Vivir sin Valores 2/2

En las últimas dos décadas, más que usar “Valores”, hemos tenido: “Utilidades”. En las últimas dos décadas, más que usar “Valores”, hemos tenido: “Utilidades”. Es decir, conceptos que han sido útiles para armonizar en la vida social...

19 de diciembre, 2016
valores

En las últimas dos décadas, más que usar “Valores”, hemos tenido: “Utilidades”.

En las últimas dos décadas, más que usar “Valores”, hemos tenido: “Utilidades”. Es decir, conceptos que han sido útiles para armonizar en la vida social de las personas. Se han generado diversas subculturas dentro de la cultura general. Las que han “creado” sus propios “valores” o mejor dicho, sus propias “utilidades”.

De esta forma, al resto de las personas no nos ha quedado más que encogernos de hombros y decir: “bueno, cada quien su vida” También se dice: “Yo les respeto, aunque no esté de acuerdo con ellas”. Pero esto se dice por que no se tiene otra opción. Porque no se desea caer en lo que no es correcto políticamente. Y nadie quiere ser tachado de misógino, homofóbico, machista, sexista, intolerante o cualquier cosa que se le parezca. Lo que es más, sé de muchas personas que prefieren ir en contra de lo que en realidad piensan pero no pasarán por algo de lo anterior. Prefieren la hipocresía personal y privada, a la verdad manifiesta. La que no les toleran las personas que se dicen tolerantes. Es como un mundo al revés, falso, hipócrita de manera generalizada.

Las subculturas que han surgido en la sociedad han generado sus propios códigos de vida o sus propios “valores”. Donde la subjetividad campea y lo penetra todo. Por lo mismo, es difícil rescatar todo aquello que en verdad vale la pena conservar en la cultura. Lo que ha sentado la base para llegar a generar la civilización como la conocemos. ¿Qué ha provocado esto?

Que cuando hablamos de valores, la mayoría de las veces ya no estamos hablando del mismo concepto ni de las mismas cosas. El relativismo lo ha trastocado todo. Ahora cada quién hacer y dice lo que quiere y entiende igual.

Hubo un tiempo en que no era así. Cuando a los “valores” se les conocía sólo por “principios”. Los que eran los mismos a través del tiempo y el espacio. Las culturas y los países. Hoy son simplemente valores y el problema es que son movibles, cambiables, elásticos. Acordes a cada subgrupo y su subcultura. 

Actualmente lo que para un grupo de personas es bueno o aceptable, para otros es malo o inaceptable. La “universalidad” de los llamados “valores” que antes fueron “principios” prácticamente ya no existe, salvo en algunos casos. Y son pocos. Por ello, cuando se habla de valores ya no se está hablando de lo mismo. ¿Qué hacer?

Tenemos que esperar a que cada “utilidad” o valor dé su “fruto” para saber  si es o no conveniente. Pues no se puede saber a ciencia cierta si lo que valuamos o valoramos es bueno, aceptable o no. Debemos esperar a que éste lo muestre. Para saber sirve para la colectividad o no sirve ni para la misma subcultura que los generó.

En los diferentes congresos que se han llevado a cabo en el mundo acerca de una educación en valores casi siempre se concluye en que los “principios” como la justicia, libertad, igualdad, fraternidad, amor, solidaridad, etc., son a-temporales, trascienden en el tiempo y el espacio. Son universales.

Los “valores” cambian. Y la forma de jerarquizarlos evoluciona, no es permanentes. Entonces, los “valores” no se “pierden”, sólo se transforman. Esto se debe a las modas o a las subculturas de donde emergen. A que los sub-grupos son tan diferentes como diversas son sus preferencias. Así se ha pasado de una ética del esfuerzo, a una ética de la diversión.

¿Cómo sabremos si funcionaron o no?

Sólo hay una forma: por sus frutos. Por sus acciones. Por su carácter. Es la única forma para medir si lo que los valores enseñan de una subcultura a otra es bueno, aceptable o malo e inaceptable. Si sirve o no. Y si sirve deberá por fuerza servir para todos. De otra forma no es algo que por sí mismo “valga”, sino algo que se “valora”.

La subjetividad de estos valores es la que le ha dado al traste a la vida misma. Es decir, que la ha desvalorizado al punto que la vida se echa a perder por no tener sustento o fundamento. Y eso es, El Meollo del Asunto®.

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