(Una oportunidad de mejora) Una avenida principal con poca iluminación, desempleo, una calle con baches, inseguridad, altos costos de servicios principales (agua, luz, gas, teléfono), impuestos, corrupción, burocracia (entre otros),…
(Una oportunidad de mejora)
Una avenida principal con poca iluminación, desempleo, una calle con baches, inseguridad, altos costos de servicios principales (agua, luz, gas, teléfono), impuestos, corrupción, burocracia (entre otros), suelen ser las quejas que emitimos constantemente y que también solemos escuchar en el transporte, en los restaurantes, en la oficina, en las escuelas o en los mercados y es que no faltan motivos para quejarnos de la administración pública que realizan nuestros actores políticos. Sin importar el partido político en el que militen todos son lo mismo y al final, tenemos la apreciación de que nuestros derechos y garantías como ciudadanos parecen no ser prioridad para ellos, pues todo se reduce a la suma de intereses propios y ajenos que mueven los hilos de la política en nuestro país según da cuenta la historia de México. No niego que quizá haya honrosas excepciones pero lamentablemente, son las menos.
Es así que atribuimos a los políticos que no podamos aspirar a una mejor calidad de vida, ya que sentimos una total indiferencia de su parte hacia nuestras necesidades.
En realidad, la queja no es más que la forma en que expresamos nuestras necesidades con la intención de recibir atención y/o ayuda, al igual que un recién nacido llora por alimento o cobijo y no es un problema cuando la asumimos con responsabilidad en aras de encontrar soluciones o de cubrir las necesidades propias; sin embargo, se vuelve un lastre cuando nos convertimos en un constante “buzón de quejas” ante cualquier situación.
Cierto es que el Estado como institución, es un estado fallido que cada vez se aleja más del cumplimiento del Artículo 1º. de la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, que a la letra dice: “En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece.” Garantías que han sido violentadas por el mismo estado, más de una vez.
Sin embargo, del otro lado de la moneda cabe la pregunta: ¿Cumplimos como ciudadanos? Y aquí es donde el asunto se vuelve escabroso porque nos enfrentamos ante una palabra algo olvidada: civismo – “Comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública”, lo cual queda estipulado en el Artículo 15 de la Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal: “La Cultura Cívica en el Distrito Federal, que garantiza la convivencia armónica de sus habitantes, se sustenta en el cumplimiento de los siguientes deberes ciudadanos…”
Como muestra para el presente, tomo tres (IX, XV y XXIII de la citada Ley):
- Conservar limpias las vías y espacios públicos;
Notable es la cantidad de basura que encontramos en vías y espacios públicos como parques, monumentos, calles y paraderos de transporte, por mencionar algunos. Sin duda que para ello existe personal que se encarga de la limpieza de cada uno de los sitios que frecuentamos pero al margen de eso, la cantidad de personas que se atreven a tirar basura en la vía pública sigue siendo alarmante y no sólo los peatones, también algunos conductores deciden echar por la ventanilla lo que no quieren en sus autos.
- Mantener en buen estado las construcciones propias, así como reparar las averías o daños de la vivienda o lugar de trabajo que pongan en peligro, perjudiquen o molesten a los vecinos;
En el contexto laboral y por experiencia propia, a cargo del personal de servicios internos (limpieza y mantenimiento, entre otros) de cierto lugar en el que trabajé, cuidar el lugar de trabajo no es una prioridad para los empleados, se piensa que el personal de limpieza tiene la función de lavar tazas de café o utensilios de comida, además de sus tareas principales. En casa, se suelen ignorar las “quejas” de un vecino molesto por el ruido de un alto volumen de la música o una fuga de agua o porque las mascotas de otro vecino dañen su jardín o ensucien su entrada.
- Participar en los asuntos de interés de su colonia, barrio y Delegación, principalmente en aquellos dirigidos a procurar la seguridad ciudadana así como en la solución de los problemas comunitarios.
Entre vecinos es común quejarse de los males que aquejan las colonias o unidades habitacionales pero a la hora de participar en las asambleas, de emitir un voto o contribuir moral o económicamente con alguna iniciativa, ganan la apatía e indiferencia.
Tomé como ejemplos tan sólo tres deberes ciudadanos porque me parecieron los más representativos y posibles de observar en el comportamiento diario y es que generalmente, pensamos en primera persona y lo que está bien para nosotros o no es una molestia, en automático carece de fundamento para que un tercero se queje.
No voy a negar que tenemos suficientes razones para quejarnos de los malos gobiernos, de su falta de honestidad y compromiso con la población; no obstante, quiero resaltar que muchas de nuestras quejas bien podríamos convertirlas en la punta de lanza para hacer las cosas de diferente manera, para que en lugar de seguir esperando buenas acciones de parte de gobernantes o representantes vecinales, les mostremos cómo se hacen las cosas y les exijamos cumplir con la parte que les corresponde en el entramado social. Quedarnos en el plano de la queja y no dar un paso adelante por el bienestar propio y común de nuestro entorno, no solo no resuelve nada sino que nos atora y nos encierra en un eterno círculo vicioso.
En época de campañas electorales y de escuchar y leer las quejas que de ellas emitimos los ciudadanos porque han resultado no sólo de mal gusto sino hasta ofensivas, además de la falta de propuestas por parte de los candidatos y de lo molesto que resulta la saturación de propaganda política; es un buen momento para pensar ¿Qué queremos como ciudadanos?, ¿Cuál es el rumbo que queremos para México?, ¿De qué forma debemos monitorear, pedir y hasta exigir el cumplimiento por parte de los gobernantes de todo lo que prometen en campaña?, ¿Cómo vamos a pedir si en nuestro actuar cotidiano, en situaciones esenciales de convivencia laboral, vecinal, familiar o escolar no cumplimos, si somos corruptos, si no pagamos impuestos, si vivimos en la apatía e indiferencia total por las necesidades y derechos del otro?
Sería mejor cambiar la queja por propuestas y acciones concretas de nuestra parte para mejorar nuestro entorno, sumarnos al reto que en 2006, Will Bowen, Pastor de la Unidad de la Iglesia de Cristo propuso sobre 21 días sin quejas, con la finalidad de lograr un cambio de actitud y en consecuencia, un cambio en la forma de hacer las cosas. Darnos cuenta que vivir en la queja constante no suma sino que resta y que siempre es mejor empezar por uno mismo, cumplir con nuestros deberes en primera instancia y entonces sí, pedir porque estamos cumpliendo, pedir porque necesitamos cubrir necesidades, pedir porque para eso vivimos en un estado de derecho y si nuestros políticos se han olvidado de lo que ello significa, vale la pena empezar a presionarlos para que lo recuerden y cumplan, porque para eso les damos nuestro voto.
Quizá valga la pena tomar el reto de los 21 días sin quejas de cara a las elecciones en 2015, como un ejercicio para darnos cuenta de que podemos ser y actuar diferente.
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Fuentes:
http://www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/htm/1.htm
http://lema.rae.es/drae
http://www.metro.df.gob.mx/transparencia/imagenes/fr1/normaplicable/lccdf0712.pdf
Imágenes: tomadas de Google
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