Cada año, la American Society for Microbiology organiza dos sesiones que duran dos días de su Conferencia Anual para discutir un solo tema: la resistencia…
Cada año, la American Society for Microbiology organiza dos sesiones que duran dos días de su Conferencia Anual para discutir un solo tema: la resistencia a los antibióticos. Las sesiones se llevan a cabo en espaciosos salones con 250 – 300 asientos y empiezan a las 8:00 am, pero hay que llegar temprano a riesgo de terminar sentado en el suelo. El programa se termina a las 5:30 pero los asistentes no abandonan los salones hasta que llega el personal de limpieza a las 8:00 pm.
Nadie reclama tiempo extra, todo el mundo está ahí por su gusto. Así como ésta, existen otras muchas reuniones en las principales ciudades del mundo, cuyo tema principal es el mismo.
Los asistentes son en su mayoría doctores y enfermeras especializadas, investigadores, representantes de las compañías farmacéuticas y autoridades de hospitales especializados en el tratamiento de pacientes infecciosos. Las presentaciones son de 15 minutos con cinco minutos más para preguntas y comentarios, no hay extensiones de tiempo. Cualquier otra pregunta, se trata directamente con el ponente en cualquier parte del edificio. Las conversaciones y las consultas abajo del estrado a veces son lo mejor, pues se discuten aspectos muy específicos de los temas que se hayan tratado. Opiniones, comentarios, propuestas, intercambio de tarjetas, van y vienen sin formalidad, sin recato.
¿Por qué es tan importante la resistencia a los antibióticos?
Sencillamente, porque es un alto riesgo para la salud pública y porque es una considerable pérdida económica en términos de productividad. Cada día, millones de pacientes son atendidos en clínicas y hospitales para aliviarles de infecciones causadas por bacterias, hongos, algunos virus y otros parásitos uni ó pluricelulares.
La gran mayoría de los pacientes se recuperan de la infección al tercer o cuarto día de haber empezado el tratamiento, sin embargo los que no se recuperan vuelven a la clínica o al hospital con infecciones o trastornos más severos que en ocasiones suelen ser fatales.
Este tipo de paciente ha tenido la desgracia de estar infectado con algunos millones de microorganismos patógenos (microorganismos = bacterias, hongos, parásitos protozoarios ó virus) y que han sido tratados con antibióticos, pero éstos no han sido efectivos, por alguna razón.
La situación puede ser de crítica a muy peligrosa, dependiendo del estado fisiológico del paciente y el tiempo que haya estado infectado. El médico debe diagnosticar con precisión el sitio y la causa de la infección y también debe encontrar la explicación por la cual el antibiótico no funcionó, todo en el transcurso de la consulta. El paciente debe salir con una nueva receta que sea rápida y eficiente.
Todos los microorganismos que causan infecciones tienen estrategias para defenderse, después de todo, los microorganismos no están interesados en atacarnos, ellos solo quieren reproducirse y vivir como cualquier otro ser vivo, ese es su papel; pero, en fin, ese será tema de otro artículo.
Hay muchas causas por las cuales el antibiótico no fue efectivo, muchas veces no fue ni la dosis ni el antibiótico adecuado, muchas otras se debe a las super defensas que desarrolla al microorganismo durante el proceso de la infección.
Los antibióticos son substancias que están diseñadas para aniquilar a los patógenos. En ocasiones las dosis no alcanzan para exterminarlos y los sobrevivientes se siguen reproduciendo y por eso la infección sigue latente, sin erradicarse.
También debemos tomar en cuenta que cada uno de nuestros órganos tiene condiciones diferentes, es decir, tiene medios ambientes específicos para el desarrollo de un microorganismo determinado. Por ejemplo: un enterococo que normalmente habita en los sistemas respiratorios tendrá pocas posibilidades de infectar nuestro intestino. La razón es simple, el enterococo solo vive en condiciones con altas tensiones de oxigeno y éstas no son las condiciones del sistema gastrointestinal.
De manera que cada órgano y tejido de nuestro cuerpo solo estará infectado por un tipo de patógeno que este adaptado para desarrollarse en ese tejido u órgano, así tendremos que hay infecciones en el cuero cabelludo, las uñas, la boca, nuestros pulmones, nuestro sistema gastrointestinal, etcétera.
Cuando un paciente empieza a tomar un antibiótico, el microorganismo automáticamente empieza a defenderse. Primero, tratará de destruir o alterar la molécula del antibiótico para que éste no lo dañe, o bien podría secretar una especie de lipido (grasa) para que el cuerpo del microorganismo se vuelva impermeable al antibiótico. Otro mecanismo de protección más sofisticado se presenta cuando el microorganismo cambia su información genética para volverse impermeable, para modificar enzimas o para inactivar directamente al antibiótico. Existen muchos otros mecanismos protectores que son muy eficientes y que comentaremos en alguna otra ocasión.
Si queremos contribuir a preservar nuestra salud debemos tomar en cuenta algunas sugerencias que prácticamente son sentido común.
- Lavarse las manos tan frecuente como sea posible, cualquiera que sea la actividad que estemos haciendo. Por ningún motivo use esos desinfectantes bactericidas en lugar de lavarse las manos. No eliminan todos los microorganismos, por el contrario, sirven para hacerlos más resistentes.
- En los baños públicos, utilice una toalla de papel para accionar el pomo de la chapa, miles de manos han tocado ese objeto y usted no sabe cuántos no se lavaron las manos después de usar el retrete.
- No se autorecete ni tome antibióticos a diestra y siniestra. Si estuvo en tratamiento acabe la dosis prescrita por el médico. Los antibióticos que son buenos para una persona, pueden no ser buenos para otra, tratándose aun de la misma enfermedad.
- No se vuelva obsesivo de la limpieza ni use productos sofisticados, agua y jabón han sido los materiales efectivos por cientos de años, no se necesita más, el uso de desinfectantes como el cloro diluido solo en casos y enfermos extremos.
- Los hospitales son el lugar ideal para adquirir una infección, ahí van los enfermos a curarse, son un sitio de alto riesgo para cualquiera. Limite el tiempo de sus visitas y por ningún motivo se le ocurra llevar a sus niños o personas convalecientes o susceptibles a infecciones.
- Preguntar al personal biomédico y usar el sentido común no cuesta nada. Si está enfermo de alguna enfermedad viral, no acuda al trabajo, no se convierta en un foco de infección.
Nuestra salud y la de los que nos rodean se preservará, nosotros estaremos mejor.
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