“Javidú” Tres Patines y la Tremenda Corte

El nostálgico programa cubano de radio “La Tremenda Corte” fue reestrenado en forma involuntaria… El nostálgico programa cubano de radio “La Tremenda Corte” fue reestrenado en forma involuntaria en la primera audiencia contra el ex gobernador veracruzano,...

25 de julio, 2017
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El nostálgico programa cubano de radio “La Tremenda Corte” fue reestrenado en forma involuntaria…

El nostálgico programa cubano de radio “La Tremenda Corte” fue reestrenado en forma involuntaria en la primera audiencia contra el ex gobernador veracruzano, Javier Duarte de Ochoa (personificando a Tres Patines), después de ser capturado en Guatemala y deportado a México. Ingresado en prisión preventiva en el Reclusorio Norte, hizo gala de su voluminosa figura legal al exhibir al equipo de fiscales ineptos e improvisados, durante la audiencia donde se presentaron los cargos que se le imputan al cordobés.

Duarte de Ochoa es el moderno ícono de la corrupción priísta, la resolución de su caso tendrá un antes y un después en la historia del combate a la corrupción en México. La sentencia final afectara al incipiente Sistema Nacional Anticorrupción, que aún sin fiscal y con grandes carencias en el engranaje necesario para perseguir los delitos contra el erario, ha empezado a funcionar con la esperanza de detener la corrupción generalizada que padece el país, en especial en el presente sexenio del presidente Enrique Peña.

La semana pasada el “Botija” jarocho, con pleno dominio de ciencia, jurisprudencia, manejo de leyes a conveniencia, destrozó con opulencia y atingencia, sin verbal contingencia, la patética ponencia de los fiscales, de eso que en apariencia, era una adelantada indulgencia.

Esta comedia de situación involuntaria, protagonizada por los fiscales Martha Ramos Castillo, Nelly Magaly Acevedo y Pedro Guevara Pérez, mostró su incapacidad total para argumentar las acusaciones contra el ex gobernador, además de provocar la pena ajena, cuando infructuosamente intentaron responder las sencillas preguntas de la defensa y del propio Duarte. Ni los guionistas y actores del nostálgico programa de radio cubano, hubieran imaginado la escena tragicómica, presentada la semana pasada en el Reclusorio Norte.

El procurador Raúl Cervantes, envió a los patiños más decadentes a presentar el caso más emblemático, en muchos años, contra la corrupción de aquel mito genial, que se vendió como la “nueva generación de políticos”. El juez Gerardo Moreno García (ya en pleno homenaje “al tremendo juez, de “La Tremenda Corte”) desesperado, pidió mejorar el trabajo de la fiscalía en las siguientes audiencias, señaló que los nuevos Ministerios Públicos Federales, no dominaban el expediente y finalmente los regañó ante bochornoso espectáculo ofrecido, solo le faltó multarlos con 20 pesos cubanos.

La Procuraduría General de la República (PGR) es recurrente en sus pifias, al presentar casos de trascendencia, todo parece indicar que sumará un capítulo más a esa interminable racha perdedora de casos simbólicos. El expediente de Duarte de Ochoa, se deduce, está mal integrado, en consecuencia la opinión pública ya presagia que los enormes desfalcos al gobierno veracruzano podrían quedar impunes, por complicidad de la PGR o por la ineptitud lastimosa con la que siempre se maneja.

En días previos, el secretario de Salud, José Narro, mencionó un desvío de 650 millones en el sector salud responsabilidad de la administración de Javier Duarte, además de las acusaciones de la Auditoria Superior de la Federación por 5 mil millones de pesos, de los cuales no se tiene claro su destino o como se malversaron. El ex gobernador veracruzano tiene una sola acusación grave que lo mantiene en la cárcel; ésta es por delincuencia organizada, los otros procesos legales por peculado, desvió de recursos, uso de empresas fantasmas y enriquecimiento ilícito, las cuales no son consideradas graves por nuestras “particulares” leyes mexicanas.

Durante la accidentada primera audiencia, Duarte se “chamaqueo” a los fiscales, pues a pesar de existir acusaciones por parte de la Secretaria de Hacienda, no acudió ningún representante que explicara las acusaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera, a diferencia de otros casos. Los fiscales evidenciaron su total improvisación, según narran las crónicas periodísticas, cuando se les solicitaban datos tan básicos como cifras y fechas que tardaron en responder hasta una hora, ridículo maximizado al proporcionar datos erróneos y contradictorios, por lo que el mismo juez pidió ya no presentar datos sin que estuvieran verificados.

De los 438 millones de pesos desviados presuntamente por Duarte, solo pudieron acreditar un desvió por 30 millones de pesos en contra de la secretaria de Educación. Cada acusación sobre la adquisición de propiedades, artículos suntuarios, eran por demás endebles, ya que las cifras no cuadraban.

La percepción generalizada sobre lo endeble de la carpeta de investigación provocó que el gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes, solicitara comparecer como testigo contra Duarte y presentar videos de declaraciones realizadas por los principales operadores financieros, prestanombres y ex funcionarios en contubernio en la administración del priísta.

En este momento ya se sabrá, si Duarte fue vinculado a proceso judicial y si se ordena su traslado al Centro Federal de Rehabilitación Psicosocial de Ayala, Morelos, donde se encontraría con otros “distinguidos” procesados como el ex gobernador de Quintana Roo Mario Villanueva Madrid, asimismo con Guillermo Padrés Dagnino, hijo del ex gobernador de Sonora, Guillermo Padrés Elías.

El numerito histriónico que cerró el tragicómico espectáculo de la semana pasada, fueron las declaraciones del Secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien pidió tener “fe” en la justicia que se procura en México. Si se analizan a profundidad esas reflexiones, no son tan erradas, ya que en el sexenio del presidente Enrique Peña, la justicia mexicana es como una entidad espiritual: todos hablamos de ella, pero nadie la ha visto en realidad.

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