El rumbo del crecimiento, ¿extraviado?

Es claro que atravesamos una crisis económica mundial. No cabe duda que los mexicanos tenemos mala memoria. Hace tres décadas al menos sabíamos ya que...

6 de agosto, 2015

Es claro que atravesamos una crisis económica mundial. No cabe duda que los mexicanos tenemos mala memoria. Hace tres décadas al menos sabíamos ya que una economía petrolizada tenía un alto componente de riesgo y, sin embargo, parece que no hicimos un Plan B como país.

La renta petrolera hasta el año pasado (2014) nos entregaba el 35% del presupuesto de egresos nacional, si ésta se depreció un 40% es presumible que en este momento debamos asumir en esa misma proporción un faltante enorme de recursos para seguir operando las finanzas públicas. Sin Plan B, no puede ser más inoportuno nuestro modelo económico neoliberal y reformista. La ausencia de dinero y divisas, el encarecimiento del crédito y de las inversiones, nos hace pensar que la solución de crecimiento es un cambio más de fondo.

El presupuesto base 0 de la SHCP le da sentido a esta nueva realidad económica. Sin embargo, habría el faltante de redefinir como es que  aprovecharemos la coyuntura mundial para cambiar nuestra realidad económica y transformarla en crecimiento constante y sostenible.

En este país somos 128 millones, configurados en grupos económicos muy bien definidos, en lo alto: los bien-habidos y los mal habidos, luego los de clase media y al final los pobres con o sin trabajo. De estos mexicanos 95 millones acusan el cinturón bien apretado y 64 millones se hallan en pobreza alimentaria o extrema.

De acuerdo al INEGI, el 65% de todo el empleo del país proviene de 5 o 6 millones de negocios micros y familiares, con menos de 10 empleados. De estas micro-empresas, menos del 1% (50,000) son rentables y generan  rendimiento necesario para considerarse en expansión o crecimiento. Esto significa una gran debilidad estructural en el empleo del país porque muchos mexicanos se hallan estancados en una realidad sin cambio aparente en el mediano plazo.

Si queremos crecimiento económico desde una plataforma neoliberal-asistencialista no se pueden crear los empleos que se necesitan. Este modelo económico muestra señales de agotamiento. Ante el cambio de condiciones mundiales y adversas para México ya no es posible que el 50% de la economía se base en un “súper-gobierno” que, como proveedor de bienestar, por primera vez quizá en los últimos 30 años recientes durante este 2015 y 2016, se encuentre impedido para hacer llegar el apoyo a los más necesitados sin endeudarse. 

Por otro lado, el secreto de sanear la economía es no endeudarse y mucho menos en estos tiempos de canibalismo global. Ante la escasez de los flujos económicos, el FMI, el Banco Mundial y el Banco Central Europeo han tenido que comenzar un rediseño del fondeo del dinero. Harán sin duda una política más restrictiva de acceso a sus fondos contingentes. En resumen ya no van a soltar el financiamiento de una manera inmediata y sin la supervisión muy cercana, casi intervencionista, para esta clase de apoyos.

La economía de México tiene un componente estructurado y ordenado, pero otro más aleatorio e impredecible: “Nadie puede detener los deseos aspiracionales de una persona a crecer o al menos al sentimiento de libertad para intentarlo.” Este efecto se desordena o se hace negativo si el gobierno se desconecta o se halla ausente de estas aspiraciones.

Las personas se mueven en el rumbo y sentido de donde sus aspiraciones se hacen realidad. Si el gobierno no puede dar bienestar y superación a las personas que más lo necesitan, tras 50 años de programas asistencialistas, éstas buscaran una fuente de ingreso legítima o ilegítima en donde crean que crecerán.

Es aquí donde aquella paradoja de los cangrejos es más vigente que nunca. La economía formal-asistencial son los cangrejos que luchan por salir de la cubeta, la economía ilegal e informal son los cangrejos que jalan hacia abajo a los que luchan por la realidad de sus sueños.

Es decir, no podrá haber crecimiento si se comparten estas dos realidades tan opuestas. Es la división de la economía, la que crea esta mala realidad social. Lo neoliberal, por lo visto, impide que ricos y pobres se unan bajo la rectoría de pilares necesarios donde se conecten para crecer en paz. 

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