Ser un país petrolero nos ha traído muchos dolores de cabeza. Desde el Tata Cárdenas en la década de los 30s no hemos vuelto a perfilar una corriente de idealismo económico efectiva que nos calce para generar crecimiento sano y sustentable.
El General Cárdenas promovió como proyectos de nación muy acertadamente, la unión laboral y campesina, la expropiación del petróleo y la educación superior, creando por cierto el IPN, ello como los cimientos de ese nuevo México.
A este México, para ayer, le hace falta una nueva visión de este calibre. Nos hace falta ese sentido de unión y de pertenencia. Un nuevo nacionalismo modernista y que sea acorde a estos tiempos de economía negra en el entorno global.
El diagnóstico de la economía con el cual coincido, es que los ricos del mundo han ido demasiado rápido y se han salido del camino justo en la curva de la desigualdad mundial.
Se ha llevado demasiado lejos la irresponsabilidad de administrar la riqueza. Por un lado conocemos ahora este tipo de rico como Donald Trump. Un presunto empresario con matices de claro racismo, viviendo del tráfico de influencias y cuyo talento de generar riqueza, se basa en la información privilegiada y el oportunismo político, para ahí meter sus inversiones en donde lucra más, gasta menos y hace su fascista voluntad.
En el otro extremo, María Asunción Aramburuzabala Larregui, una también millonaria por herencia pero emprendedora legítima cuyos proyectos inmobiliarios mandan un mensaje de trabajo y de responsabilidad social. Ella crea en ellos empleos y claramente se compromete con México al invertir su dinero en pesos. Por cierto recientemente enfrascada en una presunta lucha de valores e intereses con uno de los capos mediáticos. Para empezar en la economía de México nos faltan más empresarios como María Asunción y menos como Donaldo Trompetas o Juay de Rito.
La Reingeniería de México, requiere de una visión como la del Tata. Una en la que mínimo se defina, si vamos a usar nuestra privilegiada ubicación regional, nada más y nada menos, en medio del líder neoliberal (USA) y de los países Latino Americanos con sus golpeadas economías emergentes.
Sería mini Reingeniería Social, si a la de ya, construimos esta idea genial del gobierno de las nuevas zonas económicas, que son esperanza, pero que también puede ser parques industriales con cordones de seguridad para evitar la delincuencia y que sobre todo protejan a los inversionistas nacionales y extranjeros. (También estas zonas además de ser un bálsamo económico y dar empleo son una atractiva y valiosa densidad electoral en votos para quienes gobernarán).
La Reingeniería es buena para el gobierno sin duda porque ayudará a medir el cambio y a orientarlo. Su expresión matemática en términos de beneficios embelesa: (Maximizar el servicio al cliente y la calidad) sobre (la disminución del tiempo y los recursos económicos) para generar el cambio. R = Max(Cliente + Calidad) / Min(Tiempo + $).
Para un gobierno como el de México una visión de Reingeniería probable siguiendo la expresión anterior podría ser Crecimiento Económico = (Mejorar el Servicio a los Ciudadanos + Cumplimiento de los Compromisos con la Sociedad (seguridad, empleo, educación y salud)) / (Menos ineficiencia operativa y burocracia en los trámites y sobre todo menos dinero para gastos en el presupuesto de egresos de la nación.)
Es posible que gran parte de la desconfianza o inacción por la que atravesamos, se debió a un problema de organización de nuestros gobernantes.
México tiene por otro lado aún muchas oportunidades de hacia donde elegir el cambio. Tenemos todas las condiciones generales para revertir en los próximos años el tipo de cambio hacia franjas de 14.50 a 15.50 que según el análisis, es la tasa de cambio más conveniente, la que nos hace competitivos y no genera tanto efecto inflacionario.
En Reingeniería el componente más importante son y seguirán siendo las personas. En la economía de la relación del gobierno con sus ciudadanos son quienes representan esta variable a la que puede llamarse democracia lo más importante. Sin una buena relación no puede haber avance en los objetivos.
Que no nos pase en la economía de México como decía el griego Anaxágoras: “Si un barco no sabe a qué puerto se dirige, ningún viento le es favorable”. Triste profecía y tragedia anunciada para su propio país.
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