en lo posible, de ser muy necesario, prepara tus platillos con aceite de oliva o de otro ingrediente que no contenga hidrocarburos insaturados, las grasas animales son absolutamente prohibidas.
  • Evita en lo posible todo tipo de antibióticos u otro tipo de farmacéuticos que alteren drásticamente tu organismo, a menos que sean muy necesarios; éstos desequilibran, dañan y alteran las poblaciones bacterianas de tu bioma.
  • Trata de mantener en lo posible un ambiente emocional, tranquilo y sano que te permita disfrutar los objetos y las situaciones que te rodean y apreciar más el valor y la entereza de las personas cercanas a ti.

De ninguna manera se desea competir con El Dalai Lama, estas son las sugerencias simples, prácticas y económicamente viables que complementarían y contribuirían con el cumplimiento de tus responsabilidades. 

Mis mejores deseos.

REFERENCIAS:

1. Giulia Enders., Gut. Greystone Books, 2015. Vancouver, Berkeley.

 Correo electrónico: octopus_951@msn

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