En la llamada “contienda del siglo”, la rivalidad de EEUU con China, el poder de innovación será la fuerza que incline la balanza a favor de una de estas naciones. La innovación tecnológica es ya un eje central de la política internacional, un asunto de seguridad nacional y un factor diferenciador del desarrollo de los países alrededor del mundo.
El poder de la innovación tecnológica ha quedado de manifiesto en la guerra entre Rusia y Ucrania, donde la tecnología ha jugado un rol protagónico. Tras la invasión rusa, la información de inteligencia de Ucrania (datos más críticos) fue resguardada en la nube de tal manera que los ataques de misiles rusos dirigidos a destruir las oficinas centrales del gobierno, para paralizarlo, no cumplieran su objetivo. El presidente Zelensky, mediante sus aplicaciones móviles de “gobierno electrónico” (Diia) nunca ha dejado de operar. Pese a la supremacía rusa en armas y ejército, Ucrania ha ido un paso adelante en cuanto a innovación castrense (i.e. uso de drones y Starlink) y con ello, lo que Vladimir Putin pensaba sería una invasión rápida y fácil, ha resultado ser todo lo contrario.
Esta semana la revista Foreign Affairs presenta un estudio de Eric Schmidt sobre la innovación tecnológica como agente decisivo de definición geopolítica y para el avance efectivo del desarrollo mundial que incluyo en algunos puntos en mi análisis a continuación.
¿Cómo entender a la innovación tecnológica como poder?
El poder de innovación puede definirse como “la capacidad de inventar, adoptar y adaptar nuevas tecnologías”. Contribuye tanto al poder duro como al poder blando de una nación. Los sistemas de alta tecnología aumentan el poder militar, las nuevas plataformas y los estándares que las rigen brindan influencia económica, y la investigación y las tecnologías de vanguardia aumentan la presencia global de un país y proyectan su poder en el exterior.
En especial, los avances en inteligencia artificial (IA) están remodelando al mundo. Aún más poderosa que la IA, está surgiendo una forma más integral llamada “inteligencia general artificial” o AGI, enfocada a poder realizar cualquier tarea mental humana y superar inclusive al pensamiento científico.
El dominio tecnológico en ámbitos cruciales, como el militar, refuerza la capacidad de un país para hacer la guerra y, por tanto, fortalece sus capacidades disuasivas. La innovación también da forma al poder económico al tener los países una influencia mayor sobre las cadenas de suministro y establecer las reglas del juego. Esto fortalece el poder duro de las naciones.
La innovación tecnológica también impulsa el poder blando. Las empresas tecnológicas como Netflix, Google, Meta, y X, con sus contenidos globales, contribuyen a difundir los valores estadounidenses. China ha limitado a estas empresas dentro de su territorio, pero usa esta influencia en aplicaciones como Tik Tok. A decir de congresistas estadounidenses esta app “infiltra ideología del partido comunista chino (PCC) en la población estadounidense” (esta semana se discute en la Cámara Baja de EEUU si prohibirán su uso, si China no desinvierte en la app).
Según lo explica Schmidt, la capacidad de innovar más rápido y mejor, determinará el resultado de la competencia entre EEUU y China. Por ahora, EEUU sigue a la cabeza, pero China lo aventaja en ciertas áreas estratégicas.
La carrera por ganar en innovación
La innovación genera por sí misma más innovación, en parte porque se retroalimenta por los grupos de científicos que atraen y capacitan a otros, y por el mismo ciclo de invención, adopción y adaptación, que impulsa aún más innovación. Si algún eslabón de la cadena se rompe, también se rompe la capacidad para innovar de manera efectiva.
Se considera que EEUU lidera en materia de invención basado en años de investigación previa. Pero sus ventajas cada vez son menores, en parte por el auge de software que promueve que las tecnologías ahora se difundan más rápido en todo el mundo. La accesibilidad y disponibilidad de nuevos avances ha permitido que sus competidores alcancen una velocidad récord para alcanzarlos, como el caso de China (que además del espionaje económico y el no respetar patentes, adapta e implementa nuevas tecnologías y comercializa avances tecnológicos extranjeros).
En 2017, China anunció planes para convertirse en el líder mundial en IA para 2030, y según el estudio de Schmidt, es posible que lo logre antes. Es líder mundial en tecnología de vigilancia basada en IA, y sobre todo ya es líder en la producción de vehículos autónomos.
EEUU aún conserva una ventaja en computación cuántica, pero durante la última década China ha invertido al menos 10 mil millones de dólares en tecnología y redes cuánticas (casi diez veces más que el gobierno de EEUU, para construir computadoras cuánticas que puedan descifrar fácilmente los códigos actuales sin ser detectados).
Según el estudio de Schmidt, lo más alarmante es que es posible que el gobierno chino ya esté almacenando comunicaciones robadas e interceptadas con miras a descifrarlas una vez que posea la potencia informática para hacerlo (estrategia de “almacenar ahora, descifrar después”). Dice que, “todas las comunicaciones cifradas mediante métodos no cuánticos correrán el riesgo de ser interceptadas, lo que aumentará las apuestas chinas para lograr este avance primero”.
China también está intentando alcanzar a EEUU en biología sintética, que potencia avances contra el cambio climático (desde 2019, la inversión privada china ha superado a la estadounidense en esta materia).
En 5G, China lidera. En EEUU su despliegue ha sido lento, en parte porque el Departamento de Defensa controla la mayor parte del espectro de radio de alta frecuencia que utiliza 5G. Para alcanzar a China, Schmidt señala que el Pentágono tendría que abrir más espectro a los actores privados.
En lo que respecta a los semiconductores, China está financiando esfuerzos sin precedentes para convertirse en líder en su fabricación para 2030 (está creando chips de “siete nanómetros”, y tiene planes para producir chips de “cinco nanómetros”). Por ahora, EEUU sigue superando a China, al igual que sus aliados, Taiwán y Corea del Sur.
En octubre de 2022, la administración de Joe Biden prohibió que las principales empresas estadounidenses que producen chips informáticos de IA le vendan a China. Sin embargo, las empresas chinas controlan el 85 por ciento del procesamiento de los minerales de tierras raras (como litio y cobalto) que se utilizan en estos chips, y otros componentes electrónicos críticos, lo que ofrece un importante punto de influencia sobre sus competidores.
Invertir en el futuro
Según Schmidt, el apoyo gubernamental ha tenido un papel fundamental en el impulso de la innovación en EEUU pero debería crearse un “Consejo de Competitividad Tecnológica” para “coordinar la acción entre los actores privados y desarrollar un plan nacional para promover tecnologías emergentes cruciales”, (como la Ley CHIPS que destina 200.000 millones de dólares en financiación para investigación y desarrollo científico durante los próximos diez años). Y también debe invertir en talento (nacional e inmigrantes), que es el insumo que constituye el núcleo de la innovación.
Como parte de su estrategia de defensa militar, EEUU ha estado rediseñando sus políticas de defensa para invertir en infraestructura digital, incluyendo la aeroespacial. Es posible que cualquier futura guerra entre grandes potencias pueda empezar con un ciberataque generalizado. En combates reales, las unidades militares deben estar interconectadas y descentralizadas para superar a los oponentes. A decir de Schmidt, el Pentágono necesita proporcionar a los comandantes en el campo de batalla la mejor información para tomar decisiones precisas sobre el terreno.
¿Y México?
El contexto descrito anteriormente deja ver grandes retos y oportunidades para México. En el caso de los semiconductores, en el que el gobierno de EEUU está buscando redoblar esfuerzos para lograr “cadenas de suministro internas y amigas en tierra”, México debe apuntalar sus ventajas competitivas como su principal socio comercial, y por el nearshoring.
La falta de inversión en ciencia, tecnología e innovación provoca el rezago de innovación que hay en México, pues según el Índice Global de Innovación de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (WIPO), en 2023 teníamos la posición 58 de 132 economías estudiadas.
Según WIPO, México está apenas dentro de su potencial en este rubro (dentro del nivel de países en los que nos ubica), por lo que habría que urgir a las candidatas presidenciales, en esta época de propuestas de campañas electorales, a que prioricen la inversión en innovación y tecnología en sus proyectos, como motor de desarrollo del país.Es fundamental un nuevo enfoque en México. Los avances tecnológicos en los próximos 5 a 10 años definirán no solo los liderazgos globales, sino la competitividad de las economías a nivel mundial. En cuestión de tecnología, no solo para definir la nueva geopolítica sino para asegurar el desarrollo nacional, aplica el viejo mantra de Silicon Valley: “innovar o morir”.
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