Como empiezan todos los buenos cuentos… érase una vez un país en una galaxia muy, pero muy cercana donde en las elecciones del 2018 ganó un monstruo para ser el Rey. Era uno de esos seres espantosos que nos gustan tanto al genial Del Toro y a mí. Aunque el resultado era esperado en ese reino desencantado y harto, la noticia fue, al menos por las ignorantes mayorías, bien recibida. Y a partir de entonces es cuando las cosas empezaron a cambiar y el cuento se volvió de horror cósmico.
A partir de su toma de posesión aquel 1 de diciembre de ese frío año, las cosas comenzaron a transformarse de forma vertiginosa. He aquí un apretado resumen de todo lo que sucedió a partir de ese instante, en ese parte-aguas:
1. A los cinco días de su asunción, el mero 5 de diciembre, el Monstruo decidió bajarle un peso al precio de las gasolinas. De más esta decir que la medida fue recibida con alegría y alborozo por casi todos los súbditos. El rey estaba feliz, sus niveles de popularidad subieron como la mismísima espuma. El problema del subsidio a este energético y las consecuencias devastadoras para la economía que esto tendría eran lo de menos. La popularidad instantánea estaba conseguida.
2. Y con este margen tan favorable de aceptación, el Monstruo decidió hacer algo que fue igualmente aclamado: prácticamente desapareció al INE. ¿Para qué un arbitro electoral que cuesta tanto? En su reinado esa institución ya no sería necesaria, porque el pueblo bueno, como en Venezuela, actuaría con honradez y justicia en los procesos electorales y siempre, escuchen con atención, siempre ganaría el mejor, que curiosamente sería el candidato o candidata del Rey. ¿Acaso alguien levantó la voz para defender a la institución? Absolutamente nadie. La decisión fue aclamada por casi todos.
3. Algunos pocos habitantes pensaron que el Monstruo no podría ni debería seguir haciendo lo que le diera la gana y que para eso estaba el contrapeso del Congreso, pero…no contaban con la astucia del Rey que se las ingenió (dados sus altos márgenes de popularidad) para darle la vuelta a esa runfla de flojos legisladores y gobernar fundamentalmente por decreto. Bye, bye diputados y senadores….
4. Para acompañar estas medidas tan bien recibidas era necesario hacer algo que irremediablemente enloqueciera a las masas: bajar los sueldos a esos ya mencionados legisladores, a funcionarios, ministros de la SCJN, etc. La medida le dio aun más apoyo y popularidad. Acabó con todos los privilegios. Se vendieron los recintos del Senado y la Cámara de Diputados, desde luego ya no existía la residencia oficial de Los Pinos. Ahora las sesiones del Congreso serían en invierno en bodegas (por cierta consideración) y en verano al aire libre. Para eso estaban tantos parques y jardines, ¡faltaba más!, gran ahorro.
5. Ningún burócrata, dirigente, funcionario, ni anexos ni similares tendrían equipos de seguridad ni guaruras. Desde luego todos los funcionarios viajarían en aviones comerciales. Y aunque hubo algunas reticencias—de los más conscientes— a para transportarse por aire (o camión, si fuera necesario y más barato) en donde fueran funcionarios de Gobernación, de la PGR o criminales peligrosos, finalmente se acostumbraron a correr esos riesgos (fueron derribados, dos o tres vuelos, y chocaron dos o tres autobuses…finalmente poca cosa) en pos de la igualdad. Los aplausos que recibió el Monstruo fueron estruendosos. Basta de gastos superfluos.
6. Su Alteza Serenísima también decidió anular las reformas que se habían llevado a cabo años atrás con grandes esfuerzos. Tal y como había prometido, echo para atrás la reforma educativa…para la CNTE este fue el mejor de los regalos. A partir de ese momento esta organización se convirtió en uno de los grupos de choque favoritos del Monstruo. Al fin la coordinadora había recobrado sus canonjías y gozaba de recursos ilimitados. ¡A todo dar!
7. En este reino tan lejos del sistema y tan cerca del terror, el asistencialismo se multiplicó por doquier (como se dice en los boleros) se aumentó y generalizó la pensión de los ancianos, se subsidió a todos los ninis, fue muy emocionante, todos estaban muy contentos. Ya nunca se volvió a hablar de proyectos productivos, ni de generación de riqueza ni de empleo. ¿Para qué?
Lo más terrible de esta historia, es que no es una fantasía.
El monstruo existe.
A muy pocos de los habitantes del reino les interesa pensar y comprender.
Siempre es más fácil destruir que construir.
Por lo tanto, mejor colorín colorado…
Este cuento no ha acabado.
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