La Iglesia en México y el Mundo

Sorpresiva la noticia de la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Más sorpresiva la intermediación de la Santa Sede y de Canadá. Justo el día anterior al… Sorpresiva la noticia de la reanudación de...

23 de diciembre, 2014

Sorpresiva la noticia de la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Más sorpresiva la intermediación de la Santa Sede y de Canadá. Justo el día anterior al…

Sorpresiva la noticia de la reanudación de relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos. Más sorpresiva la intermediación de la Santa Sede y de Canadá. Justo el día anterior al anunció, el secretario de Estado norteamericano John Kerry -ex candidato presidencial demócrata y católico– estuvo en El Vaticano entrevistándose con su homólogo, Pietro Parolin, para, según se dijo, solicitar la ayuda del papa Francisco para el cierre de la prisión de Guantánamo, último reducto de la presencia norteamericana en Cuba, y transferir a los presos a otros lugares, bajo condiciones humanitarias.

Las negociaciones entre Cuba y Estados Unidos iniciaron en junio, hubo reuniones en Canadá y una reunión, quizá la más importante pero también secreta, fue en El Vaticano en otoño de 2013. El 14 de marzo de 2014, Obama visitó al Papa Francisco en El Vaticano. Trascendió el buen humor entre ambos y, especialmente, la prensa dio cuenta de que el encuentro duró más de 50 minutos, algo sumamente inusual. Sólo con el rey Juan Carlos de España la entrevista duró más, mientras que con otros jefes de Estado, ha durado menos, por ejemplo, con Enrique Peña Nieto que apenas estuvo 25 minutos dialogando con el Pontífice.

De lo tratado por Obama y Francisco trascendió muy poco, salvo la parte pública que se desarrolló en el a Biblioteca Apostólica, el intercambio de regalos, las sonrisas de ambos, la cortesía, etcétera. Pero de lo dicho en corto, no se supo más que generalidades.

El grado de discreción con el que se condujo el asunto entre el gobierno de Raúl Castro y el de Barack Obama, así como la secrecía vaticana y canadiense, contribuyeron a que la noticia de la reanudación de relaciones diplomáticas dada a conocer el miércoles 17 de diciembre, fuera una sorpresa mundial. Pero quizá lo más sorprendente fue el agradecimiento público que externaron ambos mandatarios al Papa Francisco por su mediación, quien en este verano envió una carta tanto a Obama como a Raúl Castro exhortándolos a resolver la detención de los presos en ambos países, en referencia a los presos que fueron intercambiados justo antes del anuncio.

Lo cierto es que cualquier balance hecho sobre el Papa Francisco antes del 17 de diciembre quedó muy corto. La Santa Sede recuperó su papel protagónico en la diplomacia mundial, pero a diferencia de los ocurrido en el pontificado de Juan Pablo II, no se trató de derribar muros, sino extender puentes. Ahora sí, la Guerra Fría terminó gracias a un Papa latinoamericano, que no pretende imponer su agenda ideológica, sino cooperar en la pacificación a nivel mundial.

Con este hecho histórico, un hito, sin lugar a dudas, el Papa ya está plenamente enfocado en las celebraciones de Adviento y prosigue enmendando la plana al interior de la Santa Sede

En el segundo discurso a la Curia con motivo de la Navidad, el papa Francisco pidió a sus colaboradores hacer un examen de conciencia para prepararse a la confesión general y expuso las quince sombras de pecado que aquejan a sus colaboradores y a cualquier grupo en una institución.

Lo primero señaló es que la Curia funcionase como un cuerpo más sano y armonioso, unido en si y con Cristo, ya que sin ello, sólo sería una burocracia cualquiera. ¿Qué criticó? La tentación de sentirse indispensable como efecto del narcisismo, el trabajo en exceso, la fosilización mental y espiritual, la planificación excesiva y rígida, la mala coordinación, la pérdida progresiva de facultades espirituales, la rivalidad y la vanagloria del falso misticismo, la doble vida, los chismes, la divinización de los jefes como parte del carrerismo y oportunismo, la indiferencia hacia los demás, la severidad y el pesimismo estériles, la acumulación de bienes, los círculos cerrados, la transformación del servicio en poder.

El Papa puso el dedo en la llaga y seguramente sus detractores internos estarán preguntándose por qué les tocó vivir un pontificado así. Lo cierto es que Jorge Mario Bergoglio es un hombre que conoce la naturaleza humana y no se deja engañar; sabe que la supervivencia de la Iglesia depende, en buena medida, de que los miembros consagrados se ajusten a la realidad, traten de ser mejores personas y pastores y, principalmente, que estén imbuidos de caridad en su más amplia acepción. ¡Feliz Navidad para todos los lectores y un muy próspero 2015!

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