20 de Enero: Día Mundial de la Atrúmpida

Hasta los años 80's, aún en México fuimos un país proteccionista.

19 de enero, 2017

Hasta los años 80’s, aún en México fuimos un país proteccionista. Los gobiernos de Díaz Ordaz (1964), Echeverría Álvarez (1970) y López Portillo (1976) fueron convenientemente protectores de los puestos de trabajo de obreros y campesinos. Era entonces la época de oro del proteccionismo, la gloria de los sindicatos quienes botaban a empresas y marcas cuyos contratos colectivos de trabajo no se ciñeran a los moditos de esa gloriosa época laboral del sindicalismo. Entonces, por aquel tiempo el dólar era de 12.50 pesotes de los buenos, eran casi todos de plata, de los llamados Morelos. Durante 1988 con el arribo de Salinas De Gortari un grupo de tecnócratas dueños del rumbo económico del país comenzaron a explorar la idea de globalizar a México.

Es en base a la historia y la estadística que me atrevo a opinar que los temores de que le vaya mal a México son infundados. En primero porque ya le fue mal (terriblemente) estos dos años del 2015 y 2016 por jugar al neoliberal y reformista cargando 51 millones de pobres desempleados formales. Quizá se pensó, vaya usted a saber por qué, que alguien vendría a invertir, capacitar y a emplear resolviendo el problema de la desigualdad de este país por ósmosis y esperanza.

Permítame seguir insistiendo que a México no le puede ir mal porque hemos crecido menos del 2% en tres años, hemos perdido el 30% de la producción petrolera además del asuntito de los precios en barata; y sobre todo hemos dejado caer el poder adquisitivo y el empleo, producto de la tardía intervención del Banxico en la regulación de las divisas que a la fecha no ha sucedido. Mas mal no se puede, quizá un poco de inercia eso sí.

Si bien a favor de nuestros economistas no era posible adivinar el tren del proteccionismo inglés y norteamericano, sí se debieron ajustar los escenarios reformistas, ya que era temerario dejarle todo a las reformas estructurales y a nuestros empresarios e inversionistas seducidos siempre por los apetitosos dólares.

Ahora ya qué, no le puede ir peor a México porque hoy tenemos un dólar sobrevaluado en un momento conyuntural en donde requerimos de 50 mil millones anuales de esa divisa para sostener la demanda comercial del TLCAN o NAFTA.

Caray, estamos en el mismo México de 1988, quien lo diría. Hemos regresado al comienzo de todo, la misma vía de la macroeconomía llamada incertidumbre, desconfianza y tal vez, si no volteamos a crear fábricas y empresas 100% mexicanas otra vez, habrá que empezar de cero con todo, hasta con los pobres, eso sí, ahora llenos de economía informal e ilegal.  

Qué ironía, diría mi abuelo, tanta grandeza y seguimos tropezando con las mismas piedras de la infame corrupción y la partidocracia insensible, exactamente como antes.

Pero, sostengo, no le irá mal a México porque hemos aprendido a competir con los países más avanzados del mundo y sobre todo, porque para que le vaya mal a México, se necesita detener a 50 millones de mexicanos partiéndose la madre todos los días, pagando colegiaturas, corriendo para completar el supermercado, pagando la gasolina tributaria y luchando y asimilando en cada casa las malas decisiones de los tres poderes. Todos. Los. Días.

Ahora que bien se les invita amablemente a los empresarios que se fueron a retornar sus capitales al 8% de impuestos para crear los proyectos productivos y promover el intercambio de activos fijos. Hasta los políticos y el congreso han decido bajarse un 10% de prerrogativas. Tarde otra vez.

¿Que no sería mejor producir la gasolina que falta y sembrar ese maíz y dar chambas?

El gran José Vasconcelos, para algunas cosas, acuñó el concepto de la “universópolis” en donde habitaba la raza de bronce, la quinta raza. Una raza universal en donde todos sin distinción podrían convivir en armonía.

Le debemos a May y a Trump habernos retrocedido tanto en el tiempo para refundar el proteccionismo, ahora tendremos la zona económica de la “Atrúmpida”, un lugar en donde habrá una gran y bella puerta para el que esté dispuesto a convivir con los atrúmpes, a dejar los dólares en ese lugar sin pedir nada a cambio, eso sí, podrá consumir muchos chocolates y entrarle al “Black Friday”, pero sin llevarse riquezas… retroceso en forma de materialismo económico proteccionista, puro racismo insolente.

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