Al momento de redactar estas líneas, se efectuaba el recuento de la votación del pasado 7 de junio por parte del Instituto Morelense de Procesos…
Al momento de redactar estas líneas, se efectuaba el recuento de la votación del pasado 7 de junio por parte del Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana (Impepac) para ratificar los resultados de la elección de presidentes municipales y diputados locales en el estado de Morelos.
A propios y extraños ha sorprendido la noticia de que el ex futbolista profesional Cuauhtémoc Blanco Bravo pudiera convertirse en presidente municipal electo, tras haber sido postulado como candidato por el Partido Social Demócrata (PSD).
Viví en Cuernavaca por 24 años. Es la ciudad en la que crecí, inicié mi carrera, me casé y tuve a mi primera hija. Formé parte de su gobierno municipal, de 1994 a1997.
Debo decir que formé parte de una generación privilegiada de “cuernavacos”. Aunque nací en el Distrito Federal, llegué junto con mi familia a residir en la capital morelense en 1984, y me tocó vivir una etapa clave de su transición de una apacible ciudad provinciana a una cosmopolita metrópoli, hoy asfixiada por su crecimiento.
Durante mi juventud tuve la oportunidad de nadar en las frías aguas del Canal de Chapultepec, caminar de día, de noche e incluso de madrugada por las calles de los populosos barrios de Amatitlán, La Carolina o la colonia Flores Magón; y ya en mi edad adulta conocer sitios tan fascinantes como El Salto Chico o el cárcamo de El Túnel, con su impresionante nacimiento de agua, donde se genera la mayor parte del vial líquido que se consume en Cuernavaca y su zona conurbada.
Muchos de estos espacios hoy son inaccesibles por el voraz crecimiento de la mancha urbana y por el cáncer de la inseguridad que azota a la antigua Cuauhnáhuac.
Por ello me produce sentimientos encontrados el triunfo de Cuauhtémoc Blanco. Por un lado me preocupa el tipo de gobierno que pueda ejercer una persona sin formación ni experiencia en los asuntos públicos. Pero por otro lado, me entusiasma la idea de que una ciudad golpeada por la delincuencia y que ya ha experimentado con gobiernos de todos los colores, haya decidido darle una patada en el trasero a los partidos tradicionales.
Espero que “El Temo” tenga la capacidad para cortar de tajo con las mafias panistas, priistas y perredistas que sumieron a la Ciudad de la Eterna Primavera en años de abandono, mediocridad y caos.
En términos políticos, Cuernavaca tiene ya por sí sola una historia sui géneris.
En 1997, con poco menos de 500 votos de ventaja, los electores de la capital morelense decidieron darle la oportunidad a un joven propietario de un taller mecánico que fue postulado por el Partido Acción Nacional.
Sus únicas cartas políticas eran ser hijo de un ex alcalde interino y nieto del primer gobernador constitucional del estado.
¿Su nombre? Sergio Alberto Estrada Cajigal Ramírez. Comunicólogo de profesión –carrera que nunca ha ejercido-, el joven Sergio fue un curioso producto de una torpe pero eficaz campaña de mercadotecnia política, que explotó su principal atributo: ser un hombre considerado guapo por muchas féminas. Llegó al PAN en calidad de “miembro adherente”, y su postulación fue una especie de experimento que sorprendió a sus propios compañeros de partido.
Para muchas personas, Sergio Estrada fue uno de los mejores alcaldes que ha tenido Cuernavaca. Y probablemente lo sea, pero no hay que soslayar el hecho de que, en un intento de disfrazar de “apertura democrática” su estrepitoso fracaso en las elecciones intermedias, el entonces gobernador de Morelos, Jorge Carrillo Olea haya decidido prácticamente triplicarle el presupuesto a Cuernavaca, tratando de beneficiarse del carisma del joven e inexperto alcalde .
La popularidad de Sergio Estrada fue tal, que al término de su trienio se convirtió en candidato natural a la gubernatura, la cual obtuvo sin problemas en el año 2000, en la apoteosis del “efecto Fox”. Su capital político fue de tal magnitud que alcanzó para apuntalar el triunfo de su sucesor, el galeno Marco Antonio Adame Castillo, un personaje gris y poco carismático. Sergio Estrada carga con el estigma de ser considerado al mismo tiempo uno de los mejores alcaldes de Cuernavaca, pero también uno de los peores gobernadores de Morelos, pues durante su mandato comenzó el crecimiento rampante de la delincuencia organizada en distintos puntos de la entidad.
Obviamente, Morelos y México han cambiado mucho desde los tiempos de la elección de Sergio Estrada, y de entonces a la fecha, la alcaldía cuernavacense ha sido alternada entre panistas y priistas. Habrá que interpretar con cautela el mensaje enviado por la sociedad cuernavacense a la clase política de su entidad con el voto a favor de un personaje de tan altos contrastes como Cuauhtémoc Blanco.
Vaya pues, un afectuoso saludo a los amigos “guayabos” (como se les conoce popularmente a los “cuernavacos”), y a observar con atención lo que el futuro les depare. ¡Ánimo!
SOUNDTRACK PARA LA LECTURA
“A Cuernavaca Voy”- Los Hermanos Carrión (México)
“La Yerbita” – La Bolonchona (Cuernavaca, México)
“É Uma Partida De Futebol” – Skank (Brasil)
“En Cuernavaca fue”- Rondalla Bugambilia (Cuernavaca, México)
“QUE TRISTE FUE DECIRNOS ADIOS……..”
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