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¡Me voy a rapar!

Otro viajero que estuvo de paso por mis días y mi tiempo, se va. Otro viajero que estuvo de paso por mis días y mi tiempo, se va. No era mi intención escribir más acerca del tema...

20 de mayo, 2016

RHT

Otro viajero que estuvo de paso por mis días y mi tiempo, se va.

Otro viajero que estuvo de paso por mis días y mi tiempo, se va. No era mi intención escribir más acerca del tema solo que el proceso aún no termina. Había pensado en la caída del cabello y no me era relevante, se cae y vuelve, ha pasado siempre; dicen que perdemos alrededor de cien cabellos por día y el mío decide que sean cien por segundo.

El cabello ha jugado un importante papel en las sociedades, ha marcado los status sociales, las más grandes humillaciones, incluso el uso de pelucas para los hombres y exuberantes peinados en las mujeres. La India, por ejemplo, ha sido uno de los principales proveedores de cabello a través de la religión en la que las mujeres entregan su cabellera en el templo Balajai a manera de sacrificio y que es, en realidad una recolección de este para su venta alrededor del mundo.

La corte francesa impone la moda de las pelucas a partir de que Luis XIV, ocultando su calvicie empieza a usar pelucas blancas, de ahí que los hombres de la corte imiten al rey y la moda se extienda entre abogados y jueces a toda Europa. El color para ellos siempre fue blanco, empolvado con almidón de papa y para las mujeres, una variedad de colores pastel.

En China, el sentido simbólico del cabello en el uso y arreglo del cabello tenía una característica importante ya que marcaba el nivel social y económico tanto de hombres como mujeres, así como el no cuidarlo y arreglarlo denotaba depresión y enfermedad. Los peinados y arreglo del cabello de las mujeres de la Etnia Menchú, han sido considerados como los más elegantes de todos los tiempos.

Y en el triste y oscuro tiempo de los campos de concentración, el cabello también tuvo su importancia. Toneladas fueron vendidas a empresas alemanas para la elaboración de diversos productos, principalmente de fieltro. Existe una denuncia en contra de Schaeffler Group en la que se asegura que esa empresa compró cabello de esos campos para la elaboración de partes para sus automóviles, la investigación sigue abierta.

Es en el periodo babilónico que se empieza a usar la henna para teñir el cabello y pintar cabezas afeitadas, planta usada también como bálsamo y medicamento.

Tuve una loca conversación con los cabellos que todavía resisten los químicos en mi cuerpo, un paseo rápido por el tiempo en que fue largo y jugué a las trenzas, coletas, chinos, lacios, a veces despeinada y muchísimas greñuda y enredada. Es divertido, pues, jugar con los cabellos, a los peinados y a maltratarlo también con secadores, rizadores, tenazas. No quise experimentar con más remedios caseros después de que le puse mayonesa, para que se pusiera brilloso, decían, y el olor a sándwich de huevo en salón de clases no salió de mi cabeza por días.

El cabello, también dicen, es el marco del rostro, cierto. Por eso es que, conforme pasa el tiempo, las mujeres buscan colores y cortes de acuerdo a su edad y por supuesto, las modas; de tanto, acaban cortándolo porque se deteriora, se seca y se vuelve opaco, desagradable marco para los rostros. Los hombres lo recortan cada tanto tiempo y poco a poco se quedan calvos, lo que, dentro de la costumbre y tradición social es “aceptable”, habrá que preguntarles a ellos si lo sienten tan aceptable.

¿Qué pasa con los caballeros que se enfrentan a la caída paulatina del cabello? ¿Llegan a acostumbrarse a verse calvos? De ser así, no habría tantos remedios que dicen detener este proceso y tampoco habría las opciones de pelucas y turbantes para las mujeres que lo pierden como efecto de la quimioterapia. La costumbre social indica que todos deben de tener cabello y la mercadotecnia obliga a que nadie lo pierda, ni por gusto, ni por edad, ni por enfermedades.

La vanidad se impone y juega un papel importante en la decisión para cubrir el cráneo que, si bien son pocos los que tienen una pelota lisa como globo terráqueo digna de lucirse brillante, no se sabe cuántos no lo tenemos hasta que la calvicie llega y más bien parece un relieve terrestre en el que todas las formas de la corteza craneal aparecen y habrá que esconderlas con bisoñés, pelucas o turbantes.

Y no, decido que no quiero un turbante, esos tienen una etiqueta y frases invisibles en su exterior por mucho que el diseño y el color sean novedosos y modernos. Tendré tiempo de jugar ahora con lo que se me antoje, un sombrero de paja, una Mandala de henna en toda mi cabeza, accesorios de cadenitas y cristales, un gorro quirúrgico en colores brillantes. Mi cabeza será por un tiempo mi gran diversión, dejaré descansar la secadora y todos los productos para hacerlo chino o lacio, las liguitas y los broches se quedan en espera dentro de una caja.

Me pregunto ¿qué se sentirá pasar las manos por una cabeza sin cabello? hoy lo corté muy chiquito solo por no provocarme un sentimiento de angustia al ver los mechones caer por todos lados y fue, el primer feliz paso, un cabello muy corto que no necesito peinar, después se asomará eso que se ha escondido bajo los peinados o despeinados.

El cabello pues, el marco perfecto para el rostro, un componente en la cabeza de los seres humanos. Sin él, los rostros tendrán la difícil tarea de mostrarse por sí solos utilizando quizá el brillo de los ojos, la claridad de la piel y la desnudez que puede provocar un relieve terrestre frente al espejo. De no ser porque me despido de mi cabello no habría sabido la importancia que ha tenido a través de la historia, de la historia de cada uno.

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