El jugador de ajedrez

En 1962, John F. Kennedy protagonizó la llamada “crisis de los misiles”, cuando la Union Soviética… En 1962, John F. Kennedy protagonizó la llamada “crisis de los misiles”, cuando la Union Soviética decidió instalar armas nucleares en...

18 de noviembre, 2016
putin

En 1962, John F. Kennedy protagonizó la llamada “crisis de los misiles”, cuando la Union Soviética…

En 1962, John F. Kennedy protagonizó la llamada “crisis de los misiles”, cuando la Union Soviética decidió instalar armas nucleares en Cuba; con lo cual, amenazaba la seguridad nacional de Estados Unidos.

Con toda lógica, el presidente Kennedy maniobró por todos los medios a su alcance, para hacer que los rusos se llevaran sus “cachivaches” a casa, sin necesidad de llegar a un enfrentamiento armado.

La solución pacifica de aquella crisis, es un caso memorable de habilidad diplomática y sentido común que, por desgracia, es el menos común de los sentidos.

Como es bien sabido, la antigua Union Soviética se vino abajo a finales de la década de los 80.

Sus fuerzas armadas habían perdido la moral y la disciplina; sus armamentos habían devenido obsoletos (casi chatarra); pero una chatarra sin embargo, peligrosa, porque seguía teniendo una capacidad destructiva suficiente para destruir varias veces al planeta con todo y sus habitantes.

Entre la desaparición de la Union Soviética y la actualidad, ocurrió lo siguiente:

La OTAN se dio a la tarea de reclutar nuevos miembros entre los países antiguamente dominados por el llamado Pacto de Varsovia.

De este modo, ingresaron a las filas de la alianza atlántica países como Lituania, Letonia, Estonia, Polonia, Hungría, la república  Checa, Bulgaria, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, Turquía, Albania y Croacia.

La lista se complementa con los aspirantes integrados por Bosnia y Herzegovina, Georgia, Macedonia y Montenegro.

Ucrania “come aparte”.

En los últimos tiempos, “la OTAN” participó en el golpe de estado que depuso al presidente de Ucrania; el democráticamente electo Yannakovitch, y patrocinó la llegada al poder de Petro Poroshenko, un empresario pro-europeo que es además, hostil a Rusia.

Si la cuestión fuera de puras simpatías, no habría riesgos; pero resulta que las cosas se complicaron porque Crimea, (perteneciente geopolíticamente a Ucrania), es la sede de la más importante base naval rusa.

Como es de suponerse, Moscú no estaba ni está dispuesto a renunciar a semejante enclave estratégico, por lo cual, alentó el movimiento de la población mayoritariamente rusa de Crimea, aceptando su anexión a la Federación Rusa.

Mientras este reordenamiento y realineación política de Europa del Este se vino desarrollando, las “obsoletas” fuerzas armadas de Rusia experimentaron un resurgimiento formidable.

La Rusia de 2016, ya no es la moribunda nación de Gorbachov y Yeltsin.

Vladimir Putin no parece ser la clase de gobernante que esté dispuesto a permitir que Crimea se pierda a beneficio de la OTAN, para que Rusia quede completamente rodeada y además, sin acceso al mar Mediterráneo.

Mucho menos pude imaginarse que Putin se quede alegremente cruzado de brazos, mientras Sebastopol se convierte en el Guantánamo del Mar Negro, y que se instale ahí un “spa” donde los “turistas” musulmanes acudan a recibir terapias de veracidad,  tratamientos de water boarding, mascarillas y faciales de persuasión, y demás entretenimientos en el esquema hotelero de “ALL  INCLUSIVE”.

Para el “mundo libre” no es saludable la creencia de que Rusia dejó de ser un potencial y muy peligroso rival, y que el oso ruso falleció en las heladas aguas del Mar de Barents cuando el submarino Kursk se hundió ahí, un año después de la llegada de Putin al Kremlin.

Vladimir Vladimirovich llegó al poder con su cara de niño travieso, tan parecido a Macaulay Culkin; el recordado protagonista de “Home Alone”; pero no llegó por casualidad ni parece próximo a dejar el cargo.

Si Putin es un dictador, un zar o un presidente tan democrático como Donald Trump, es lo de menos.

Es un hombre de pocas palabras y mucha acción, como lo ha demostrado en Siria, donde ha sido él quien ha impuesto el “NO FLY ZONE” y ha sido él quien ha dado a los mercenarios de ISIS (alias, Al Qaeda; alias Al Nusra; alias MOSSAD; alias Arabia Saudita; alias Erdogan) golpes verdaderamente efectivos, hasta el punto de estar muy próximos a recuperar Alepo; la antiquísima ciudad cuyo nombre era un total enigma para el ex candidato libertario Gary Johnson de los Estados Unidos.

Putin además es capaz sobradamente, de lo que se conoce como “multitasking”, y por ello, tambien ha desafiado el monopolio internacional de las noticias, lanzando su agencia denominada RUSSIA TODAY, cuya popularidad ha ido en aumento, lo mismo que su audiencia en Occidente, donde CNN, CBS, ABC y demás “mainstream media” han perdido no solo rating, sino credibilidad.

PERO LO MÁS PELIGROSO es que Vladimir Vladimirovich ya se engolosinó y movido por la máxima de “el que se lleva se aguanta”, ha respondido al acorralamiento de Rusia con un acercamiento militar, naval y diplomático más que activo en América Latina; concretamente con Argentina, Nicaragua y Venezuela, desafiando abiertamente a la Doctrina Monroe.

Donald Trump parece ser más sensato que Hilary Clinton, que vociferaba sus afanes bélicos ¡nada menos que contra China y contra Rusia!

¿Qué sucedería si a Peña Nieto, desesperado ante la inminencia del Muro de Trump y la deportación masiva de mexicanos por Estados Unidos, se le ocurriera estrechar lazos con Vladimir Putin y ofrecerle bases navales en la Península de Baja California para compensar la posible pérdida de Crimea?

Vladimir Vladimirovich podrá parecerse a Macaulay Culkin, pero ni es un niño tímido, ni está “Home Alone”.

Putin ha demostrado que no es la versión rusa del Negro Durazo; que no llegó al poder gracias a sus borracheras con Yeltsin; que no es un frívolo vanidoso que nada más sepa practicar judo y andar a caballo sin camisa para que lo adulen.

Si algo pudiese ser epidémicamente malo para la salud del mundo entero, sería el subestimar al antiguo coronel de la KGB.

Para poder comenzar a entenderlo, no hay que compararlo con Obama ni con Merkel o con Trump.

Una de las mejores formas de comprenderlo, comienza por saber que el deporte que le ha dado más glorias a Rusia ha tenido como campeones a mentes de la talla de Anatoli Kárpov, Alexandr Jálifman, Olga Rubtsova, Boris Spasky, Tigrán Petrosián, Mijaíl Tal y Anatoly Kasparov, Yelizaveta Býkova entre muchos otros.

En este deporte que Putin domina y disfruta, no se conceden empates (tablas) y los jaques mate, son de verdad mortales.

Vladimir Vladimirovich es en efecto, un consumado judoca; un esgrimista certero; aficionado al Hockey sobre hielo, abogado y  políglota; como él mismo lo dice, es y será siempre un policía; un leal miembro de la KGB; un lector de almas y juez de carácter; todo lo cual lo convierte en lo que en inglés se conoce como “SOMEONE TO BE RECKONED WITH”.

PERO LO QUE LO HACE MÁS TEMIBLE, ES QUE SE TRATA DE UN EXTRAORDINARIO JUGADOR DE AJEDREZ.

No en balde en Rusia, desde 1886, el ajedrez es materia obligada a partir del jardín de infancia hasta la conclusión del bachillerato.

Por algo será…

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