Educar la inteligencia emocional: Un caso de salud

Tradicionalmente los temas relacionados con la salud humana han sido abordados desde el punto de vista médico… Tradicionalmente los temas relacionados con la salud humana han sido abordados desde el punto de vista médico; sin embargo, poco...

19 de junio, 2015
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Tradicionalmente los temas relacionados con la salud humana han sido abordados desde el punto de vista médico…

Tradicionalmente los temas relacionados con la salud humana han sido abordados desde el punto de vista médico; sin embargo, poco a poco se ha constatado la necesidad de otras disciplinas como la antropología, la educación, la biología, la filosofía, el derecho, la ecología, las ciencias físicas y la necesidad de  reflexión constante sobre su interacción sobre el ser humano y su ambiente.

EDUCACIÓN Y SALUD

Iniciando en el marco de la salud, ésta se define (Diccionario de la Lengua Española) como aquel estado en el que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus funciones. Comúnmente se entiende por salud la ausencia de enfermedades; sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo considera como el estado del completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de afecciones o enfermedades.

Dicho de otro modo: la salud incluye un cierto grado de bienestar físico, y de agrado en la actividad que es necesaria para vivir (bienestar psicológico); sin embargo, la salud no es bienestar. Más bien, el bienestar es, en cierta medida, una parte de la salud, es decir, es uno de los medios necesarios para poder seguir viviendo (Pardo, 2002).

En la definición que la OMS da de salud aparecen dos de los elementos reseñados anteriormente: la integridad física y el bienestar. Sin embargo, lo más llamativo es que está completamente ausente toda referencia al modo de vida de la persona. Considera sólo la ausencia de lesiones y el bienestar, que el paciente se sienta bien.

El desarrollo del bienestar  es el objetivo de la educación emocional, ésta se basa en el principio de que el bienestar es uno de los objetivos básicos de la vida personal y social (Bisquerra, 2013).

Hoy, las ciencias del bienestar, y en concreto la psicología positiva, la inteligencia emocional y la educación emocional, aportan evidencia de lo que funciona y lo que no. Estos conocimientos deben ser difundidos a través de la educación, con el objetivo de desarrollar competencias básicas para la vida que permitan alcanzar un mejor bienestar -éstas son las competencias emocionales y son las más difíciles de alcanzar- (Bisquerra 2013).

La salud o bienestar incluye lo físico y lo psico social, no se excluyen, interactúan en el entramado del complejo ser humano en todas sus dimensiones.

Sin embargo,  la superespecialización de la medicina ha llevado a disectar  el cuerpo humano en un proceso en el cuál se tiende a desarticular las partes del organismo, así como las sutiles relaciones entre la salud física y la salud mental y sus complejas condicionantes sociales. La capitalización de la medicina ha orientado el tratamiento de la salud hacia la curación de la enfermedad, antes que a su prevención, llegando a pervertir la ética médica (Lefft, 2000).  La hiperespecialización  hace progresar los conocimientos, pero tiende a separar saberes que deberían estar relacionados (Morin 2011). El cuerpo en órganos, el hombre en disciplinas, su pensar en ideologías, sus valores en dinero.

El órgano está aislado en el organismo. El organismo está aislado del psiquismo.. El individuo tratado es percibido como paciente, pero ignorado como persona. Esta aislado de su entorno humano.  Nuestra ciencia y nuestra medicina nos han aislado del mundo como si fuéramos ajenos a él (Morin 2011).

El hombre es un objeto que se puede separar para estudiarse y dictaminarse por partes, se comprende que el cuerpo actúa sobre la mente y la vuelve depresiva, pero no se comprende que la mente puede actuar sobre el cuerpo, para mal y para bien. Antonio Damasio (citado por Morin, p. 166, 2011) demuestra que los estados de alegría tanto si son sentidos realmente como si sólo son “imaginados”, resultan saludables para el organismo, la coordinación fisiológica es óptima y la supervivencia se fomenta. Al contrario, los estados de tristeza provocan un desequilibrio funcional.  “Es preciso, por lo tanto, buscar la alegría como un decreto de la razón, incluso cuando esa búsqueda parece quimérica”, concluye, y “evitar las emociones negativas como el miedo, la cólera, los celos y la tristeza”.

Actualmente el conocimiento científico del cerebro ha trastocado las creencias, fuertemente arraigadas, que separaban el alma del cuerpo, el pensamiento de la base biológica que lo sustenta dice Milagros Pérez (2006) y que Ignacio Morgado (2010) demuestra que el cerebro racional se apoya sobre el cerebro emocional, que el razonamiento está siempre tamizado por los sentimientos y que estos pueden modularse a su vez a través de la razón.

Desde la psicología positiva y la educación emocional se pretende avanzar sobre cómo mejorar el bienestar y potenciar la felicidad. Por ejemplo, la depresión no es sólo presencia de emociones negativas, sino ausencia de emociones positivas.

Por esto es necesario enseñar emociones positivas, elementos importantes para contribuir a crear comunidades felices, porque la intervención a través de la educación asegura llegar a toda la población (Bisquerra, 2013).

El caso México:

María Elena Medina Mora, directora del Instituto Nacional de Psiquiatría, Ramón de la Fuente –de la ciudad de México-, informó que todas las estadísticas nuevas arrojan un aumento en el número de trastornos de adolescentes. La Dra. Medina comentó para el periódico Reforma: “vemos que los adolescentes tienen índice mayor de trastornos que las generaciones anteriores, por ejemplo en la tasa de suicidios el 70% fueron jóvenes. Estos trastornos se han incrementado en las poblaciones jóvenes”. De acuerdo al sistema Nacional de salud en los jóvenes han aumentado los trastornos mentales. De 2006 a 2010 la incidencia subió de 7mil 240 casos a 9 mil, indica el documento Morbilidad hospitalaria por trastornos mentales. La Dra. reconoce que la mitad de los pacientes que llegan a dependencias de salud tienen comorbilidad psiquiátrica. “Sabemos que el trastorno de ansiedad comienza desde los 7 años, si no es atendido, cuando llegan a la adolescencia encuentran las drogas como una solución aparente”. Según el Instituto de Psiquiatría el 75% de los jóvenes padece un problema de salud mental antes de que conozcan y usen las drogas. Así mismo la Dra. Medina que está planeado que dada la gran asociación entre enfermedades mentales y adicciones, los programas educativos y sociales deben incorporar la atención de salud mental para capacitar el personal y atender los trastornos mentales (Reforma 26 de mayo 2013), como dice Carbajal (2010, citado por Payme) “La enfermedad de nuestro sistema educativo es un profundo déficit de humanidad, una pérdida de vocación por la vida. Educar para el éxito, para la competencia, para el examen, pero no para enamorarte de la vida”.

De hecho, todo lo que tiene que ver con la medicina es una combinación íntima de ciencia y arte, dice Morin, así el buen médico, en cierto modo, anticipa la “crisis”, y puede, así, intervenir lo antes posible, ya que los males se tratan mejor en un estado incipiente que cuando están arraigados. Este tipo de medicina tiende a desaparecer; ha sido remplazada por la invasión estadística –medicina basada en la evidencia (Abastado 2007, Morin 2011) y/o la tecnologización del cuerpo (Lefft), el mercado de la industria farmacéutica, los laboratorios con patente y los seguros médicos, la rapidez de la atención en detrimento del conocimiento de la persona y su contexto.

Igual la educación es ciencia y es arte, cuando atendiendo a su fin (último y/o primero) procura desarrollar al ser humano en todos los aspectos integrándolos, conectándolos, construyendo al hombre para ser feliz.  La educación no es sólo la adquisición de conocimientos y habilidades, sino enriquecimiento del ser a través de la dignidad humanizante, dice Aguirre Sala (2013).

Se trata de formar personas que construyan de una forma autónoma y estratégica su conocimiento y la formación de ciudadanos que actúen de forma responsable, libre y comprometida (Olvera, 2000).

 Educar significa para Pérez Lindo (2010)  “una actividad bio-psico-social en la que mediante el lenguaje, las informaciones y las actitudes se procura formar individuos capaces de construir conocimientos, valores estéticos, morales y competencias para integrarse a una sociedad, resguardar la vida y alcanzar su plena autonomía”.

La reflexión del fenómeno educativo debe permitirnos reconocer la diversidad y la pluralidad de opciones epistemológicas, pedagógicas, éticas, políticas, de salud, jurídicas  y culturales que hacen a la realidad humana, una realidad con muchas dimensiones a considerar.

El conjunto de avances científicos – tecnológicos que hemos vivido las últimas décadas, ha hecho que el mundo se vuelva más complejo (complicado) y resulte difícil percibir su unidad. Se vive una realidad fragmentada. Se mira la realidad unilateralmente, ya sea desde la perspectiva económica, política o científica, reduciéndola a sólo alguno de sus aspectos, y se interpreta a la naturaleza humana como algo puramente biológico, socioeconómico o sentimental.   Es como si la cultura se hubiese resquebrajado en aspectos parciales. En particular, la economía y el mercado son cada vez más el criterio  desde el que se ve y se usa la realidad (Episcopado Mexicano, Aparecida 34 y 35, 2012). El ámbito educativo y el de salud no son la excepción.

El desarrollo de la enseñanza de la inteligencia emocional determina la manera en que nos relacionamos y entendemos el mundo; tiene en cuenta las actitudes, los sentimientos y engloba habilidades como: el control de los impulsos, la autoconciencia, la automotivación, la confianza, el entusiasmo, la empatía, y sobre todo es el recurso necesario para ofrecer nuestras mayores prestaciones profesionales (Olguin s/f ). Así como también el vínculo emocional será siempre un soporte esencial al trabajo cognoscitivo (Antunes 2007).

El desarrollo emocional, refuerza y estabiliza las facultades de percibir de forma aguda y acertada: a ellos mismos (autoestima), a los demás seres humanos (empatía, solidaridad) y a la naturaleza en sus varios aspectos (a contextualizar, apreciar el valor, lo estético, lo creativo). Bien educado, ayuda a equilibrar sus reacciones emocionales. Un niño que tiene problemas emocionales retiene sólo alrededor de un 20% de la clase. Igualmente, la poca actividad física y la alimentación desordenada son grandes problemas que generan trastornos que repercuten directamente en el aprendizaje (Novo, 14,2013).

Redondo A. (s/año) señala que la inteligencia emocional está en la base de muchos procesos físicos. Existen, sin duda, emociones tóxicas, emociones negativas que debilitan la eficacia de distintos tipos de células inmunológicas. Siguiendo a Redondo, cada vez son más los médicos que reconocen la incidencia de las emociones en el desarrollo de la enfermedad. Un ejemplo, el pánico y la ansiedad aumentan la tensión arterial. Por el contrario, los sentimientos positivos albergan beneficios clínicos.

Si las diversas formas de angustia emocional crónica pueden llegar a ser nocivas, la gama opuesta de emociones puede ser tonificante. No se dice con ello que las emociones positivas sean curativas e inviertan el curso de una dolencia, dice Ana Redondo (s/f) pero sí pueden desempeñar un importante papel en el conjunto de variables que afectan al curso de una enfermedad. Podemos concluir diciendo que el pesimismo tiene su precio mientras que el optimismo supone considerables ventajas. Asimismo, la esperanza constituye un factor curativo que nos permite superar los retos que nos presenta la vida. Esto es algo fundamental a la hora de establecer psicoterapias, ya que deberían incluir la estimulación de emociones positivas como alegría, ilusión, humor, amor, esperanza, etc. (Bisquerra, 2013).

“Todo terapeuta, médico o sanador es un educador cuando establece la relación terapéutica el objeto de un cambio de conciencia en el paciente. Toda relación humana es sanadora cuando parte del corazón. Educar es despertar. Esto es liberar al paciente de la actitud de víctima para convertirlo en aprendiz de la vida” (Arrizabal Loaiza citado por Paymal). El concepto de Inteligencia Emocional surge como conclusión de la confluencia de una parte, de décadas de investigación sobre las habilidades emocionales y sociales y su aplicación en terapia y la educación, y por otra de la reformulación científica del concepto de inteligencia en el ámbito de la psicología, como es el trabajo de Gardner (Olguín s/f).

Un agente de la salud es un educador, servidor, maestro y aprendiz a la vez, un educador es un agente de salud, que enseña al ser a conocerse y conocer todas sus potencialidades para perfeccionarse, humanizarse, ser feliz. Educar, es conectar mente – cuerpo y corazón.

Sanar es diferente a curar, dice Carbajal: Se puede curar al cuerpo aliviando los síntomas y signos físicos. Pero sanar siempre se refiere a integrar, relacionar y despertar la responsabilidad y el cambio de actitud sobre la propia vida.

Educar para sanar, al respecto Olguín (s/f), dice: los estados de ánimo positivos aumentan la capacidad de pensar con flexibilidad y sensatez ante cuestiones complejas, y hacen más fácil encontrar soluciones a los problemas, tanto de tipo especulativo como de relaciones humanas. Por eso, una forma de ayudar a alguien a abordar con acierto sus problemas es procurar que se sienta alegre y optimista. Las personas bienhumoradas (buena actitud) gozan de una predisposición que les lleva a pensar de una forma más abierta y positiva, y gracias a eso poseen una capacidad de tomar decisiones notablemente mejor.

Los estados de ánimo negativos, en cambio, sesgan nuestros recuerdos en una dirección negativa, haciendo más probable que nos retiremos hacia decisiones más apocadas, temerosas y suspicaces.

La reflexión del fenómeno educativo debe permitirnos reconocer la diversidad y la pluralidad de opciones epistemológicas, pedagógicas, éticas, políticas, de salud, jurídicas  y culturales que hacen a la realidad humana, una realidad con muchas dimensiones a considerar.

La reforma en educación debe: gestionar una nueva forma de estructurar el pensamiento, un pensamiento complementario del conocimiento del ser, de uno mismo y de todo lo que nos rodea; Lo que aprendemos ¿tiene que ver con nuestro proyecto de vida? Dice Gutiérrez “sólo aquellos que tienen la alegría de vivir y que tienen el placer de la existencia pueden hacer de la vida un espacio de aprendizaje, la vida es aprendizaje y el aprendizaje es vida (1999). Educar para aprender a amar la vida, a ser felices, construyendo, creando, jugando, amando. Una educación que eduque  para ser feliz, está desarrollando personas más sanas, y por lo tanto, mejores ciudadanos, buscadores del bien común.

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REFERENCIAS

Antunes C. (2007) Vigotsky en el aula… ¿Quién diría? Argentina, Colección en el Aula No. 12, editorial sb

Bisquerra R. (2013) Educación Emocional propuesta para educadores y familias. Sevilla, España, Desclée

CEM -Conferencia Episcopal Mexicana- (2012) Educar para una nueva sociedad; México, CEM

Gutiérrez F. (1999) Ecopedagogía y ciudadanía planetaria. Sau Paulo, Brasil, ILPEC

Leff E. (2000) Saber Ambiental. México. Siglo XXI

Morin E, (2011) La Via para el futuro de la humanidad;  Madrid, España, Paidós

              (2009),  El método,  la humanidad de la humanidad. España, Madrid, Cátedra.

Morgado I. (2010) Emociones e Inteligencia Social. Barcelona, España, Ariel

Olguín J.R. (S/fecha) Inteligencia Emocional, grupo ELRON, sección de autoconocimiento y salud, (recuperado 9 junio 2013) http://www.grupoelron.org/autoconocimientoysalud/inteligenciaemocional.htm

Olvera T. (2000) Los valores de los derechos Humanos en Educación: Hacia un Milenio Sin Hambre. México, Fondo de Cultura Económica, (pp.187 – 194)

Pardo A. (2002) ¿Qué es la Salud? Departamento de Humanidades Biomédicas, Universidad de Navarra. Artículo publicado en la universidad de Navarra, 1997, 41, recuperado, 3 junio de 2013: http://www.unav.es/cdb/dhbapsalud.html

Paymal N (2010) Pedagogía 3000, guía práctica para docentes, padres y uno mismo. Córdoba Argentina, Edit. Brújas

J. Penalva (2006) Ideas, creencias y valores en educación. Salamanca, España, Sinergia

Pérez Lindo (2010) ¿Para qué educamos hoy? Buenos Aires, Argentina, Biblos

Redondo A. F. (s/f) La inteligencia emocional y los trastornos fisiológicos, 8va parte, grupo ELRON sección de autoconocimiento y salud, (recuperado 9 junio 2013) http://www.grupoelron.org/autoconocimientoysalud/inteligenciaemocional.htm

Artículos:

Alatorre A. (2013,  26 de mayo) Urge OPS a invertir en salud mental. Artículo en el diario Reforma, versión impresa, pag. 12 Nacional.

Novo C. (2013) De cerebros y movimientos: la necesidad del ejercicio aeróbico para la salud cerebral,  p 14 – 15, año 4 No. 11,  Vanguardia Educativa

Aguirre Sala J.F.  (2013) La planeación y la programación educativa en base a la dignidad personal del educando. P 10 – 11, año 4 No. 11

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