Una humilde propuesta

A todo el que atraviesa esta gran ciudad o viaja por el país le causa una profunda tristeza ver las calles, los caminos y las puertas de las cabañas atestados de mendigos… A todo el que atraviesa...

1 de septiembre, 2015
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A todo el que atraviesa esta gran ciudad o viaja por el país le causa una profunda tristeza ver las calles, los caminos y las puertas de las cabañas atestados de mendigos…

A todo el que atraviesa esta gran ciudad o viaja por el país le causa una profunda tristeza ver las calles, los caminos y las puertas de las cabañas atestados de mendigos del sexo femenino, seguidos de tres, cuatro o seis niños harapientos que importunan a todo el que pasa pidiéndole una limosna.

El texto anterior no se refiere a México, sino a Irlanda, en el año de 1729, y forma parte de un ensayo titulado Una humilde propuesta, escrito por Jonathan Swift (el mismo que escribió Los viajes de Gulliver), a través del cuál popone que los campesinos pobres vendan a sus hijos a los ricos terratenientes, para que éstos se los coman. Sí, literalmente, para que los cocinen y, en suculentos platillos, los devoren. Mediante su particular propuesta, Swift proponía prevenir que los niños de los pobres se convirtiesen en una carga para sus padres y para el país. De esa manera, en hacerlos útiles al público. La ganancia sería doble: los campesinos saldrían de la miseria y los ricos tendrían más y mejor comida. 

Se trata de un texto muy incómodo, por supuesto, como debería ser toda buena sátira. Al escribirlo, el propósito de Swift no era que se comieran a los niños. Lo que buscaba era provocar; llamar la atención de los terratenientes acerca de lo que ocurría en Irlanda. Una humilde propuesta es uno de los mejores panfletos políticos y literarios de todos los tiempos. Para leerlo, por supuesto, es necesario conocer y apreciar el humor negro de los británicos y, en particular, de los irlandeses.

Un americano muy entendido en la materia, al que he conocido en Londres, me ha asegurado que un niño sano y bien criado es, al año de edad, el alimento más delicioso, nutritivo y saludable, ya sea estofado, guisado, asado o hervido, y no tengo la menor duda de que puede servir igualmente para un fricasé o un ragú, dice otro fragmento del ensayo.

Mientras releía el ensayo de Swift y me documentaba sobre la pobreza en el mundo, particularmente en México, me pregunté qué sátira escribiría Jonathan Swift si viviera en el mundo actual y de qué manera buscaría llamar la atención de los gobiernos, del Banco Mundial y demás organizaciones encargadas de reducir la pobreza y mejorar los niveles de vida de las personas que viven en países de ingreso bajo y mediano.

Lo cierto es que, revisando un poco la historia, es fácil darse cuenta de que el modelo neoliberal, igual que ocurrió con el socialismo (el comunismo fue una utopía), a pesar de demostrar ser el menos malo de los sistemas (aunque en lo personal prefiero un liberalismo más moderado y con mayor intervención del estado), también fracasó.  

¿Son eficientes las medidas que se toman? ¿Qué hace falta?

¿Cómo es posible que el ser humano, que ha conseguido viajar al espacio, retrasar la muerte y dominar , como nunca, la tecnología, no haya sido capaz de terminar o, al menos, disminuír sustancialmente la pobreza en el mundo?

En el planeta existen millones de familias que sobreviven con un dólar diario. ¿Quién puede vivir así?

Quizá el problema de fondo es que la pobreza, cuando es ajena, no le duele a nadie.

No es un problema de recursos. Al menos, no del todo. Recursos en el mundo siguen habiendo. El problema es muy antiguo. Sucedió cuando unos empezaron a volverse ricos y otros pobres. Cuando los más fuertes dominaban a los más débiles. Y luego los más poderosos (ricos) a los menos poderosos (pobres). En América Latina y en África, se intensificó durante el colonialismo. Muchas de las prácticas coloniales persisten hasta nuestros días. Los colonizadores inventaron un nuevo sistema de clases sociales y de dominación. Aunque el neocolonialismo haya tomado formas distintas (en México, por ejemplo, la banca quedó en manos extranjeras, por lo tanto las decisiones de crédito y de crecimiento económico por esa vía, también). El problema no es la pobreza, sino la desigualdad. En 2008, el 1% de la población más rica del mundo era dueña del 32% de todos los bienes. En el aclamado documental The end of poverty, se dice que terminar con la mitad de la pobreza global costaría 20 billones, menos que el 4% que los EUA destinan a su presupuesto militar. Ese dato me dejó perplejo. Lo anterior quiere decir que los ricos tienen, de hecho, la posibilidad de acabar con la pobreza. Pero no lo hacen. Los gobiernos de los países desarrollados parecen estar más preocupados por desarrollar su armamento y perfeccionar sus sociedades de consumo, que por terminar con la pobreza en el mundo menos desarrollado.

En México, el 10% de la riqueza está en manos de 9 o 10 familias. En 2014 la CONEVAL1 calculó que habian 55.3 millones de pobres, lo que equivale al 46.2% de la población total. Sin embargo, existe un dato muy interesante, ya que genera una nueva cifra que tiene que ver con aquellos mexicanos que no son pobres, pero que están por debajo de la línea de bienestar. Los que están a nada de volverse pobres. Entre los pobres y los vulnerables alcanzan el 79.5% de la población. Sólo el resto está por encima de la línea de bienestar. Lo anterior da una idea más clara de la manera como se distribuyen la riqueza y el ingreso en México.

La violencia en México no sólo tiene que ver con el narcotráfico, sino a la mala distribución de la riqueza y del ingreso. Está demostrado que las sociedades más violentas no son necesariamente las más pobres, sino aquellas donde existe mayor desigualdad.

De todo lo anterior se desprende que, terminar con la pobreza, es una cuestión de voluntad. Pero los gobernantes de todo el mundo tienen muchos intereses personales y grupales más importantes para ellos que los pobres.

Volviendo a Jonathan Swift, es claro que los ricos no se están comiendo a los pobres. Al menos, no de la manera de la que proponía Swift. Pero, ¿qué no existen muchas maneras de que unos se coman a otros? Muchos pobres no necesitan que se los coman, porque la pobreza se los está comiendo.

A los políticos se les olvida que tienen la oportunidad histórica de pasar a la posteridad por haber cumplido su misión: hacer el bien público temporal.

¿Qué necesita el ser humano para que le duela la pobreza de otro ser humano?

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Ilustración: Gustave Doré.

Bibliografía:

Ensayo: Una humilde propuesta, de Jonathan Swift 
http://www.ciudadseva.com/textos/otros/una_modesta_proposicion.htm

Documental: The end of poverty. 2008.
https://www.youtube.com/watch?v=_xpKKHcC8eU

Pierre-Marc René, El Universal, Crece pobreza en México; hay dos millones más: Coneval.
http://www.eluniversal.com.mx/articulo/nacion/sociedad/2015/07/24/crece-pobreza-en-mexico-hay-dos-millones-mas-coneval

1 Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (México). 

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