Logan: Nuestros niños crecieron

En los años ochenta aparecieron varios autores canadienses e ingleses que cambiaron el cómic industrial…   En los años ochenta aparecieron varios autores canadienses e ingleses que cambiaron el cómic industrial (léase Marvel y DC) con títulos...

10 de marzo, 2017
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En los años ochenta aparecieron varios autores canadienses e ingleses que cambiaron el cómic industrial…

 

En los años ochenta aparecieron varios autores canadienses e ingleses que cambiaron el cómic industrial (léase Marvel y DC) con títulos que demostraron que este era un medio maduro y que no sólo los niños podían disfrutar de él. Frank Miller (Daredevil: Born Again, Batman: The Dark Knight Returns, Batman: Year One), John Byrne (Fantastic Four, The Man of Steel), Alan Moore (Watchmen, Batman: The Killing Joke), entre otros, enfrentaron a los superhéroes a situaciones que nunca habían podido imaginarse. Si desde la llegada de Will Eisner y su hoy mitológico The Spirit en los años cuarenta, y después la dupla de Stan Lee y Jack Kirby que a partir de los años sesenta llenaron a los súper poderosos de problemas y tribulaciones mundanas (las eternas deudas económicas de Peter “Spiderman” Parker o el embarazo de Sue “Invisible Woman” Storm, por ejemplo), hubo cambios significativos, con estos autores ochenteros, empezó la hoy llamada “época oscura”, con héroes llenos de defectos, con dudas morales, a veces abusivos y principalmente, capaces de matar. En este panorama aparece Wolverine, creado por Len Wein, Herb Trimpe y John Romita Sr., en 1975, primero como enemigo de Hulk y después, ya en los ochenta, como parte del comando de mutantes conocido como X-Men.

Aunque creado en los sesenta, el equipo de superhéroes alcanzaría el pico de su popularidad gracias al cambio de alineación que se generaría en los años ochenta. Su título es considerado de los más violentos del momento, principalmente por la ambigüedad moral del mutante de las navajas. No es de extrañar que a finales de los noventa se anunciara con bombo y platillo la aparición de una cinta inspirada por ellos. X-Men, los hombres X (X-Men, 2000, Bryan Singer) sería un éxito sin precedentes y sin quererlo, pondría la base y el inicio de todo el cine de superhéroes de la actualidad (aunque previamente habría algunas más, no influyeron tanto). Las tres primeras cintas de la franquicia se centrarían en el mutante canadiense interpretado por el entonces desconocido Hugh Jackman. Tal fue el éxito, que se le dieron no una, sino tres cintas spinoff del personaje en solitario que a pesar de todo fueron un éxito. X-Men orígenes: Wolverine (X-Men Origins: Wolverine, 2009, Gavin Hood) y Wolverine Inmortal (The Wolverine, 2013, James Mangold) serían muy criticadas entre los fans, la primera por alejarse demasiado de los impresos y la segunda por apegarse demasiado al mismo. Cuando se anunció la tercera parte, la última del actor que lo volvió famoso, fue la locura y más al filtrarse que podría estar basada en la novela gráfica Wolverine: Old Man Logan, escrita por el polémico Mark Millar y dibujada por Steve McNiven. Finalmente, de la obra más famosa sobre el personaje sólo se tomaría la premisa y Logan (2017, James Mangold) tomaría su propio rumbo.

Un maduro y enfermo Logan cuida a un anciano y decrépito Charles Xavier, quien, aparentemente, tuvo que ver en la muerte o desaparición (nunca se aclara) de casi todos los mutantes. Lo único que motiva al personaje es el juntar dinero para comprar un bote y vivir con el viejo en el mar, eso si antes no se da un balazo que acabe con su miserable y deprimente vida (y claro que es triste; es chofer de Uber). De pronto, una mujer mexicana se acerca a él para pedirle que lleve a una niña mutante a un refugio seguro. De esta manera comenzará una mezcla de road movie con western y ciencia ficción distópica, que por momentos recuerda las cintas de Mad Max y a veces Los imperdonables (Unforgiven, 1992, Clint Easwood). Y esto no es ninguna casualidad o algo arbitrario, el director es tan consciente de esto que hay referencias por todos lados: el brazo mecánico de algunos personajes, parecidos al usado por Furiosa en Mad Max: Furia en el camino (Mad Max: Fury Road, 2015, George Miller), la comunidad de niños salvajes visto en Mad Max: más allá de la cúpula del trueno (Mad Max Beyond Thunderdome, 1985, también de Miller) o el que Xavier tenga preferencia por los westerns, especialmente por Shane el desconocido (Shane, 1953, George Stevens). El sacrificio del héroe que ayuda a una comunidad o una persona desconocida, la decadencia del mismo, etc., son tópicos clásicos del western crepuscular y claro, su mayor representante fue Clint Easwood, que, por cierto, sirvió de influencia para Old Man Logan.

La cinta ha sido criticada por su exceso de violencia, al grado que una revista de chismes la ha catalogado como “una mala influencia para nuestros hijos” al usar a una niña que tiene los mismos poderes y temperamento que Wolverine. Lo que se le olvida a los que la señalan por esto es que es para adultos, en la línea inaugurada por Christopher Nolan en su trilogía de Batman (aunque fueran clasificadas para adolescentes y adultos) y continuada por Deadpool (2016, Tim Miller), es decir, llena de sangre y violencia excesiva; en este caso, rayando en el gore. Quizá lo más interesante de Logan es el hecho que por fin se logró lo que desde hace mucho tiempo debió ser el cine basado en historietas, es decir, simplemente eso, cine. Desde la primera escena uno se olvida que está viendo un filme de la franquicia de los X-Men y se encuentra con una historia sin pretensiones, que se centra en la misión del personaje, que no hace declaraciones morales (¿cómo se podría?, si el personaje central es un asesino despiadado, más cercano al Léon de El perfecto asesino de Luc Besson que a los mutantes del cómic) y que cierra estupendamente la era del actor como el mutante de las garras de adamantium. Las actuaciones son excelentes, principalmente las de Jackman y Patrick Stewart, quien también se despide de Charles Xavier, logrando quizá la mejor interpretación de su carrera.

Desde el estreno del primer filme de X-Men hasta Logan, han pasado diecisiete años, es decir, los niños que la vieron hoy tienen entre veintidós y treinta años o más. Es lógico lo que hace 20th Century Fox. Cuando inauguró el subgénero sólo estaban ellos. Hoy, entre Marvel, DC y otros estudios, hay casi una cinta de superhéroes al mes. La apuesta de Fox no puede ser más inteligente. Si los otros quieren acaparar a los niños, nosotros vamos por los que crecieron con nuestras películas. Y si siguen con filmes como este, nos damos por bien servidos los veteranos.

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