Autores: Alejandra S. Inzunza, José Luis Pardo y Pablo Ferri
Editorial: Tusquets
La droga pertenece al diablo, pues provoca la letargia, el estancamiento, la pasividad, el servilismo.
Thomas Mann
Desde que el germano Albert Niemman en 1859, recién graduado de la universidad de Gottigen logró aislar los alcaloides de la hoja de coca y los nombró “Cocaína”, jamás imagino que daría el banderazo de salida de una industria que de acuerdo a la UNOSOC (Oficina de las Naciones Unidad contra la Droga y el Delito) produce cada año trescientos veinte mil millones de dólares, el equivalente al 1.5 del PIB mundial.
Negocio más que lucrativo de una droga admirada por intelectuales de la talla de William S. Borroughs, Sir Arthur Conan Doyle e incluso el mismo Sigmund Freud, quien en su obra ”Escritos sobre cocaína” enunciaba las propiedades curativas de éste alcaloide.
Por otra parte el tráfico de estupefacientes ha hecho que exista una probabilidad de muerte 5 veces mayor a la que hay en Europa y cada año mueran por su causa más de 157 mil personas (datos del 2013 de la UNOSOC) y que por cada kilo de cocaína que llega a la unión americana haya una estela de 4 muertos.
Un negocio que nos es develado por éstos jóvenes reporteros, cuyo trabajo los hizo acreedores al premio Ortega y Gasset de periodismo impreso en el 2014, texto que hoy es publicado en nuestro país bajo el sello de Tusquets.
En el libro, los autores nos narran las peripecias del tráfico de drogas a través no de sus Capos ni de las grandes organizaciones, sino a través de las historias de hambre y de terror que ocurren en los más de 55 mil kilómetros de miseria y sangre que lleva este mercado desde los Andes a Manhattan.
En él, los autores nos cuentan la vida de las favelas y del tráfico de droga, donde drogas de bajo costo como el Crack y el Bazuco, están creando un ejército de muertos vivientes, quienes por un gramo de droga de desecho, son capaces de lucrar con su cuerpo y matar.
Historias de las “mulas” o correos de la muerte, que con la promesa de un mundo mejor, son capaces de engullir hasta 55 capsulas de droga, para usar con riesgo de muerte su cuerpo, para que la droga llegue a las narices de la clase pudiente de Nueva York (la ciudad con más consumidores de cocaína en el mundo), y el resto, rebajado con raticida y solventes más que mortales, a las calles y suburbios del país más poderoso del mundo.
Un negocio que no conoce fronteras y que los gobiernos sabedores de lo lucrativo que es, lo apoyan en la clandestinidad, simulando su combate, castigando a traficantes, pero sin poner candados a los miles de millones de dólares que son blanqueados en el sistema financiero diariamente, en instituciones como HSBC y el Citigroup, sin que los verdaderos especuladores de los capitales sucios, vayan a parar a las cárceles, como lo hacen los que realizan el trabajo sucio.
Veremos como el narco ha dejado una estela de sangre y destrucción. Veremos como la doble moral de los gobiernos, ocasiona que por cada decomiso la droga sólo suba de precio y que los más de 20 millones aproximados de adictos en la unión americana, no se queden sin sus dosis.
Una radiografía, cruda cruel, que muestra que el tráfico de drogas, funciona igual que las multinacionales como la “Coca-Cola”, que en sus inicios llegó a utilizar este alcaloide para saborizar la famosa bebida.
Veremos en sus páginas como políticas permisivas son más eficaces que las punitivas. Ejemplo de ello, es Uruguay, donde su Presidente, el Ex guerrillero José Mujica legalizó pese a toda oposición primeramente el uso de la marihuana, como un ensayo para después incluir a las llamadas drogas duras, a pesar de que en dicho país, no hay una espiral de violencia como la que se vive diariamente en nuestro país y en Brasil, el segundo país consumidor de estupefacientes.
La permisividad ha dado más resultados que la confrontación directa, que sólo ha logrado que los grandes grupos criminales se radicalicen y aprendan de sus errores, además de lograr que un problema de salud pública devengue en un problema de seguridad hemisférica.
El libro concluye, que sólo aplicando políticas reguladoras como la utilizada para erradicar el tabaquismo (que ha dado buenos resultados en nuestro país) pueden erradicar su tráfico auspiciando su consumo regulado y responsable.
Lectura más que obligada para comprender el fenómeno y erradicarlo.
¡A leer! ¡Los libros no muerden!
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