Terminó el periodo escolar 2014-2015 y millones de niños salen de vacaciones.
Terminó el periodo escolar 2014-2015 y millones de niños salen de vacaciones. Ahora podrán descansar, levantarse tarde, jugar, andar en bicicleta, disfrutar la calle, salir de viaje atascarse de dulces y ser libres durante prácticamente un mes antes de que inicie el siguiente curso. ¡Pequeños ingenuos!
Quien al parecer también salió de vacaciones es el niño Joaquincito. Estaba castigado por portarse mal y no tenía permiso, pero él se aburrió y de todas maneras se fue. Dicen sus maestros que se salió de la escuela mientras estaban distraídos y que ni cuenta se dieron. “Sería imperdonable que se nos vaya” dijo el director, pero de todas maneras se peló. Pa' mí que lo dejaron salir y nos dicen cuentos chinos.
Lo que la gran mayoría de los niños no sabe es que sus padres se dedican a algo extrañamente denominado trabajo, el cual es necesario para poder recibir a cambio el sueldo que después es absorbido por las escuelas de los infantes y que estos reclusorios no llevan el mismo calendario marcado por la SEP, ¡Oh decepción!
Es natural que los niños que han sobrevivido a las desmañanadas diarias, exámenes extenuantes, maestros insufribles, compañeros crueles, tareas sin sentido y demás atrocidades escolares, quieran olvidarse de todo ello (y mejor aún de todo lo aprendido) por unas semanas para disfrutar la vida fuera de los salones de clase. Desde que ponen un pie en la escuela tras el descanso de Semana Santa ya están pensando en las vacaciones de verano; las buenas, las grandes, las verdaderas. Los niños saben que es el periodo largo, y más larga aún la espera, pero bien vale la pena.
Existen dos especies de criaturas entre el alumnado mexicano y, aunque uno está destinado a evolucionar y convertirse con el tiempo en el segundo, son muy distantes el uno del otro. Por un lado encontramos a los adolescentes que salen de secundaria y preparatoria. Estos no tienen mayor problema ni representan tanto peligro. Los podemos encontrar invadiendo todas las plazas, cines y centros comerciales, patinando por las calles o destruyendo alguna playa. En todo caso, a los que mejor les va son enviados a campamentos de verano en el extranjero. Los padres se libran de ellos sin tanto trabajo.
El segundo grupo es el más peligroso y el que ha dominado la tierra durante años: los infantes de primaria. Esta voraz e incansable especie requiere atención en todo momento y tienen una característica especial, una vez que empiezan a subir sus niveles de azúcar ya no tiene cómo parar. El pequeño humano empieza con actividad constante e ininterrumpida, corre, sube, baja, entra, sale, brinca, llora, rompe, cava túneles (…) demanda el tiempo, atención y vigilancia de la madre en un cien por ciento. Creo que a este grupo pertenece el niño Joaquín.
Las vacaciones empiezan, decía, y con ellas las semanas más largas y temidas por los padres. Pero con el paso del tiempo las madres han evolucionado y descubierto diferentes técnicas para controlar a las crías, el método más utilizado y efectivo: los cursos de verano.
Sin la menor intención de democracia o consulta alguna, los niños son inscritos en alguna de estas actividades donde aprenderán las cosas más variadas (mismas que olvidarán al final del periodo vacacional). Las clases bien pueden ser de natación, pintura, música, ciencia o literatura para niños, recorridos especiales a museos, yoga, artes marciales, fútbol o manualidades. Los más afortunados son enviados a casa de algún primo, vecino o amigo que cuenta con un jardín enorme donde los mocosos pasan el día entero jugando con los perros, enlodándose y rodando por el pasto. No importa, el verdadero objetivo es alejarlos del hogar el mayor tiempo posible.
Para cuando las temibles criaturas regresan al hogar, las madres ya tuvieron tiempo para ellas. Los niños regresan bañados en sudor y mocos, mohosos, agotados, sin fuerzas para reclamar ni un abrazo y con una sonrisa de oreja a oreja dispuestos a comer y si acaso a aplastarse frente a la televisión el resto de la tarde. La técnica ha funcionado.
Ya para el final de las vacaciones muchos padres logran tomar una o dos semanas en el trabajo y se disponen a llevar a la familia a algún destino turístico y los más solicitados son las playas. Es uno de los más grandes errores. El caos vuelve y ahí no hay cursos a donde enviar a los niños, la mejor solución es enviarlos a la alberca donde pasan todo el día. Después de desembolsar una buena cantidad de dinero entre cursos de verano y vacaciones en la playa, los niños regresarán a tan temido día. El reinicio de clases. Pero gracias a las técnicas y conocimientos adquiridos por los padres a lo largo de los años ellos dirán que han pasado las mejores vacaciones de sus vidas. Misión cumplida.
A todos los padres, mis mejores deseos, los acompaño en su dolor. Yo por mi parte, a disfrutar de la calma y la tranquilidad de vivir frente a una escuela vacía.
Voy vengo.

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