Quizá lo más importante que aprendí sobre nosotros los humanos cuando estudié psicología es que prácticamente todos los males y problemas de este mundo provienen de una sola cosa: el narcisismo, el egocentrismo. A lo largo de mi vida he confirmado día a día cuanta verdad contiene esa enseñanza. Los cuestionables afanes que mueven a nuestra especie: dinero, fama y poder, muestran como esas tres variables interactúan constantemente para sacar a flote lo peor de nosotros mismos. Pongamos algunos ejemplos: 1. Marcelo Ebrard, decir que hay un “compló” para impedir su candidatura a una diputación federal porque el gobierno de Peña lo teme, es una muestra evidente de su incapacidad para reconocer sus alcances y limitaciones. Más allá del componente paranoico (cree que todos lo persiguen) es lamentable que un hombre inteligente y que llegó a gobernar exitosamente nuestra ciudad llegue a hacer esas declaraciones patéticas… por el ya mencionado narcisismo. Ni lo temen, porque no representa ninguna fuerza política, ni lo persiguen, porque si fuera así ya debería de estar pagando por su incapacidad y negligencia (por decir lo menos) con relación a la línea 12 del metro y si no tiene la candidatura, es porque simultáneamente la buscó en el PRD (donde según él ¡claro! lo persiguen los Chuchos) y en el tambaleante Movimiento Ciudadano de Dante Delgado. Marcelo, gran ejemplo de egocentrismo. 2.- AMLO, desde luego es casi la figura paradigmática del narcisismo para deleite de psicólogos y psiquiatras. Su afán por el poder, su terquedad (que no tesón) y empecinamiento por llegar a su meta, hacen de él una figura fascinante que muestra cómo un ser humano es capaz de mentir y mentirse a sí mismo con tal de alcanzar la plena satisfacción de su ego. Desde luego ser narcisista no está reñido con ser inteligente y Andrés Manuel definitivamente ha mostrado una sagacidad y astucia más que sorprendente para lograr hábilmente permanecer durante más de 20 años en el candelero político. Si esa perseverancia y esa capacidad creativa la hubiera empleado para luchar con la misma enjundia por un poco más de equidad y justicia en México, creo que mucho hubiera avanzado nuestro país. Su megalomanía, sus delirios de persecución, su incapacidad para ponerse en el lugar del otro (recordemos simplemente a cuantos perjudicó su eterno plantón en Reforma) sus berrinches mandando al cuerno a las instituciones, su desprecio por todo lo que no sea él y su necesidad imperiosa de ser y estar (como lo muestran sus spots de Morena, en donde aparece en todos y cada uno de ellos) me pintan de cuerpo entero a una persona con una marcada inmadurez emocional, y una personalidad infantil y poco dada al respeto al otro y al compromiso. López Obrador, ejemplo emblemático del narcisismo. Desde luego en la política nacional e internacional hay muchos ejemplos de personalidades aquejadas de egoísmo que han perjudicado gravemente a su entorno. Ahí están en otra categoría, los insignificantes “peso paja” (por que ni a mosca llegan): el señor Víctor Romo y su ególatra heredero David Razú. No contentos con afectar gravemente durante su gestión a la Delegación Miguel Hidalgo, van por más. Romo quiere seguir haciendo negocios y tropelías ahora como diputado y Razú heredando esta sufrida demarcación, en donde hoy (y los reto a comprobarlo) cada 2 metros existe un anuncio o espectacular de tan distinguidas personas. ¿De dónde sale tanto dinero para que tengamos que toparnos inevitablemente con sus hermosas caritas?. De la candidata del PAN, Xóchitl Gálvez no he visto ni un solo anuncio y de la candidata del PRI, pues bien a bien… no sé ni como se llama (a un mes de las elecciones). Narcisismo, igual en Hitler que en Maduro, en Marcelo que en AMLO y hasta en desagradables nanotiranos como Romo o Razú. Seguiré con el tema. Algo agradable, la recomendación de la semana: la Trattoria Giacovanni de la Condesa, en Sonora 180. Como ya adivinaron la comida es italiana. Les recomiendo especialmente su generoso bar de ensaladas, las pizzas a la leña y el cappelini al pomodoro (sano, bajo en calorías y delicioso), desde luego hay amplia terraza para fumar. No dejen de visitar la tiendita gourmet del mismo restaurante donde hay paninis y rebanadas de pizza para llevar, las más variadas, gigantescas y suculentas aceitunas a la vinagreta, postres, botanitas, cereales, ensaladas y una colección de aceites de oliva asombrosa. Vayan, dense ese gustito. Y hasta la vista con muchos besitos a los niños.
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