Previo al anuncio que hará el día de hoy el presidente de la República, afirmó que el país ha llegado a un punto de inflexión por los acontecimientos de Iguala…
Previo al anuncio que hará el día de hoy el presidente de la República, afirmó que el país ha llegado a un punto de inflexión por los acontecimientos de Iguala y, en general, por la tragedia que es el estado de Guerrero. Tiene razón, pero tal vez ese punto de inflexión debió llegar mucho antes, durante el “gobierno del cambio” del presidente Vicente Fox.
Si había un momento idóneo para desmontar los resortes más nefastos del sistema político mexicano era ese, pero ya se sabe que la famosa agenda del cambio en realidad estaba vacía. Tanto Fox como Calderón se sirvieron de ese sistema para gobernar. A nivel de los gobiernos locales, incluido el del DF, la situación fue la misma. Panistas y perredistas llegaron a las gubernaturas o a la Jefatura de Gobierno e hicieron uso de ese sofisticado aparato. El crimen organizado encontró que el sistema funcionaba a las mil maravillas para crecer y consolidarse, sobre todo ante la embestida sin ton ni son que llevó a cabo Calderón.
Los cambios más profundos al sistema en los últimos 14 años han venido, curiosamente, del gobierno de un hombre emanado de las mismas filas del partido que creo las reglas más negras de ese sistema político. Sea por necesidad o por visión política, el gobierno de Peña Nieto ha impulsado cambios decisivos en varias áreas de la vida económica, financiera, educativa y social del país.
Pese a estos cambios, el país continúa estancado en lo económico, con un mercado interno pequeño y frágil. Apenas 3.5 millones de mexicanos ganan más de 10 mil pesos mensuales, cuando en 2006 eran más de cinco millones. La vieja excusa que achacaba a la crisis mundial nuestro pobre desempeño económico no se sostiene. Crecemos menos que el mundo. Por ejemplo, Estados Unidos, nuestro socio y principal cliente, creció en el último trimestre 3.9%.
La corrupción generalizada y el crimen organizado se entrelazan con el mal desempeño económico y galopan sin que ninguna medida gubernamental resulte, básicamente porque no van a la raíz de los problemas. El narco no se puede vencer con policías y soldados, sólo con educación y médicos, con la legalización de las drogas y el control del Estado sobre la cadena de producción y comercialización.
A Felipe Calderón ni los pactos políticos ni los controles de confianza le sirvieron. El presidente Peña ya fracasó en la convocatoria de otro pacto más. Ahora se ensaya la presentación de un abanico de propuestas ante gobernadores, funcionarios, ONG's y personajes varios. De antemano, las medidas no bastarán si no van al fondo de los problemas y cuentan con apoyo social y político.

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