Autor: Elizabeth Cline
Editorial: Paidós
Un libro que nos narra sobre el “escandaloso costo de la moda barata” y que hace una crítica de cómo somos manipulados actualmente por el mundo del glamour.
Cline, periodista y blogera newyorkina, nos cuenta a través de esta publicación sobre como el costo de la moda se ha mantenido a la baja en los últimos 15 años, haciendo que cada ”Fashion Victim” tenga la ropa más que suficiente como para abrir una tienda, haciendo obsoleto el simple hecho de remendar o coser.
El libro nos abre los ojos sobre el mundo que hay detrás de la moda desechable, y de cómo las grandes compañías como ZARA (Inditex), FOREVER 21, GAP y H&M ponen el último grito de la moda al alcance de nuestros bolsillos en detrimento de la economía y del medio ambiente, al utilizar en exceso la mano de obra barata semi esclava y el uso indiscriminado de telas sintéticas no degradables que son nocivas para el medio ambiente.
En un mundo donde el consumismo y la ilusión son lo que cuenta, donde la ropa “es de calidad relativa, y lo mejor es medirla en cantidad de lavadas”, la regla será que la ropa nos dure lo suficiente hasta que llegue la próxima tendencia.
Gracias a los bajos costos, la moda se ha globalizado y las colecciones “PRIMAVERA-VERANO” y “OTOÑO-INVIERNO” que marcaban el calendario del eje Milán, París y Nueva York, que regían el estilo de las grandes urbes, ya son historia, para dar paso a modas pasajeras y desechables cada mes, atiborrando las tiendas de nueva mercancía que en mucho de los casos, es la misma prenda pero con diferente color y detalle.
En una era, donde los Malls o centros comerciales pululan como hongos, comprar ya es una moda más que una necesidad, pese a adquirir la misma prenda que millones de personas usan a lo largo del orbe, haciendo que vivamos en una especie de comunismo fashionista.
No importa si la complexión de un asiático difiere de la de un europeo o americano, la masificación de prendas y por ende de la moda, han hecho que el mundo se uniforme siguiendo los dictados de los diseñadores, quienes rigen nuestros gustos y preferencias en detrimento de las pequeñas y medianas empresas que se han visto relegadas por esta invasión de ropa masificada.
El libro nos narra, como GAP repuntó cuando Sharon Stone en 1996, utilizó una de sus prendas con una falda Valentino en la alfombra roja, iniciando una tendencia que ha hecho que la actual primera dama de los Estados Unidos, Michelle Obama, compre ropa en la tienda de descuento TARGET, para que mediáticamente sea una consumidora más como los millones de personas presos de la moda.
Tal pareciera que lo único que importa es estar a la moda o estar “IN”, al grado de que pseudos comunicadores a través de programas como FASHION POLICE, dicen quién es el mejor y el peor vestido, haciendo que sus frases sean tomados como dictados por los millones de “Fashion Victims” que circundan en el orbe.
De acuerdo a Cline, en 1929 en Estados Unidos el hombre promedio tenía un promedio de 6 trajes en su guardarropa, mientras que la mujer 9 prendas, situación que hoy en día causa hilaridad en los jóvenes, quienes compran ese mismo número de prendas en una tarde en cualquiera de los centros comerciales.
En un mundo, donde comprar un café cuesta lo mismo que comprar una prenda, ha hecho que publicaciones como VOGUE (la biblia de la moda) digan que comprar para estar a la moda, “ya es un acto sin consecuencias” y que lo barato “C’est Chic”.
Esa tendencia a la baja, ha moldeado el pensamiento de los consumidores, quienes piensan que el hecho de vender barato es más que justo y que cualquiera que venda caro nos intenta no sólo timar, sino robar.
Ello, lógicamente trae consecuencias económicas y sociales, ya que para producir ropa barata, se necesita mano de obra barata, creando un efecto domino de escala mundial.
Esa tendencia ha afectado no sólo a los países en vías de desarrollo, sino a la misma nación más poderosa, al grado que el algodón de las plantaciones de las Carolinas y la mano de obra americana y la etiqueta MADE IN USA, sea sólo un recuerdo en las mentes de los consumidores.
En un mundo masificado, la moda también es dictada por los personajes de las series, como las damas de SEX IN THE CITY que hicieron que las féminas enloquecieran por la ropa de diseñador y por ende más onerosa.
El celuloide también influye en nuestro comportamiento en el vestir, ya que la mercadotecnia utilizada al ataviar de ARMANI a Richard Gere en AMERICAN GIGOLO y a Charly Sheen de CERUTTI en WALL SREET han hecho que el estar bien vestido, sea sinónimo de poder y status.
Gracias a ello, los diseñadores ya son las estrellas (y no sólo una parte del proceso), y sus nombres con apellidos, una industria de miles de millones de dólares, al ofrecer no sólo ropa, sino accesorios.
La estrategia de vender no sólo prendas, ha hecho que la ropa barata no sea una merma para los emporios, sino un gancho más para captar más seguidores a las marcas al crear alianzas estratégicas como la que suscitó TARGET con MISSONI, al firmar una línea de ropa para la cadena de descuento, lo que devengó en compras tumultuarias en todas sus tiendas y más adherentes a la firma.
MODA DESECHABLE nos muestra como el mundo de la moda no es tan glamoroso, ya que es un mundo cruel y despiadado como el capitalismo salvaje preconizado por Marx y que la dictadura del proletariado sea una quimera en un mundo regido por la “tiranía de las tendencias”.
Un mundo donde la piratería y el robo intelectual es la constante, donde si no copias, no estás a la moda.
Un libro que nos hará reflexionar sobre el mundo que hay detrás de esa prenda importada que nos viste y que gracias a la mercadotecnia, la adquirimos, sin saber si en verdad, la necesitamos.
Un libro que hará que antes de adquirir una prenda, pensemos que “lo barato sale caro” sea más que una frase y que veamos como el simple hecho de adquirir en demasía, sea tan nocivo como contaminar.
Lectura obligada, que hará que te cuestiones si el vestir chic, es tan inocente como crees y si por cada prenda que almacenas en tu guardarropa, no hay una historia de explotación y llanto.
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