México tiene interiorizado una forma de racismo muy extendido, donde converge no solo la cara segregacionista…
México tiene interiorizado una forma de racismo muy extendido, donde converge no solo la cara segregacionista, sino también la asimilacionista. Es el anhelo constante entre acercarse a lo “blanco” y alejarse de lo “moreno”, la veneración de lo “blanco”, como un valor superior en una sociedad predominantemente mestiza, y compresión colectiva del éxito como sinónimo de “blanqueamiento”, que constituye un racismo “cromático”[1].
Escribí hace un tiempo, que uno de los principales problemas es que “el racismo en México tiene como obstáculo inicial el reconocimiento del problema, nadie (o casi nadie) se asume racista”[2].
Sin embargo, en días recientes, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), presentó por primera vez los resultados del estudio que realizó sobre “la movilidad social intergeneracional”, del cual presentó información considerando las características sociodemográficas de la población de 25 a 64 años de edad[3], así como sus niveles educativos y ocupacionales.
Asimismo, en dicho estudio describió la percepción de movilidad social por “autorreconocimiento de color de piel”, aplicando una escala cromática, utilizada en el Proyecto sobre Etnicidad y Raza en América Latina (PERLA, por sus siglas en inglés), que clasifica la piel en 11 tonalidades con el propósito de que el propio entrevistado(a) identificara su color[4].
Las cifras arrojaron, que de las personas que se autoclasificaron en las tonalidades de piel más clara, solo 10% no cuenta con algún nivel de escolaridad, mientras que la cifra se eleva a 20.2% para las personas que se autoclasificaron en las tonalidades de piel más “oscuras”. En esa misma línea, mientras más “oscuro” es el color de piel, los porcentajes de personas ocupadas en actividades de mayor calificación se reducen. Cuando los tonos de piel se vuelven más claros, los porcentajes de ocupados en actividades de media y alta calificación se incrementan.
De igual forma, el estudio concluyó que “para las tonalidades de piel más oscura se percibe en menor proporción (48.6%) una mejora en su situación socioeconómica, en comparación con la tonalidad de piel más clara (52.2 por ciento)”.
Derivado de lo informado por el INEGI, vale decir, que el reconocimiento oficial de los efectos del racismo en México, es un paso tardío, pero importante para articular acciones de Estado frente a una problemática sumamente compleja y de carácter estructural.
Nos encontramos frente a una realidad, que cuesta mucho reconocer: las personas de piel “clara” tienen mejores trabajos y mayores niveles de estudio, que aquellas de piel “morena” o tonalidades más “oscuras”[5].
Asimismo, entender que también existe una clara relación de poder que depende del color de la piel, tomando en cuenta que está socialmente legitimado, por mecanismos y arreglos históricos, sociales, económicos y culturales, el pensamiento que produce los efectos de aquellas personas de piel blanca, dominan a los de piel morena.
En vista de los múltiples significados que el estudio realizado por el INEGI puede producir, valdrá la pena esperar, al menos dos cuestiones: 1) si existe una respuesta de Estado más robusta, y, 2) como la sociedad mexicana actuará en consecuencia, ante el racismo que persiste.
Por ahora, lo que único claro es que, aunque el “reconocimiento oficial” del racismo puede valorarse como algo positivo, éste parece muy tardío y disperso. No parece que se conectará con medidas o acciones conjuntas frente a esta realidad; aunado a que la sociedad mexicana, en muchos sentidos está estancada en el subdesarrollo ético, y consiente e inconscientemente busca no ser una sociedad igualitaria, sino homogeneizare –a su manera- a partir de la identidad “mestiza”.
[1] Navarrete, Federico, México racista, Editorial Grijalbo, México, 2013.
[2] Diaz, Alejandro. “México y su racismo”. Disponible en: https://www.ruizhealytimes.com/opinion-y-analisis/mexico-y-su-racismo
[3] El total de la población estimada de 25 a 64 años en el Módulo de Movilidad Social Intergeneracional es de 61 827 469, que corresponden a 32 550 407 mujeres y a 29 277 062 hombres.
[4] INEGI. Comunicado de prensa. 16 de junio de 2017.
Disponible en: http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/boletines/2017/mmsi/mmsi2017_06.pdf
[5] Cabe precisar que, en el ámbito científico, los debates antropológicos contemporáneos han hecho visible que la idea de “raza” no necesariamente tiene sustento científico, sino eminentemente es una construcción social. Para muchos Antropólogos, las razas biológicas no existen ni nunca existieron. El racismo, forma parte de las sociedades actuales caracterizadas por una estructura racial rígida.
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