La distribución de la riqueza ha sido siempre el detonador del reacomodo del nuevo orden de las economías en el mundo. Hace miles de años (1500 a.c.) las conquistas se realizaban en base a grandes ejércitos como el de los persas, cuya astucia en el manejo del arco desconcertaba a los enemigos. Estos no veían físicamente a su adversario, sino sentían el efecto de sus flechas primeramente, para posteriormente ser aplastados por la infantería. Las invasiones fueron un juego de guerra por 3500 años y la mejor manera de ampliar los mercados y el comercio.
El hombre ha desarrollado esta creciente habilidad y necesidad de someter al hombre conquistándolo. En nuestros tiempos, aún antes de la guerra fría (1950s), la confrontación directa fue la mejor estrategia de sometimiento. Sin embargo, el fuerte empoderamiento de los ejércitos sobre todo los de Rusia y Estados Unidos tuvieron que hacernos repensar un modelo de conquista más viable. Una nueva guerra mundial ya no sería admisible ni asimilable por el número de bajas humanas.
Nos llegó entonces la era de las guerras económicas, el “Neoliberalismo”. El comercio internacional se hizo entonces el mejor sistema de conquista contemporáneo. El expansionismo se disfrazó en forma de bloques económicos y desaparecieron algunas fronteras para hacer negocios. Europa se conquistó a sí misma y creó en 1990 el proyecto del Euro apoyado esencialmente por los bancos e industrias alemanas, francesas e inglesas y por una base de compradores de otros países vecinos que alcanzó más de 200 millones de comunitarios.
En el año 2000 el Euro se convirtió en el mejor experimento y ejemplo de esta nueva forma de conquista, surgió entonces la figura de un gobierno central que administraría los flujos de capitales de acuerdo a una serie de reglas disciplinadas y precisas.
Grecia con su referendum, sin embargo, ha creado una gran volatilidad de estos flujos y reglas de capitales. El dispendio de sus gobernantes quienes fraguaron un engaño durante al menos 11 años, maquillando sus números deficitarios y sin más amanecieron con un endeudamiento del 183% de su PIB, rebasando con su economía quebrada en 5 veces el marco admitido de deuda para ser un miembro de la Unión Europea; ocasionó una desbandada de la banca mundial del Euro hacia el dólar para ganar utilidades cambiarias.
El otro efecto que ha contribuido a este clima volátil mundial, quizá más perjudicial que el mismo efecto Grecia, es el del efecto de la guerra económica del bloque árabe dirigido por Arabia Saudita y fijando para el mundo un nuevo precio del petróleo a través de su influencia en la OPEP. Todo ello como una sutil respuesta a la salida de Estados Unidos del combustóleo (base a petróleo) y la adopción por éste, del Gas Shale y nuevos, más limpios y renovables combustibles para las turbinas de generación de electricidad de los complejos eléctricos.
Al Naimi, el ministro del petróleo árabe ha diseñado un plan ingenioso para bajar el precio del petróleo temporalmente y así frenar la transformación de la industria eléctrica y detenerla ó al menos retrasar el uso del gas persuadiendo a los generadores de energía a no invertir y gastar en nueva tecnología. Todo esto al mismo tiempo que para otros competidores hace imposible seguir en el mercado, ya que el costo de extracción del barril en el desierto árabe es de 5 dólares pero el de aguas profundas es de entre 30 a 40 dólares dependiendo la técnica y profundidad. Así que un precio de 50 dólares a quien más beneficia es al bloque árabe.
Estos dos efectos han transformado la economía reciente del mundo. Por un lado, se ha provocado el refugio del capital de los bancos en divisas presumiblemente estables como el dólar americano, desajustando con esto el patrón de intercambio comercial global y obligando a los países a restringir el ingreso de bienes de consumo extranjeros, a incrementar sus subsidios a sus excedentes para colocarlos a la de ya en el mercado global y sobre todo a conservar sus reservas en dólares, relentizando a sus propias economías.
¿Cuánto durará esta guerra económica? Solo Estados Unidos lo sabe. La gran jugada ahora que nos falta presenciar, la cereza, será cuando el aumento de las tasas de interés de la FED amarre el poder de custodia del dólar sobre las otras naciones.
El mejor ejército ha hecho una jugada magistral, ha ganado su primera guerra global sin invertir un dólar, sin disparar una sola bala. Ha conquistado por el momento el mundo.
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