Del trabajo fantasma al trabajo virtual

El dinero sigue siendo tema tabú.

14 de enero, 2016

El dinero sigue siendo tema tabú. Nos asusta hablar de cualquier cosa relacionada con ganarlo, gastarlo, ahorrarlo o deberlo. Esto lo he palpado en el grupo de Facebook que administro, en el que pocas personas se han animado a publicar.

Una de ellas me preguntó por qué, ante el deplorable panorama de que muy pocas páginas PTC pagan con puntualidad, seguimos clicando para ellas. Por qué a sabiendas de que la ciberpaga no es importante, puesto que pasan meses antes de que se llegue a completar el equivalente a un salario mínimo, continuamos ahí.

La respuesta es simple, pero nada fácil de externar. Esa ganancia es una oportunidad extra de “picar cantera”. Es un dinero que no se ha hecho para quienes precisan con urgencia de cubrir sus gastos, sino para quienes tienen un modus vivendi ya establecido y pueden distraerse unos minutos clicando en alguna página de trabajo en la web.

Ese “pueden distraerse” significa que el tiempo que dediquen a ello no va a alterarles su tren de vida y no importa entonces cuánto se tarde en llegar el ingreso ni el monto del mismo. Será siempre algo extra que si se tiene, bien y si no, también bien.

Pero no olvidemos que las clases pobretonas imitamos a los ricos sin detenernos a pensar cómo es que pueden tener esa calma para generar, esperar y recibir sus ingresos; de qué manera podemos hacerle para llegar al mismo resultado de serenidad y disciplina que tienen ellos, sin incurrir en tacañerías para con nosotros mismos. En eso estriba la dureza del asunto. Porque como ellos, ¡también queremos ese billete!

En los trabajos presenciales las cosas no son distintas. Oficialmente, mi primer trabajo fue como auxiliar de secretaria en una librería que no tenía atención al público más que a través del trato con agentes de ventas.

Y lo digo así porque fue el primer empleo en donde se me dio Seguro Social y se me tomó en cuenta en Hacienda. Pero para llegar a ese despacho pasé por la cocina de un hotel de lujo, un puesto de jarciería en La Merced y un escritorio público.

Es decir que en realidad fue hasta mi cuarto empleo cuando pude tener un salario mínimo, atención médica y existir como sujeto económicamente activo con derechos y obligaciones.

El hecho de que los ambientes de trabajo dentro y fuera de la web sean escabrosos y tengamos que encontrarnos con jefes avaros obedece a conceptos del dinero que tenemos introyectados, que incluso compartimos con quienes nos explotan pero que no nos atrevemos a llevar a la oralidad y menos a la escritura. Creo que es tiempo de que lo hagamos. Es uno de los caminos para erradicar la pobreza.

Entré a las páginas PTC porque quería un ingreso extra y he permanecido “aunque se gane poquito” porque sí puede ser que se reduzca –si no es que se acabe– el dinero en efectivo. No he descubierto otro modo de empezar a tener un recurso acumulado en esta nueva forma y al mismo tiempo desarrollar la disciplina para verlo crecer y administrarlo.

Independientemente de la situación económica de cada quién, hay que hacer el esfuerzo de entender y aprovechar lo que hay, tal cual es y sacarle jugo a pesar de todo lo malo. Después de todo, eso es lo que hacemos con los trabajos presenciales.

Las páginas PTC brindan dos opciones de celebrar el trato con ellas: una cuenta standard que es gratuita y otras de diferente precio, que ofrecen mayor ganancia.

 Hay otros trabajos de traducción, de ventas o de dar opiniones en redes sociales –para decirlo con más exactitud, de troll–, pero esas son membresías por un año que se venden, como mínimo, en 60 dólares. En esas también se corre el riesgo de que no se reciba la paga, se pierda el dinero que se entregó por concepto de membresía y si además es un trabajo que requiere de una faena intelectual, de investigación, etc., ¡pues todo eso, al caño y asunto arreglado!

Ese es el riesgo en cualquier trabajo on line. La ventaja en las PTC es que clicar los anuncios para verlos por unos cuantos segundos, no requiere demostración de conocimientos de ninguna índole y si se atiene uno a las condiciones de una cuenta standard, la posibilidad de ganar sin arriesgar dinero es verdadera, aunque no se obtenga mucho.

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