“Hasta ahora los filósofos sólo han interpretado el mundo: La cuestión es cambiarlo”
Federico Engels
Autor: Eric Hobsbawn
Editorial: Crítica
En un mundo donde las ideas son armas y las ideologías banderas, Eric Hobsbawn (1917-2012) nos cuenta sobre el Marxismo y su influencia aún incluso después de la caída del Muro de Berlín y de la otrora Unión Soviética.
El Marxismo, desde la publicación del MANIFIESTO DEL PARTIDO COMUNISTA (1848) ha sido una ideología elogiada y vituperada, pero jamás ignorada, por lo que las ideas plasmadas por Marx en su Capital (su obra cumbre, pero inacabada), creó una ideología que moldeó el pensamiento político económico durante casi todo el Siglo XX.
Las ideas de Marx y su pupilo (y mecenas) Federico Engels, dieron cuerpo al descontento surgido a raíz de la revolución industrial, dándole una guía a los millones de obreros que poblaban los cinturones de miseria en los inicios del Capitalismo salvaje, además de servir de bandera a los revolucionarios que buscaban destronar a los expoliadores, tal como ocurrió en Rusia en 1917.
El autor nos cuenta en sus páginas, con una erudición impoluta, como las ideas de Carlos Marx fueron leídas y diseminadas por intelectuales (y revolucionarios), haciendo que su nombre, haya alcanzado un status similar al de fundadores de religiones como Mahoma, por lo que sus seguidores al igual que los estudiosos del Corán y de la Biblia, buscan en sus letras revelaciones para hacer de éste mundo, algo más justo e igualitario.
Pese a que un tercio del mundo en el siglo XX estuvo bajo el influjo de sus ideas (quedando países como Corea del Norte y Cuba como reliquias del pasado), su pensamiento sigue vigente, haciendo que el Capital y su corpus literario, sea releído sin que pierda su vigencia, pese al supuesto triunfo del capitalismo.
Marx fue el primero en señalar que la economía era la radiografía de una nación y lo estamos viviendo en estos aciagos tiempos, donde economías gigantes como la de China (aquel gigante dormido que tanto temía Napoleón) están llevando a la debacle a naciones con economías emergentes como la nuestra.
La economía sigue creando ejércitos de desempleados y desheredados que están volviendo a ver a Marx, como los cristianos a su Biblia, buscando sino la llegada del mesías, si la llegada de un mundo mejor, más justo e igualitario, aunque suene utópico.
Gracias al Marxismo, la clase obrera tuvo conciencia de clase y despertó del letargo que lo tenían las oligarquías, haciendo que en un mundo plagado de Neos, el Marxismo surja cual Ave Fénix de sus cenizas.
En un país como México, donde la edad es un impedimento para tener un empleo y se está lleno de trabajos “basura”, que sólo permiten medio subsistir a sociedades monoparentales, creando por ende problemas sociológicos y de seguridad como en Ciudad Juárez, donde los paupérrimos sueldos de las maquiladoras, hicieron que cientos de madres trabajaran dobles turnos en detrimento de sus hijos, que sin ser supervisados por sus progenitoras, vieron en el crimen organizado (y en los cárteles de la droga) su nuevo hogar.
Como dice el autor acerca de su obra; “Espero que éste libro pueda servir a los lectores para reflexionar acerca de lo que va a ser su futuro y de la humanidad, en el siglo XX”.
No hay que olvidar que el fantasma del Comunismo que alguna vez recorrió Europa, ahora, cual espectro está vagando de nueva cuenta en el mundo, haciendo que en cada crisis estructural del capitalismo, las ideas de Marx cobren vigencia y que los miles de desclasados tomen su bandera.
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