Las operaciones de instrumentos y productos financieros se dividen en dos segmentos principalmente: operaciones internacionales y nacionales.
El mercado de divisas es la plataforma financiera que sirve al mercado para realizar las operaciones relacionadas con el cambio de una moneda a otra con básicamente dos objetivos: 1 adquirir poder de compra en la nueva moneda y 2 prevenir el riesgo cambiario, es decir la pérdida de valor adquisitivo de la moneda que se vende/cambia.
Las operaciones de compra de divisas se realizan las 24 horas del día en forma electrónica. Los principales mercados de transferencia de pesos mexicanos se encuentran en Londres, Chicago y Nueva York.
En palabras alegres, el mercado internacional determina el valor del tipo de cambio peso-dólar de acuerdo a las órdenes de compra y venta de obligaciones en pesos mexicanos. A una mayor demanda de pesos el precio del peso se aprecia, a una mayor oferta, el peso se deprecia o debilita.
Nuestra relación con el dólar está determinada por esencialmente algunos eventos fundamentales.
Internacionalmente, ¿Cuándo el peso se deprecia?
Cuando una empresa que opera en pesos requiere dólares para cubrir los vencimientos de obligaciones internacionales adquiridas en dólares a través de instrumentos de deuda o porque decide adquirir poder de compra en una moneda diferente y por ello retira capital, dividendos, inversión o utilidades.
¿Cuándo el peso se apreciará internacionalmente?
Cuando una empresa, gobierno o persona física decide adquirir o comprar los instrumentos financieros en el mercado de divisas, mercado de dinero, mercado de futuros o mercado de capitales en pesos pagaderos en los mismos pesos mexicanos o invertir en México en pesos en el largo plazo.
Ahora, nacionalmente, ¿Cuándo el peso se deprecia?
Cuando nuestro mercado nacional requiere de insumos y servicios externos que no genera, cuando su balanza comercial es deficitaria (se importa más de lo que se exporta).
¿Cuándo el peso se apreciará?
Primeramente el peso se apreciará cuando existe el poder de consumo a través de salarios que permiten una buena movilización del flujo de capital a través de la compra de bienes y servicios y por ello los fabricantes desean poner sus productos en ese mercado.
En México como lo mencionamos en noviembre del año pasado se tiene un déficit cambiario (divisas) de entre 35 000 y 50 000 millones de dólares anuales principalmente producto de las transferencias de las utilidades de los bancos al extranjero y de las obligaciones y necesidades de pago de deuda en los mercados internacionales de las empresas que deben dólares.
Antes de la baja del barril de petróleo por debajo de 50 dólares, la venta de divisas al mercado internacional por parte de PEMEX ayudaba a palear esta fuerte demanda permitiendo que el peso se mantuviera en un rango estable en una franja de entre 13.50 a 14.50.
Como producto de la pérdida de valor del barril de petróleo en la actualidad rondando los 40 dólares (se perdió la inyección de divisas) el peso se deprecio a una nueva franja en el tipo de cambio que se estima en un valor de entre 16.50 y 17.50 para el 2016.
En México no nos conviene un tipo de cambio muy alto o por encima de 18.50 pesos entre otras cosas porque hay fuerte dependencia de las divisas en el mercado interno e internacional. Aunque el consumidor mexicano en los últimos meses ha dado signos de fortalecimiento no cuenta “aún” con un poder de consumo saludable y la productividad necesaria para abastecerse de los insumos y productos esenciales que permitan una economía con crecimiento.
El equilibrio en el mercado de divisas ha sido un fuerte dolor de cabeza que los economistas del Banxico y SHCP han tenido que salir a parchar con inyección de divisas discrecionales ante los compradores de dólares y con miras en los próximos procesos electorales de junio del 2016.
El mercado de divisas es implacable y está lleno de oportunistas, cazadores, cascadores y especuladores que esperan en la falta de regulación y la inacción de los gobiernos soberanos la oportunidad de salir a comprar monedas enfermas para aprovechar la tragedia y el infortunio ganando tasas de rendimiento lucrativas.
Por tanta gripe e influenza figurativa, el peso mexicano se ha vuelto la moneda favorita de los apostadores. Se debe salir cuanto antes de este juego perverso o de menos regularlo.
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